El cambio climático, el terrorismo, la pandemia, la migración son parte de una lista de retos a los que se está enfrentando la humanidad, los cuales todo parece indicar se irán haciendo más intensos y relevantes en las décadas por venir. Todas estas situaciones tienen un elemento común, trascienden las fronteras del Estado-nación. Son, lo que se puede decir, realidades compartidas por toda la humanidad. Sin embargo, las causas fundamentales de estos problemas son abordadas desde perspectivas locales, siendo cada Estado el que tiene la última palabra con respecto a lo que se puede hacer o no para revertir estas tendencias. Esta es la gran paradoja de estos tiempos, problemas globales con decisores locales.
Para acabar con la paradoja existente entre los problemas globales y los decisores locales se deben romper paradigmas, y para ello es clave entender que la vigencia de las ideas depende de su capacidad de responder a la realidad. Desde el punto de vista de la organización política de las sociedades, los imperios, los reinos, y otro tipo formas de gobierno tuvieron su razón de ser, lo común entre ellas es que buscaban afrontar los problemas de su tiempo a partir de la organización más efectiva posible para ello. El Estado-nación es también la respuesta a un conjunto de circunstancias históricas, las cuales por cierto tenían un fuerte componente europeo.
Cuando nace el Estado-nación los problemas globales no eran una realidad, el mundo estaba menos conectado, las presiones ambientales eran menores, y en general cada pueblo vivía aislado del resto (más allá de los flujos naturales de productos y personas producto de un intercambio comercial limitado). Con la modernidad, de la cual el Estado-nación es hijo, el mundo se fue achicando, irónicamente en la medida que se fortalecía una visión fragmentada del mundo la dependencia entre esos fragmentos se iba fortaleciendo. Derivado de ese mayor vínculo entre países, y de las presiones que la modernidad trajo consigo, los problemas han ido pasando de lo local a lo global.
Teniendo presente la reflexión previa una interrogante natural que surge es sobre la vigencia del Estado-nación, particularmente desde la perspectiva de saber si esta es la mejor forma de organizar a la sociedad a partir de los retos que enfrenta la humanidad. Para responder, como se dijo antes, es necesario romper paradigmas, y para ello se debe asumir que la idea de Estado-nación es una construcción social que respondió a una época, y que como tal debe evolucionar o perecer, de la misma forma como perecieron otras ideas del pasado incapaces de adaptarse a la nueva realidad. Hoy los imperios o los reinos dejaron de ser la principal forma de organización política, lo mismo puede pasar con el Estado-nación.
Como es natural los sistemas no son estáticos y buscan adaptarse, pero muchas veces lo hacen tratando de no afectar sus elementos fundamentales. Eso es justamente lo que ha ocurrido con el sistema internacional nacido después de la Segunda Guerra Mundial, se han intentado crear distintos mecanismos de coordinación entre los Estados-Nación para abordar los problemas comunes, sin embargo, luce evidente que esto no ha sido suficiente. Las razones de la falta de efectividad pueden ser diversas, pero hay un tema de fondo, la legitimidad de quienes dirigen el proceso nace de procesos internos en cada país, y por lo tanto el principal interés sigue siendo la comunidad local que elige a sus representantes.
Hasta ahora no se vislumbra alguna nueva forma de organización política, el Estado-nación sigue siendo el paradigma dominante. Sin embargo, pudiera haber una semilla en el sector privado, hoy el valor capitalizado de Amazon es mayor que el producto interno bruto de muchos países (por ejemplo, es mayor que el PIB de cualquier país latinoamericano, menos Brasil). Esto no significa que el sector privado va (o deba) sustituir al Estado-nación, pero sí es una evidencia de como un poder importante y sus intereses pueden trascender las fronteras impuestas hoy por la concepción de comunidades nacionales. Esta sin duda será una arena de conflicto importante en los próximos años.
@lombardidiego
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional