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Así Soledad Mendoza construyó una Caracas incomparable

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Por JUAN CARLOS ZAPATA

Este libro cumple 41 años. Este libro tiene un libro padre que a su vez cumple 70 años. El libro más joven fue iniciativa de la hija del hombre que publicó el más antiguo. El libro se llama Así es Caracas, 1980; la editora se llama Soledad Mendoza. Este libro no es un libro cualquiera. Hay varios aspectos que lo hacen diferente, especial, entrañable, revelador. Veamos:

1-Es la continuidad, 30 años más tarde del primer Así es Caracas que publicó Plinio Mendoza Neira, político, diplomático, notable figura refugiada en Caracas luego del frustrado golpe contra el presidente Mariano Ospina Pérez en 1949. Plinio Mendoza Neira había sido testigo principal del asesinato en Bogotá de su amigo Jorge Eliécer Gaitán en 1948. El viejo Plinio migró a Caracas con toda la familia, con sus hijos Elvira, Consuelo, el joven Plinio Apuleyo y Soledad. Todos hicieron periodismo en Caracas. Todos con huella imborrable. Plinio fue quien le abrió las puertas de Caracas a Gabriel García Márquez.

2-El nuevo Así es Caracas es el comienzo de una saga que incluyó Así es Maracaibo, Así es Barquisimeto, Así es Venezuela, y los siguientes Así es Caracas, entre otros. Todos marcaron época. Todos reflejaron un país que se fue. Una ciudad formada por migrantes de afuera, italianos, portugueses, españoles, y migrantes de adentro, andinos, llaneros, zulianos, margariteños, guayaneses, que, según escribe Simón Alberto Consalvi en el prólogo, “lanzaron a la ciudad”, hicieron “estallar” su población, y convertirla en “mundana”. Caracas “comenzó a crecer con un ritmo desconocido e imprevisto”.

3-El Así es Caracas de Soledad Mendoza es un libro coeditado con el Ateneo de Caracas, institución de aporte también imborrable para la cultura de la Caracas y la Venezuela democrática. El Ateneo vinculado al diario El Nacional. El Nacional que hizo y sigue editando el Papel Literario. El perfil cultural de Caracas no se concibe sin estos pilares. Y como suele repetir Mario Vargas Llosa, pocos países, o pocas ciudades, hicieron tanto como Venezuela y Caracas por la literatura de América Latina.

4-El libro incorpora testimonios de Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Salvador Garmendia, Isaac Chocrón, Adriano González León, Orlando Araujo y Elisa Lerner. Ninguno merece presentación. Con solo decir que García Márquez estaba a dos años de conquistar el Premio Nobel y Roa Bastos a nueve de obtener el Cervantes.

5-Los capítulos son de la pluma de Tomás Eloy Martínez, que recién había fundado El Diario de Caracas.  Se había instalado en Caracas en 1976, y antes de El Diario de Caracas no tenía trabajo fijo. Tomás Eloy antes de Santa Evita y la Novela de Perón. Tomás Eloy antes de Susana Rotcker. Tomás Eloy enamorado de Caracas. “La ciudad es como es, desordenada y absurda, pero si fuera de otro modo, los caraqueños no podrían amarla tanto”. La ciudad de los mensajeros motorizados; la ciudad de los carros “eternamente montados en las aceras”; la ciudad del “marroncito”, de la chicha de la UCV y de la esquina de la Funeraria Vallés; la ciudad del “raspado con los colores del arcoíris”; la ciudad gourmet de América Latina. La ciudad de la noche. La ciudad de los mercados que rebosaban abundancias. La ciudad amada “aun en los rincones donde es fea y desatinada”. Tomás Eloy nos abruma cuando afirma que “Todo el que tenga fe en las estadísticas, la perderá cuando se interne en el tráfico de Caracas. Las cifras sugieren que hay un carro por cada 2,8 habitantes. La realidad parece haber decidido que cada habitante tenga dos carros por lo menos”.

6-En el equipo de periodistas que levantó la data, la información, y que hizo entrevistas, aparecen Antonio García Ponce, Daisy Argotte, Luis Lozada Soucre e Igor Molina. Ellos escribieron las leyendas de las fotografías. Las leyendas son piezas únicas. “Cada mañana el 27% de las mujeres de Caracas afronta el desafío de una doble jornada laboral, el 35% asisten a las aulas y solamente un 4% prenden sus televisores. No hay tiempo para complacencias visuales. La ciudad ha sobrevivido gracias al coraje, vitalidad y responsabilidad de sus mujeres. La década les pertenece”. No solo lea la siguiente, también escúchela: “Caracas comercia en cualquier sitio: es un ‘cuerno de la abundancia’ callejero, portátil y sin formalidad…Caracas es una máquina productora de deseos”. En otra se nos precisa la abundancia en los 7 mercados principales, “A un lado de las guanábanas, las camisas de Cacharel; cerca de la chicha andina, los auténticos Levi’s. Todo desde las cuatro de la mañana”. Hay una leyenda que en menos de 20 líneas nos ofrece una historia de la migración con datos precisos. Se nos dice que “Un millón de extranjeros hay en Caracas. De cada cuatro caraqueños, uno es extranjero”. La siguiente leyenda es de una actualidad que nos deja sin aliento. “Los programas de vacunación masiva de la población infantil de la capital es una de las actividades más importantes del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Las campañas para proteger a los niños de enfermedades tales como la poliomielitis, el sarampión, el tétanos y la difteria ocupan a miles de personas de una red sanitaria que va reduciendo el azote que representan estos males para los barrios marginales. También hay programas contra la fiebre amarilla, el paludismo, la bilharzia y las parasitosis intestinales, como otras acciones que el Ministerio de Sanidad junto con otras instituciones públicas y la iniciativa privada desarrollan en los 125 hospitales públicos y privados de la Gran Caracas, con sus 13.300 camas atendidas por un personal de más de 6.000 médicos, 13.300 enfermeras graduadas y auxiliares, 2.100 odontólogos, y de todas maneras se necesita mucho más”.

7-Luis Lozada Sucre estudiaba tercer semestre de periodismo. Y recuerda que Soledad Mendoza tenía el proyecto entre ceja y ceja desde tiempo atrás. “Con un equipo mínimo comenzó la campaña promocional, en el que estábamos los mismos que investigábamos y escribimos las leyendas. Era muy rigurosa. Las leyendas tenían que ser textos cortos pero con muchos datos”. Ella concibió los temas, el índice, el perfil fotográfico, el diseño. Era su proyecto. Es su libro.

8-Es un libro con un acopio fotográfico, testimonio de toda una época. En el equipo liderado por Roberto Loescher, aparecen Leo Matiz, Luigi Scotto, Vladimir Sersa, Alexis Sequini, Lydia Fisher, Rafael Méndez, Pablo Krisch, Ana Cristina Henríquez, Ricardo Sánchez y Vasco Szinetar. Nada esconden las fotos. La Caracas que había que conocer está allí. La del poder y la gloria, la de los cerros y la calle, la de la clase media, la de la gente en los mercados, en una esquina, en la fila para abordar el autobús, la gente de moda, los intelectuales, gente en la Plaza Bolívar con la infaltable estampa de los viejos conversadores aún con sombreros. Están las fotos de la noche inaudita, de las grandes torres y sus bancos, la del Metro que ya se abría paso tierra abajo, la Caracas desenfada, la de los jóvenes, “la generación de la era democrática”, reza una leyenda. “El 52% de los habitantes de Caracas es menor de 20 años…Sus rostros son francos, la actitud desinhibida y la pose desafiante”. Esas fotos hoy bien valen una exposición. “Desde el principio, Soledad orientó al equipo de fotografía con el propósito de ir haciendo el registro visual de Caracas”, recuerda Luis Lozada Soucre. En cierto modo quería corregir al padre que en el libro de 1951 pone el foco en la arquitectura y menos en la gente. En este nuevo, hay un acento en lo humano, y los textos de Tomás Eloy Martínez así también lo expresan.

9-La coordinación estuvo a cargo de Mirtha Roa, hija de Roa Bastos. Mirtha vivió y trabajó en Caracas y con Soledad Mendoza por espacio de treinta años. Ha vuelto a Paraguay, y reside en Asunción. Recuerda el esfuerzo. Sobre todo, lo difícil que resultaba convencer a los anunciantes de que la publicidad no sería el aviso tradicional, expuesto a simple vista sino más encubierto. Aun así, se nota la presencia del banco, la empresa, la corporación, la firma particular, el hotel, sin que el aviso apabulle, interrumpa la lectura, el gozo, que es el caso hoy de la publicidad digital. Lozada agrega que Consuelo Mendoza, hermana de Soledad, ya había experimentado la publicidad camuflada en otras publicaciones. Mirta señala que el libro de Soledad se hizo a propósito en blanco y negro como un homenaje al de 1951, y el blanco y negro, a la distancia, no desmerece. Mirta hizo de todo, y tanto que repitió la experiencia cuando regresó a Paraguay, editando Así es Asunción. Mirta llegó en 1978 a Caracas y se fue en 2008.

10-La diagramación es de la artista Irma dos Santos. Arribó a Caracas en 1973. Llegó con su esposo, Juan Bordalejo. Ambos pintores. Conoció a Elvira Mendoza en un viaje a Estados Unidos y, por esta, luego a Soledad. La conexión fue inmediata. Antes del golpe de Estado en Argentina, ya estaban alojadas en la casa de Soledad, quien además le consiguió el primer trabajo en el Bloque de Armas. Se quedó en Venezuela por casi 30 años y trabajando con Soledad, al menos veinte. Regresó a Buenos Aires en 2001, su marido falleció hace dos años. Su experiencia en diagramación se limitaba a folletos y a una revista de barrio. Reconoce que aprendió con Soledad, de quien destaca una gran inteligencia y calidad humana, generosa, de puertas abiertas. “Tenía una gran confianza en mí. A veces me decía, ‘te estás poniendo bruta’, cuando yo cometía algún error, pero hasta allí”. Estuvo en el proyecto desde el inicio hasta el final. Y el momento clave de aprender el diseño en computadoras, toda una revolución. El final fue la impresión del libro en la editorial Primavera. Se lanzaron 30.000 ejemplares.

10-Las ilustraciones son de Pedro León Zapata, amigo, aliado, incondicional en los proyectos de Soledad Mendoza. Las ilustraciones presiden los capítulos. Piezas únicas son también los dibujos. Me gusta aquella de los cerros, y los ojos que miran desde los ranchos, arriba, a la Caracas de abajo, una constante en la obra de Zapata. Me gusta la otra del buhonero con una cesta que le vende una chuchería a una mano que se estira desde la ventana de un carro. Me gusta la del Ávila metido en la arquitectura que le dio identidad a Caracas. Me gusta la de las parejas bailando salsa. Me gusta cómo viste y reúne en una sola tira a Chocrón, García Márquez, Garmendia, Lerner, González León, Roa Bastos y Araujo. Zapata en sí mismo era también Caracas.

12-El prólogo es de Simón Alberto Consalvi, periodista, político, intelectual, canciller, ministro, embajador. El que montó el premio Rómulo Gallegos. Quien acierta cuando nos señala que Caracas está ahí, adentro, en las páginas del libro. “La ciudad de arriba, la ciudad de abajo”. “La que gozó y padeció García Márquez”. La Caracas de Simón Bolívar que “está en todas partes”. El aporte de Consalvi, si se quiere, es mayor. Porque estaba interesado y no dejaba de estar pendiente del proyecto. “Había una expectativa muy grande por el libro”, apunta Luis Lozada Soucre. “Plinio y sus hermanas, en Bogotá, estaban muy atentos”.  Miguel Henrique Otero precisa que desde El Nacional se le apoyó a todo trance.

13-Todo el libro está traducido al inglés. Y se entiende el propósito. La versión al inglés de los textos de Tomás Eloy Martínez es de Jaime Tello, y la traducción de las leyendas de las fotografías de Lilly Steinheil y Hilary Branch.

14-Soledad Mendoza era una figura en Caracas. Aún vive, pero limitada por esa cruel enfermedad del olvido. La casa de Soledad era epicentro de reuniones inolvidables. Por allí pasaba lo más destacado de la literatura, el arte, la política, la música y el periodismo. Por allí pasaban los dos premios Nobel vinculados a Caracas, sus amigos, García Márquez y Mario Vargas Llosa. Generosa, alegre, trabajadora, emprendedora. Ella recibió en Caracas a Irma dos Santos y esta, que había llegado antes, recibió a Tomás Eloy Martínez. Para Así es Caracas cuidó cada detalle. Dictaba la pauta a los fotógrafos, dice Vasco Szinetar. Mirtha Roa, desde Asunción, señala que a Zapata le indicaba lo que quería en cada dibujo, y de qué manera lo vería impreso. Soledad era diseñadora, diagramadora. Trabajó en El Nacional. Se encargaba de las revistas y de suplementos especiales. Pese a que Irma dos Santos era la responsable de la diagramación y el montaje, Soledad estaba encima, cuidando el producto. Y el producto fue todo un éxito. La prensa se volcó a comentarlo. La campaña de promoción fue ideada por el periodista y escritor Fausto Masó.

15-Este es el libro en el cual García Márquez revela la importancia de Caracas en su vida. Dice que fue feliz en Caracas. Y señala que jamás en otra parte le volverían a ocurrir en un solo año tantas y definitivas cosas. Es el texto que me dio la pista para investigar y escribir mi libro Gabo nació en Caracas, no en Aracataca. En Así es Caracas hace una terrible premonición. Cuando describe la ciudad que va conociendo al llegar a finales de diciembre de 1957, ve de pronto El Helicoide, una “edificación luciferina…Recuerdo que al verla por vez primera asomada a su precipicio mortal, volví a recordar: “La infeliz Caracas”. ¿No se convirtió en eso El Helicoide? ¿No es ahora infernal?  ¿Y Caracas? ¿No es acaso infeliz?

15-Este es el libro en el que Roa Bastos nos deleita con la historia de un telegrafista que se obsesionó con la historia de Caracas y Simón Bolívar, hasta el punto de enloquecer, abandonar su oficio y cambiar de nombre, y en vez de Cipriano Ovelar rebautizarse como Chepe Bolívar. En su locura no vivía en Menorá, su pueblo, sino en Caracas. Chepe Bolívar había muerto en 1947, y Roa Bastos lo rescata en 1980, y en el rescate de esa memoria, trae otra premonición, dicha esta por el loco del cuento, quien después de destacar el sol de oro que alumbra el valle de Caracas, advierte que “Ay señor Dios de los Ejércitos, no permitas que esa corona se vuelva aureola negra para los bolivarianos”. Aquí hay que leer bolivarianos no como sinónimo de movimiento político sino expresión de espíritu nacional, venezolanos. ¿No es eso lo que ha ocurrido? Noche oscura que lleva tiempo. Esta historia de Roa Bastos, revela Mirta, será incorporada en breve a un volumen de cuentos inéditos, pues así se considera en tanto que solo fue publicada en Así es Caracas.

16-De los testimonios, solo Chocrón es caraqueño. Y ninguno como él, dramaturgo, novelista, para mostrarnos la historia pasada y de ese presente de 1980 del mundo del teatro y los teatros. Orlando Araujo, andino, nos recuerda ese instante en el que “todos queremos vivir al pie del Ávila y no mudarnos de Caracas”. Adriano González León, andino también, nos anota que El Guaire “es el único río del mundo que no tiene agua. Esta es la única ciudad del mundo que ha extraviado su río”. Salvador Garmendia anota de entrada que “Barquisimeto, el pueblo donde había nacido, fue un sueño que duró veinte años. Desperté de golpe en una calle de Caracas, a punto de ser atropellado por un carro, un Plymouth del cuarenta y ocho”. Simón Alberto Consalvi bien destaca que entre la Caracas que vio el viejo Plinio y la que veía entonces su hija Soledad, había un trecho de 30 años. “La ciudad es distinta”, apunta, y se pregunta: “¿Pero lo es realmente? ¿O es una simple ecuación de proporciones?”. Las preguntas siguen vigentes, y a las respuestas no le faltan evidencias. Y a pesar de “malquerida”, escribe Tomás Eloy Martínez, es una ciudad, “que se alimenta de la esperanza”, y “ha colocado su identidad en el día de mañana, no en el de ayer”. Ojalá y esta sea una feliz premonición.

Tantas Caracas en Elisa Lerner

En el libro hay un testimonio entrañable, el de Elisa Lerner, quien conserva la memoria, habla con voz firme, y sigue escribiendo.  Su testimonio se remonta a la Caracas de los años 40, y por su mirada nos asomamos a otra ciudad que no es la del viejo Plinio ni tampoco la de Soledad. Aunque nació en Valencia, la familia se afincó en Caracas, siendo ella una niña. Elisa sigue en Caracas, apegada a recuerdos y memorias. ¿Cuánto no ha volcado en su obra, vasta y profunda?

—¿Cómo se hizo caraqueña?

—Mi mamá en Valencia se encontró amistades finas, generosas.  La escuela de la señora Weill,  excelente para mi hermana Ruth. Pero recuerde que mi mamá era centro-europea.  Entre otras cosas, no se avenía con el calor de Valencia.  Excesivo para alguien nacida en Chernowitz,  Bucovina. La joven centro-europea llegó a Valencia dos años después del marido en compañía de una criatura muy hermosa y de poquísima edad.   En Valencia nací yo, un año después de su llegada.  En Valencia sufrió mucho. Poco después tuvo unas gemelas que murieron a los once días de nacidas y, creo, que una pérdida posterior.  Además, encontró al marido arruinado, se había dejado robar por un socio de apellido Zukerman, hombre de azúcar. En una breve escapada a Caracas, mi mamá se enamoró de la ciudad. Fue categórica. Quería educar a sus hijas en la capital. Dicho y hecho. A la muerte de Juan Vicente Gómez, se llevó a cabo la mudanza para Caracas.

—Escribe en su texto que la Caracas de los años 40 era una ciudad de “añoranzas”. ¿Y esta? ¿La de este siglo XXI? ¿Cómo la ve?

—La veo como una ciudad de pérdidas y de adioses.  Una ciudad habitada por gente valiente, de mucho aguante. Una ciudad que se ha ido vaciando de sí misma. La hiperinflación daña hasta el alma.

—También señala que es “ciudad que nunca termina de madurar: nunca termina de crecer”. ¿No le parece que esta Caracas de hoy no es que no termina de madurar ni de crecer sino que ha ido hacia atrás? ¿Qué pasó?

—Cuando el corazón civil de un país está en vilo, las ciudades pierden luminosidad. ¿Perder luminosidad no significa descontento, dejarse penetrar por las ingratitudes de la historia?

—Apunta algo que hoy puede leerse como una premonición. “Caracas es continuamente arrasada. Anteriormente la ciudad, a cada momento, fue arrasada en su dignidad por los avatares de la política”. ¿Es hoy Caracas una ciudad arrasada? ¿Más bien destruida? ¿Sin destino?

—Hay incertidumbre, pero contra viento y marea la gente se levanta tempranísimo para cumplir con su trabajo.  Veo ahí una considerable heroicidad, no menor que la que se tuvo en las batallas por la independencia.

—Recuerda, de su infancia, una ciudad pobretona pero amable. Hoy es pobretona otra vez, ¿pero y la amabilidad?

—En todas las ciudades la amabilidad es cosa del pasado. Recuerdo, todavía, en la década de los noventa comentarios para mi asombro acerca de que ese gran y noble poeta que fue Eugenio Montejo era un hombre anacrónico. Simplemente, porque sabía guardar la gramática de las formas.

—Relata que se subía a la batea de la casa para observar a Caracas desde esa altura y entonces le parecía “estar viendo el mundo”, y “acaso (esa Caracas “tan pequeña y tan humana”) no estuvo muy lejos de la belleza y el temblor del mundo”. ¿Qué observa hoy desde Caracas, desde el balcón de su casa? ¿O ahora es el mundo el que ve a Caracas? Y el mundo se pregunta, ¿hacia dónde va?

—Me asomo poco al balcón de mi pequeño apartamento. Pero, cuando me asomo admiro la bendición entre celeste y malva de la montaña.  Por esto y lo otro casi toda América Latina está herida por la violencia, por los males de la historia. La escena venezolana es un calidoscopio por demás complejo. Se requeriría de una honda y detenida mirada.

—¿Con cuál Caracas se quedaría hoy?

—Tenemos que inventarla entre todos, entre los venezolanos que están fuera y los que seguimos dentro. Una de mayor sosiego, de mayores oportunidades, sin tantas heridas en el corazón civil. De otra manera no podremos completar un rompecabezas, un dibujo exacto para la libertad, la belleza, el esplendor del país que amamos.

Secreto de libro y Gabo

En Así es Caracas no hay mención al detalle. Pero está ahí. En la fotografía que Vladimir Sersa le hizo a uno de los grupos de conversadores en la Plaza Bolívar. Era habitual verlos hablando y leyendo la prensa, comentando las noticias. Hasta eran objeto de entrevistas cuando un suceso en la ciudad lo requiriera. Eran los tiempos cuando los periódicos de Caracas se imprimían y traían varios cuerpos, y hasta más de 100 páginas cada día. Y la imagen nos trae un retruque del destino. Porque ahí, en la parte de abajo del cuerpo del diario que se despliega en el centro de la foto, está García Márquez. Es la tomuza de García Márquez, el bigote de hilos de cabuya de García Márquez, y viste una camisa que es la misma con la que aparece en otras fotos, por ejemplo, en una tomada por Fausto Sosa, justo también a finales de los años 70. Se supone que esta foto de Sersa es de 1979. Gabo por partida doble en Así es Caracas. Y este es un secreto que estaba escondido en el libro.

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