Sin preámbulos. Se trata de la más reciente novela de la escritora Lola Lafon, cuyo enigmático título original en la lengua de Racine es: Chavirer y la impecable traducción al castellano está a cargo de María Teresa Gallego Urrutia. La responsabilidad editorial del lanzamiento de esta atractiva y singular novela de Lola Lafon está a cargo de Alianza de Novelas perteneciente al grupo editor de Alianza Editorial, S. A, Madrid, España, 2021, 261 páginas.
Una bailarina de ballet clásico de nombre Cléo a los doce años es inscrita por sus padres en la academia privada de ballet que dirige Nicolle, una antigua bailarina de ballet que, junto con los feroces deseos de los padres de las alumnas de ballet que concurren dos días a la semana, miércoles y sábados a un ensayo que deja exánimes a las niñas balletistas denominadas «las Domitilles» es el preámbulo de un sui géneris decorado de un viejo edificio que alguna vez sirvió de sede para un teatro en París es un filón anecdótico para dar inicio a un convincente experimento narrativo donde el narrador afirma sin rubor que «tenía oficio para mentir y no le entraban entraban remordimientos» ; porque, qué es sino el oficio de novelar si no mentir con premeditación y alevosía. El novelista auténtico miente pero miente con persistente y persuasiva capacidad imaginativa al punto de mentir mentiras verdaderas.
Enid, un personaje caríssimo al entramado actancial de la novela de Lafon lleva un diario donde apunta cosas como estas:
«Lloraba la muerte de Rimbaud sin leerlo nunca». «Sollozaba en cuanto un perro se moría en el cine, zozobrando en lo cotidiano». «Tenía 12 años en 1982. Coleccionaba los carteles de Brooke Shields». O, «últimamente le daba vuelta a la cabeza con eso del MeToo».
Cléo experimentó la primera zozobra de su vida. A los párvulos de 12 años, comenzando a vivir, por decir algo, rebosaba energía y vigor pero carecía de gracilidad para el complejo y enrevesado lenguaje de la danza clásica. Cléo no pudo superar la tiesura corporal de la adolescente y alcanzar la adopción de la combadura propia de los cuerpos que construyen a sí mismos en el intenso fragor del cuerpo forjado en trabajo disciplinado y riguroso rayano en la «ética espartana».
La presencia de un aparato tecnológico de la época de «María Castaño» denominado Walkman cuyos audífonos no le daban descanso a los oídos de Cléo, aunado con un signo monetario francés llamado franco da la medida del eje temporal que tensa el discurso narrativo de Zozobrar.
En el curso del desarrollo de la novela Lafon crea un personaje de nombre Cathy, representante de una Fundación cultural cuyo nombre elocuentemente no deja dudas a equívocos: Galatea. Su propósito consiste en identificar talentos que ostentan capacidades y proyectos excepcionales.
Leer esta novela de Lola Lafon es como pasearse por los lugares más queridos y memorables del París eterno e inmutable que resiste al inexorable paso de los siglos; una súbita manifestación de prostitutas parisinas protagonizada en la calle Saint Denis para rechazar su desalojo de dicha mítica calle. En Nantes, un grupo de católicos ortodoxos y tradicionalistas se concentran frente a un cinema y amenaza con quemarlo en protesta por la exhibición de la película de Jean Luc Godard «Yo te saludo María». Obviamente, la expresa y adrede intercalación de elementos procedentes de la realidad real y empírica dentro del discurso ficcional propiamente dicho. El lenguaje de rizomáticas metaforizaciones que exhibe estas bellisimas páginas de zozobrar es una de las razones que me hacen regresar a la relectura de fragmentos de párrafos que ostentan lirismos contundentes y sin duda harto convincentes: «El futuro es lo más parecido a una embriaguez».
Zozobrar contiene dentro de sí una novela de formación que la emparienta con -mutatis mutandi- Las desventuras del joven Werther pero de una insospechada contemporización histórica que la hace única en la historia de la novela de las últimas décadas.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional