Dedico este artículo, gracias a El Nacional, a todas las madres que han sufrido la pérdida de sus hijos en la lucha por la libertad y la democracia. En Venezuela particularmente a la memoria de Oscar Pérez y del capitán Rafael Acosta Arévalo. También como grito de libertad para los policías metropolitanos: Molina, Pérez, Bolívar y Rovaín, a los cuales no se les han otorgado las medidas humanitarias y que siguen sometidos durante más de dieciocho años a una injusta e infame prisión.
Recientemente escuché, en uno de tantos “chats” de los que ahora abundan, un audio sobre lo conveniente del “cambio de estrategia” dentro de la oposición venezolana, para alcanzar los fundamentales objetivos de libertad y democracia, que sería de suponerse se persiguen. Producir resultados que se alega por otras vías no han sido posibles, ni aparentemente podrán ser posibles en un futuro inmediato. El osado “analista” defensor de dicho “cambio de estrategia” se refirió a cómo el Libertador Bolívar había cambiado frente a los españoles desde el Decreto de Guerra a Muerte, negociando con Pablo Morillo. Así mismo comentó sobre el “cambio de estrategia” de Nelson Mandela, en cuanto al uso de la violencia, por una postura pacifista, para alcanzar sus propósitos en Suráfrica. Aprovechemos ambos ejemplos para reflexionar en las actuales circunstancias que presenta Venezuela.
Pablo Morillo, al que por cierto llamaron “el Pacificador” pues era enviado por el rey Fernando VII a someter a las colonias americanas insurrectas, desde su llegada a Venezuela en 1815, y hasta el encuentro el 25 de noviembre de 1820 en Trujillo, podía exhibir como resultados al momento solo pérdida de territorios y poder, en esta parte del mundo. Bolívar, a diferencia, gracias a sus victorias militares como la culminante en Boyacá de liberación de la Nueva Granada, amén de su acertada dirección política del proceso, constituyendo en la Angostura de agosto de 1819 a “Colombia”, primera piedra fundacional de esa gran nación que somos, y un país que nunca debimos dejar de ser. Morillo, líder de los realistas frente a un Simón Bolívar ya líder indiscutible de los patriotas, aquel 25 de noviembre de 1820 acuden al histórico encuentro en Santa Ana de Trujillo. Registran los historiadores que Morillo vistió su uniforme de gala y se hizo acompañar de una amplia comitiva, mientras que el Libertador vino al encuentro sobre mula y sin escoltas, con su levita azul, gorra de campaña, solo un edecán más unos pocos de sus oficiales. Inicialmente se había discutido entre los patriotas la posibilidad de que fuera una celada para la captura de Bolívar. “El Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra”, con participación fundamental de Antonio José de Sucre en su redacción, derogaba el decreto de Guerra a Muerte que siete años antes había utilizado el Libertador para contrarrestar la ferocidad criminal de las arremetidas realistas. Armisticio de un año y «hacer la guerra como los pueblos civilizados” fueron en síntesis los resultados de tal negociación. Bolívar no cambió de estrategia sino que la afianzó en Carabobo, precisamente en ese lapso de un año, con la unión de las fuerzas patriotas para barrer a los españoles.
El caso de Nelson Mandela, sometido a veintisiete años de presidio por la dominación racista del apartheid blanco contra la inmensa mayoría negra de esa nación, en territorios colonizados a sangre y fuego, se utiliza como el otro ejemplo de “cambio de estrategia” del mencionado audio, en el que se pretende ejemplificar para la realidad de nuestra Venezuela.
Lo cierto es que Mandela representó la oportunidad del cambio de estrategia si, pero del oprobioso régimen. El apartheid entendió la inviabilidad de continuar su lucha suicida contra el Congreso Nacional Africano y la inmensa mayoría negra que, entre otras acciones, utilizaba la confrontación armada y el sabotaje frente a las acciones de agresión y permanente violación de los derechos humanos contra dichas grandes mayorías empobrecidas por un sistema racista de inaceptable existencia hacia finales del siglo XX. Al salir del último lugar de su reclusión hacia la libertad plena, un 11 de febrero de 1990, “Madiba” dio un discurso en el que declaraba su compromiso por la paz y la reconciliación con la minoría blanca, pero dejó muy claro que la lucha armada del Congreso Nacional Africano no terminaría y podría continuar como una “acción puramente defensiva contra la violencia del apartheid”.
Podemos concluir que es muy útil y pertinente el que reflexionemos sobre qué, cuándo y cómo se debe negociar, usando apropiadamente los aprendizajes históricos. A quién se representa, y , en el caso de una nación, qué representan unos negociadores. Qué deben conocer y utilizar con la mayor profundidad posible sobre toda la información de sus contrarios. En qué circunstancias reales se encuentran para poder construir el camino de solución y de dignidad para todos, y arribar así a resultados satisfactorios en los perentorios asuntos de la vida de toda una nación.
@gonzalezdelcas/catedrainternacionallibertad@gmail.
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