Yo me hundí hasta los hombros en el mar de Occidente,
yo me hundí hasta los hombros en el mar de Colón
Andrés Eloy Blanco
¿Cuántos senderos debe recorrer un hombre para que tú
lo llames hombre?
Bob Dylan
Hace muchos años (1973), Arturo Uslar Pietri, espléndido intelectual venezolano por derecho propio, escribió su enorme decepción y su devastadora crítica a Kenneth Clark, un promotor cultural que borraba de la memoria a España en su serie de programas sobre la cultura occidental. Creo que esta crítica a Clark le valió ser nombrado después embajador ante la Unesco especie de gran agencia de la ONU dedicada a la cultura y a la educación. Nadie más como el inolvidable poeta venezolano Andrés Eloy Blanco para exponer el gran aporte de España a Occidente en un magnífico poema que fue laureado en los años veinte.
No nos cabe la menor duda, que la civilización occidental, denominada en forma corta “Occidente”, está asediada desde hace algún tiempo. La civilización occidental es el resultado formidable de una sólida mentalidad que persiste e insiste en librarse de tabúes, prohibiciones antiguas, y costumbres ancestrales carentes de utilidad social, y que por otro lado se empeña en comprender a todo el planeta y otras culturas a fin de convencerlas para tratar de enseñarles por sus propias leyes. Y que permanentemente trabajará sin tregua alguna para mejorar las condiciones materiales de existencia para que la vida sea agradable y provechosa para el mayor número de personas; pero acepta de buen grado que el progreso debe lograrse mediante métodos que respeten la dignidad del simple individuo.
Sabemos según algunos historiadores que el Imperio Romano padre de Occidente, cayó por el empuje de dos proletariados: uno interno, y otro externo representado por las tribus bárbaras que empezaron a infiltrarse primero pacíficamente y luego violentamente, empujadas por los hunos desde el Oriente. También otra de las causas fue el envilecimiento de la moneda para poder pagar la enorme burocracia y el costo de las legiones que defendían las fronteras.
En la actualidad, presenciamos uno de los mejores tiempos de las economías de los países occidentales como Estados Unidos, Alemania, Francia, Suiza, España, y otros más, con baja inflación y disminución sustancial de la pobreza se está presentando el fenómeno de la invasión pacífica por un lado y por el otro la infiltración de terroristas y malhechores de todo tipo en Europa y América.
En este punto coincidimos plenamente con el doctor Pedro Carmona, quien explica que en lo geopolítico es incomprensible ver cómo dos grandes potencias significativas: China y Rusia, protegen sin ambages a regímenes detestables en el mundo, como lo son entre otros Irán, Siria, Bielorrusia, Venezuela, Cuba y Nicaragua, y ahora se les agrega el movimiento Talibán en Afganistán, todo ello con la intención artera de extender sus influencias y desestabilizar a Estados Unidos y a Europa. No les importan un comino los derechos humanos, la libertad y la dignidad del hombre, con tal de entronizarse en el disfrute del poder e impulsar la polarización global, rehabilitando nuevas fórmulas o estilos de guerra fría.
Otros analistas como Alejandro Esclusa Peña, uno de los primeros detractores del gobierno de Chávez, nos dicen al respecto, que entre las estrategias de la izquierda radical o carnívora tenemos:
a) La revolución sexual
b) La teología de la liberación
c) El indigenismo (orientado a destruir los nexos iberoamericanos)
d) El ecologismo extremo
e) El narcotráfico
f) El relativismo
g) La ideología de género
h) La brujería y el satanismo
Todos como medios empleables para la toma del poder, mediante mensajes que lucen atractivos a las nuevas generaciones. Para dicho autor, los “influencers” se inspiran evidentemente en métodos utilizados en el pasado por exitosos propagandistas que han existido en tiempos aciagos en la Rusia soviética, en la Italia fascista y sobre todo en la Alemania nazi, donde una bella cineasta hizo los mejores documentales y películas para la exaltación del totalitarismo y el racismo hitleriano.
En nuestro hemisferio occidental nos alarma en particular la embestida de fuerzas facinerosas de la izquierda marxista en nuestra región, entusiasmadas con el ascenso de los gobiernos kirchnerista en Argentina, del MAS de Morales en Bolivia, de Perú Libre con Pedro Castillo en Perú, de Morena con AMLO en México, que complementan a los enigmas que se posan como aves de mal augurio en Chile con su reciente convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, además de la indecisión que se exhíbe en el ambiente político de Colombia.
Por si fuera todo esto poco o nimio, el totalitarismo sandinista en Nicaragua, sumado a los movimientos provenientes de Cuba y Venezuela, con lazos con el crimen organizado, y los planes impulsados por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla para respaldar la conquista del poder por parte de organizaciones afines. En este contexto, podemos comprobar cómo tan pronto asumieron el gobierno algunos de los grupos mencionados, sus primeras decisiones estuvieron orientadas a deslastrarse del Grupo de Lima y en la OEA detener el esfuerzo global por suscitar un fin pacífico a la terrible crisis venezolana, a través de presiones sensatas y legítimas para la celebración de elecciones imparciales y con garantías, en un país arrasado, convertido en Estado fallido y en refugio del narcoterrorismo, en guarida de grupos criminales de proyección internacional, y en grave intimidación a la paz latinoamericana, en especial para la seguridad nacional de Colombia. Ya el gobierno mexicano de López Obrador quiere acabar con la OEA.
La pregunta fundamental es si esa guerra cultural y la difusión urbi et orbi del fundamentalismo islámico, que incluye a Europa, lugar de nacimiento de nuestra civilización, la cual reduce sustancialmente su población y no defiende con la fuerza debida -aparentemente- sus valores, adosada al agotamiento del sistema democrático en muchas naciones, incluyendo nuestra América Latina, parte esencial de Occidente, como también la continua penetración del crimen organizado y de movimientos extremistas o anarquistas, nos están colocando en un peligrosísima arremetida a la civilización en la que vivimos y en la cual hemos progresado.
Entre tanto, el Oriente surge con feroz ímpetu y difunde su cultura y objetivos, con una China a punto de configurarse como la primera potencia del mundo, suscitando una poderosa actividad de envergadura, en coalición de intereses con Rusia, Irán, Siria, Irak y Turquía. Todos estos enfrentándose a una potencia norteamericana algo desilusionada, y a una Europa madura, desubicada y desarmada, secularmente o casi continuamente pensando en un Estado de bienestar que siempre dependerá de la productividad del capitalismo.
Todo este panorama ante hechos y problemas que están modificando al mundo conocido, y ambos sin una visión integral e inteligente en relación con continentes menesterosos y relegados como lo son América Latina y África. De esta forma en estos continentes, podrían seguir presentándose desagradables situaciones de colapso de las democracias, y de nacimiento de regímenes tiránicos que intentan instalarse para siempre en el poder, con orientaciones que desarticulan las bases orgánicas de nuestras sociedades y pueblos, compartidos con Occidente, hoy amenazados al menos en parte de su esencia.
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