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Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos: Marvel en busca de la diversidad

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Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos, es el segundo intento de Marvel por llevar a su universo personajes con un fuerte acento étnico. ¿Lo logra?. No del todo. Si Black Panther fue celebrada por tocar temas de relevancia social y cultural, el filme de Daniel Justin Cretton se queda corto. Lo hace por su ambivalencia y la incapacidad del director de manejar varios temas a la vez. ¿Otra oportunidad perdida para Marvel? No necesariamente. Pero, sí, es evidente que la casa de las ideas tiene todavía un largo camino que recorrer. 

Los primeros diez minutos de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos se narran en mandarín. También, con una estética que remite de inmediato al clásico cine Wuxia. Más adelante, la historia se desarrolla bajo una poderosa estética marcada por un acento asiático notorio.

Sus personajes tienen un sentido de la moral y del deber, muy relacionado con la cultura china. También hay un despliegue de recursos visuales y de puesta en escena que remiten a filmes como La casa de las dagas voladoras y El tigre y el dragón.

Incluso en las detalladas escenas de acción, la influencia de leyendas del cine Bruce Lee y Jackie Chan es muy marcada y elocuente. Marvel hizo un esfuerzo considerable en que su primera película con un elenco íntegramente asiático, tuviera relevancia cultural.

A la vez, maniobró con cuidado la idea sobre estereotipos, clichés y todo tipo de trampas argumentales. Y aunque Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos es un paso positivo en la dirección correcta, no es satisfactorio. Y no lo es, porque se trata de un producto fabricado —con humor y elegancia— para un objetivo. El primer héroe asiático de la casa de las ideas debe atravesar un duro objetivo. Además, analizar de la mejor manera que pueda y de la forma que le sea posible, la trascendencia de un filme dirigido a un público específico.

Y si en Black Panther Ryan Coogler logró profundizar en temas relacionados con la idea de la pertenencia y triunfar, Cretton no logra el mismo impacto. ¿El motivo? Varios y de diversa índole, pero que podrían resumirse de una sola forma. Marvel todavía desea que sus películas abarquen una buena cantidad de público. La generalización es necesaria para vender un producto masivo y en especial, uno que necesita ser un éxito de taquilla para la franquicia.

Después de Black Widow (considerada un éxito taquillero saboteado por el streaming) la historia de Shang-Chi es un paso audaz. Tanto, como para despertar un pequeño revuelo y el análisis concienzudo de hacia dónde desea dirigirse el estudio en el futuro.

En medio del revuelo que causó el tráiler de Spider Man: No Way Home, la expectación alrededor de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos es también una respuesta. Hay dos caminos que Marvel puede transitar. Uno, profundizar sobre las historias de los héroes tradicionales de la casa. El otro, la bocanada de aire fresco de propuestas locales. La pregunta es que si la película de Cretton es lo suficientemente sólida para ser uno seguro.

Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos ni tan asiática ni tan norteamericana.

Hace menos de un año, Mulan de Niki Caro fue estrenada con una incómoda polémica a cuestas. Demasiado occidental para los asiáticos y demasiado china para los norteamericanos, el filme se encontró en una zona gris. Se habló de su poco parecido con su versión animada de 1998 y también, los intentos forzados por retratar la cultura china. Pero en especial, hubo un debate sobre la evidente necesidad de Marvel de complacer al gigantesco mercado chino, capital en las ganancias de taquilla.

Mulan pasó casi inadvertida en China el fin de semana de su estreno. De hecho, fue superada ampliamente por un drama chino de guerra. Después, hubo un debate sobre la identidad de la película y su poca capacidad para ser un reflejo cultural. De modo que Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos atraviesa un terreno complicado del que puede salir malparado. Eso, a pesar que Marvel refinó la fórmula y duplicó los esfuerzos por dotar a su película de una atmósfera concreta.

Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos es una película que al menos cumple los requisitos formales para ser considerada representativa. Su héroe está interpretado por el actor chino-canadiense Simu Liu. Las peleas, enfrentamientos y el sentido del bien y el mal de todos los personajes son por completo chinos. Pero, aún en sus momentos más extraordinarios y llamativos, la película comete el habitual error Marvel. La acción se hace tan genérica que pierde sentido esencial.

Eso, a pesar de los intentos de un elenco integral, que dota de energía, carisma y un sentido sofisticado a la película. Simu Liu, uno de los grandes entusiastas de una eventual profundización del universo de personajes asiáticos en Marvel, brilla como Shang-Chi. También lo hace Awkwafina, brillante y acertada, que deja libre toda su personalidad como asiática norteamericana. Pero el esfuerzo se siente insuficiente y cuando no, prefabricado.

Si en Black Panther, el sentido de lo étnico bien estudiado y en conjunto elegante, en Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos es artificial. Lo es, incluso cuando se esfuerza mucho más y el universo Marvel estalla en criaturas mitológicas chinas. Es entonces cuando es evidente que el problema no es el sentido ni la forma, sino el fondo. La historia que cuenta Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos apenas sobrepasa la de origen de tantos héroes de la franquicia.

Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos deja atrás lo mejor de sí misma 

En el cómic original, el padre de Shang-Chi era Doctor Fu Manchú, un compendio de estereotipos racistas impensables en la actualidad. Para la versión cinematográfica, la enorme y fría figura paterna del héroe es Mandarin, de hecho el origen de la historia. Pero Marvel, que lleva una década mostrando relaciones complicadas entre padres e hijos, no logra llevar personalidad a la más reciente.

De hecho, se pierde la oportunidad de que Mandarín y Shang-Chi puedan dirimir el conflicto a través de la moral china. Para la cultura asiática, las relaciones paternales son de índole por completo distinto a la occidental. Y Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos lo ignora. De hecho, el conflicto tiene un parecido más que necesario con la de Odin con Thor y Loki. Como el Odín de Marvel, Mandarin es un padre distinto, frío y demandante. Y como Thor (y en cierta forma, Loki), Shang — Chi se esfuerza en alejarse de ese legado autoritario.

Pero al final, el amor y la paternidad en la forma en que se comprende en la cultura asiática se desdeña por un resultado melodramático. Lo mismo que su interesante (en apariencia), exploración de un héroe con acento étnico. Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos pudo ser algo más poderoso pero Marvel aun carece de la potencia para hacerlo. ¿Habrá una tercera oportunidad? Quizás, la próxima será la del triunfo.

La figura racista de cara amarilla ahora justamente desacreditada, famosa (o infamemente) retratada en la pantalla por Peter Sellers en un punto bajo de su carrera. En este universo renovado, Shang-Chi es el hijo de alguien llamado Mandarín, interpretado con frialdad y carisma por Tony Leung, y es Mandarín quien tiene los ojos puestos en el colgante. De hecho, la palabra “mandarín” en sí misma podría considerarse problemática y orientalista, pero la película en sí tiene una respuesta ingeniosa y enérgica a estos puntos, sacando a la luz un personaje sorpresa con el mismo nombre de una película anterior de MCU, que tiene algo que decir sobre el encasillamiento racista en el mundo de la actuación.

Y así, Shang-Chi y Katy se encontrarán con la hermana de Shang-Chi, Xialing (Meng’er Zhang), quien lleva un sindicato de lucha en jaula en Macao, y también con la tía de Shang-Chi, Jiang Nan, interpretada por Michelle Yeoh, quien es la matriarca efectiva del pueblo natal de la familia en China. También es hermana de la difunta madre de Shang-Chi, cuya trágica muerte es la fuente de todo este drama, y ​​cuyo recuerdo acecha fatídicamente todos los pensamientos de Mandarín.

Inevitablemente, hay una picadura a mitad de créditos que dobla a Shang-Chi de nuevo en la imagen más grande de MCU, y establece el hilo cómico esencialmente genial y bondadoso que es una parte importante de la película: es diferente de la seriedad teatral de, digamos, Pantera Negra. El componente mítico de Shang-Chi está más cerca de Thor. Es un jugueteo entretenido, aunque la calidad de la fórmula se está volviendo un poco obvia. Otro Shang-Chi bien podría tener que decir algo más sobre la acción que tomó el joven héroe con respecto a la muerte de su madre (un flashback sobre este punto parecía no ser visto por nosotros), y tendrá que darle a Awkwafina el papel protagónico que se merece.

 

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