El tema de la inclusión socioeconómica de los migrantes y refugiados venezolanos es sin duda uno de los dilemas políticos que enfrenta la región, pero también es un dilema de políticas.
Esto se debe a que, como suelo decir, la capacidad de los países anfitriones para aprovechar la llegada de venezolanos es directamente proporcional a las políticas públicas que se diseñen e implementen para dar respuesta a su llegada.
Y entre todas las cosas que deben abordarse, la cuestión del reconocimiento de títulos y credenciales de educación parece ser un problema nunca resuelto. Cada vez que hablo con un migrante o refugiado venezolano, en cada panel o seminario sobre el tema, esto sigue apareciendo.
¿Por qué es esto importante? Porque para lograr la inclusión social y económica de esta población desplazada, nada funciona mejor que asegurar que puedan trabajar en sus áreas de estudio; por supuesto, esto adicional a la posibilidad de tener un permiso de trabajo y un empleo en la economía formal. Pero tener un ingeniero eléctrico como taxista, un oncólogo como asistente en una oficina médica o un psicólogo de mesero en un restaurante no hace nada para aprovechar al máximo esta migración.
De mis entrevistas con migrantes venezolanos en diversos países, ya sean médicos, docentes, ingenieros o especialistas en tecnologías de la información; todos los que tienen estudios superiores aspiran a seguir trabajando en sus campos profesionales y de ahí la necesidad de lograr la convalidación de sus títulos.
Pero hay una serie de impedimentos para realizar esta convalidación. El principal impedimento sigue siendo la duración de estos procesos; el segundo, el alto costo; el tercero, se relaciona con las diferencias entre la variedad de procesos según cada campo; esto puede ser confuso para los recién llegados, y un último impedimento muy relevante al caso venezolano es que los migrantes y refugiados no siempre tienen el título físico, y se les es muy difícil (y costoso, considerando las coimas que hay que pagar) obtener un copia oficial con apostillado.
Siempre señalamos la existencia del problema, pero hablamos poco de su solución. ¿Qué estrategias se pueden entonces considerar en este tema del reconocimiento de títulos? Menciono tres ejemplos que podríamos seguir explorando.
La primera es la decisión ejecutiva de eliminar requisitos para determinados campos. Aquí es importante destacar la decisión de varios países latinoamericanos de eximir la presentación de ciertos requisitos a médicos o profesionales de la salud para poder incorporarlos a los grupos de trabajo que responden a COVID-19.
Una segunda es considerar la implementación de programas o cursos intensivos con contenidos que se consideren clave en el país anfitrión en un campo en particular, acompañados de una breve práctica para validar la experiencia. Se trata de una vía rápida, controlada por las autoridades competentes y en colaboración con asociaciones profesionales del país receptor, que pueden ayudar a validar la experiencia particular.
Finalmente, también mencionaría una necesaria negociación, primero, dentro de los países, y luego en cada región donde se están asentando los venezolanos, de un procedimiento para el reconocimiento de calificaciones. Un buen ejemplo es el «Convenio sobre el reconocimiento de cualificaciones relativas a la educación superior en la región europea» utilizado en Noruega, a través del cual empleados de la Agencia Noruega para el Aseguramiento de la Calidad en la Educación (Nokut), con conocimiento del sistema educativo en el país de origen del solicitante y con la participación de dos expertos externos nacionales con experiencia en temas específicos, verifican a través de un cuestionario, una entrevista y tareas tanto orales como escritas, la especialidad de los solicitantes.
Estos son procesos extensos y quizás engorrosos, pero también son la mejor manera de aprovechar ese talento y lograr la deseada integración social y económica de estas poblaciones de migrantes y refugiados. También es una forma tangible de mejorar la vida de estas personas.
El llamado es a seguir avanzando desde el análisis y la evidencia hasta el diseño de opciones para lograr la plena inclusión social y económica de los venezolanos, y aprovechar al máximo su llegada a los países de acogida. En la OEA estamos siempre atentos a apoyar técnicamente los diálogos necesarios para lograr este objetivo.
* Las opiniones expresadas son personales. No representan los de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
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