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Acción Democrática, con nombre de mujer

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Por PAULINA GAMUS

De invisibles a protagónicas

Acción Democrática, el partido político que  ocupó un lugar preferencial  cuarenta años de vida democrática en Venezuela (1958-1998), el que fue cinco veces gobierno y tres veces cogobierno, el mismo capaz de hacer historia con la Revolución de Octubre de 1945 que, cuestionamientos aparte, marcó el  ingreso de Venezuela en la modernidad. Ese mismo partido fue muy parco en escribir su propia historia. Quienes mejor lo hicieron fueron sus adversarios más extremos luego volcados en admiradores del fundador Rómulo Betancourt.

En esa historia escrita a medias, incompleta, aparecen los hombres que firmaron el acta fundacional de Acción Democrática en 1941: Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Gonzalo Barrios, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Juan Oropeza,  Leonardo Ruiz pineda, Jesús Ángel Paz Galarraga y otros  con menos renombre. Pero ninguna mujer. Agreguemos por nuestra cuenta y riesgo —por la que fue su trayectoria previa— a Ana Esther Gouverneur y a Cecilia Núñez Sucre.

Inexistentes en el acta bautismal del que fue el más importante partido político de Venezuela durante 57 años, son reivindicadas por su elección a la Asamblea Nacional Constituyente de 1946. Las electas fueron: Ana Luisa Llovera, Mercedes Fermín, Cecilia Núñez Sucre, Carmen Gracián de Malpica, Amparo Monroy Power, Isaura Saavedra, Catalina de Romero, Nieves de Entrena y las independientes postuladas por AD Panchita Soublette Saluzzo y Mercedes Carvajal de Arocha (Lucila Palacios).

El pueblo que por primera vez votó en masa y sin distinción de sexo o condición social eligió a 12 mujeres como diputadas constituyentes, 10 de ellas en la lista de Acción Democrática. Un número que jamás volvería a repetirse. Lo que pareció un avance en el trato y consideración a la presencia de las mujeres en el liderazgo partidista retornó a ignorarlas.  Como antes y como siempre.

Dictadura de Pérez Jiménez. La lucha clandestina

Acción Democrática y el Partido Comunista lideraron la lucha clandestina contra la dictadura.  Las adecas presas y muchas de ellas torturadas en la Seguridad Nacional fueron Aura Elena Merchán, viuda de Ruiz Pineda, Ligia Ortiz, viuda de Mario Vargas, Clarisa Sanoja, Lilia Henríquez, Fada Henríquez, Carmen Veitía, Renée Hartmann, Isabel Castro, Esther Sánchez, Lourdes de Rodríguez, Lupita Fernández, Rosa López de Ramos, Elena de Martínez, Elina de Millán, Isabel Carmona de Serra.

Exiliadas: Clarisa Sanoja, Ana Luisa Llovera, Renée Hartmann, Ruth Lerner de Almea, Aura Elena Merchán, Blanca Canache, Cecilia Olavarría, Deborah Gabaldón, Mercedes Fermín, Lucila Velásquez, Ana Esther Gouverneur, Evelyn Trujillo Gouverneur, Julieta de Niemstchi.

La periodista Ana Luisa Llovera es una de las primeras en salir al exilio. Desde México escribía para El Nacional una columna semanal con el pseudónimo de Lupe Ravelo.  Entrelíneas enviaba mensajes de esperanzas y de libertad al lector.

El retroceso

El primer parlamento democrático, después de 10 años de dictadura, tuvo solo cinco mujeres diputadas, en contraste con las 12 constituyentes de 1946. Las acciondemocratistas fueron Isabel Carmona de Serra y Rosa García. A partir de ese momento, y hasta el Congreso de la República electo en diciembre de 1983, Acción Democrática tenía como escudo para defenderse de su discriminación a la mujer, a la senadora Dori Parra de Orellana, por el estado Lara, y a la diputada Elia Borges de Tapia, que  fue postulada tres veces por distintas entidades regionales.  Salvo el caso de Dori Parra, quien ejercía liderazgo en su Estado, era imposible para alguien que no fuese miembro de la Dirección Nacional del Partido (Comité Ejecutivo Nacional) o de las direcciones regionales lograr la postulación y posterior elección al Congreso de la República. En AD existían las Secretarías de Profesionales y Técnicos, Sindical, Agraria, de Educación, etcétera. Pero las mujeres debieron contentarse, por años, con un Departamento Femenino sin categoría para que su directora, Elia Borges de Tapia, formara parte del CEN del Partido. Fue varias veces secretaria política del mismo, para suplir la vacante de alguien que hubiese sido designado para un cargo público o fallecido.

La Comisión Femenina Asesora

Al asumir la Presidencia de la República en 1974, Carlos Andrés Pérez anunció la creación de la Comisión Femenina Asesora de la Presidencia de la República, con el objetivo de que hiciera recomendaciones para atender la situación de las mujeres venezolanas en el área jurídica y social. El gobierno de CAP declaró 1975 como Año de la Mujer Venezolana, dentro del contexto del Año Internacional de la Mujer, declarado así por la Organización de Naciones Unidas. Correspondió a esa comisión presidencial organizar y realizar, en Caracas (21-25 de mayo de 1975), el Primer Congreso Venezolano de la Mujer. A pesar de la polémica generada entre delegadas de AD, Copei y partidos de izquierda, se logró una declaración final aprobada por mayoría. Fue la que llevó la delegación venezolana a la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer, Ciudad de México (19 de junio al 2 de julio de 1975).

El escándalo y la cuota

Elia Borges de Tapia, directora del Departamento Femenino, decidió postularse por primera vez como candidata al Comité Ejecutivo Nacional, en la Convención Nacional 1981. No fue electa.  En esa misma Convención nos postulamos como candidatas al Comité Político Nacional (CPN), Isabel de Malavé y quien firma. La Convención fue suspendida sin que se eligiera a los integrantes del CPN y convocada para continuar 15 días después.  Las mujeres constituían la mayoría de los comunicadores que cubría la fuente de AD. Aproveché la no elección de Elia Borges de Tapia para denunciar el machismo partidista. Las denuncias contra los partidos políticos —especialmente Acción Democrática— siempre eran un manjar para los medios; la discriminación a la mujer por la convención adeca ocupó grandes titulares en toda la prensa. Dos semanas después, al reanudarse la Convención Nacional, los delegados recibieron la instrucción de votar por Isabel de Malavé y Paulina Gamus para el Comité Político. ¡Obtuvimos el 99,9% de los sufragios!

A partir de este párrafo pido disculpas a los lectores porque en desafío a la elegancia narrativa, pero con respeto a la verdad, debo ser autobiográfica. Ser miembro del CPN, es decir, secretario político no ejecutivo, permitía asistir a las reuniones del CEN con derecho a voz, pero no a voto.  Como asistía sin falta cada lunes y solía intervenir en las discusiones, Gonzalo Barrios, con su característico humor, dijo que era preferible que me hubiesen dado derecho al voto y no a voz. Estuve presente cuando el CEN recibió a Shimon Peres, entonces vicepresidente de la Internacional Socialista, en el mismo 1981. Luis Piñerúa le preguntó cómo resolvía el Partido Laborista de Israel la participación de la mujer. Peres dijo que en los Estatutos de su Partido había una cuota obligatoria de un 15% de mujeres en todos los cargos de dirección partidista y que la misma cuota se aplicaba en los partidos socialdemócratas de los países escandinavos.

Llevé esa idea como propuesta al Departamento Femenino con la aspiración de que fuera apoyada. No ocurrió, ninguna de sus integrantes la creyó posible. Decidí aspirar por mi cuenta y riesgo a la elección como secretaria Política Ejecutiva.  Visité las 23 seccionales del partido promoviendo la cuota. Algunas mujeres dirigentes de Copei y del MAS consideraron que era una vergüenza obtener cargos partidistas por esa vía.  La Convención Nacional de 1982 que eligió a Jaime Lusinchi como secretario general aprobó la reforma estatutaria que incluyó una cuota femenina del 10%. Gracias a ella la Convención eligió a tres mujeres para integrar el CEN: Teo Camargo, Lilia Henríquez de Gómez y Paulina Gamus. La cuota se extendió a todas las seccionales y a los distintos niveles de la organización partidista. La Convención de 1983 que eligió a Jaime Lusinchi como candidato presidencial reformó de nuevo los Estatutos y sustituyó el Departamento femenino por una Secretaría Política. Esta secretaría logró después elevar la cuota femenina a 15%.

Tan criticada al principio,  la cuota fue adoptada por otros partidos e incluida en el artículo 144 de  la Ley Orgánica del Sufragio y Participación política, de diciembre de 1997: “Los partidos políticos y los grupos de electores deberán conformar la postulación de sus candidatos por listas a los cuerpos deliberantes nacionales, estadales, municipales y parroquiales, de manera que se incluya un porcentaje de mujeres que representen como mínimo el treinta por ciento (30%) del total de sus candidatos postulados…”.

Mujeres al poder

La aspiración y la consecuente lucha por alcanzar la igualdad de derechos políticos obliga a preguntarse cuán feministas fueron las mujeres que en distintos momentos lograron asumir las riendas de sus países. ¿Fueron feministas Golda Meir, Indira Gandhi, Margaret Thatcher o más recientemente Angela Merkel?  Aparentemente no.  En su historial es difícil encontrar decisiones que favorecieran exclusivamente a las mujeres. Del segundo gobierno bastante errático de Indira Gandhi, dijo un periodista que ella había demostrado que una mujer podía ser tan estúpida como los hombres.  De Golda Meir, dijo el primer ministro Ben Gurion que Golda era “el mejor hombre de su gabinete”.  ¿Qué decir de las venezolanas en cargos públicos? Aura Celina Casanova fue la primera mujer en ocupar una cartera ministerial —la de Desarrollo Económico— y lo fue en el gobierno de Raúl Leoni (1964-1969). En el primer mandato de Carlos Andrés Pérez (1974-1979) no hubo mujeres.  En el de Jaime Lusinchi (1984-1989), cinco mujeres, pero en diferentes momentos.  En el segundo de CAP (1989-1993) fueron cinco las ministras, el mayor número de mujeres en un gabinete de la era democrática.

El chavismo eligió a 15 diputadas a la Asamblea Constituyente de 1999 y 22 a la Asamblea Nacional de 2000. Hugo Chávez designó mujeres para ocupar diferentes ministerios y altos cargos en la Judicatura. A una ministra del Trabajo le correspondió despedir a los gerentes y cargos medios en Petróleos de Venezuela (Pdvsa) después del paro petrolero (2002-2003).  “Caracas, 12 jun 2003 (EFE). La ministra venezolana del Trabajo, María Cristina Iglesias, dijo hoy que los más de 17.000 despidos de la industria petrolera ‘no tienen vuelta atrás’, luego que un tribunal abrió la posibilidad de que algunos regresen a sus puestos”.  Chávez designó a mujeres juezas para dictar sentencias cocinadas en la Presidencia, como la canallesca de Marjorie Calderón que condenó a 30 años de prisión a los Policías metropolitanos por los sucesos de abril 2002, en Puente Llaguno, Caracas. Chávez se aseguró, con las cuatro mujeres designadas para el Consejo Nacional Electoral, que los venezolanos perdiéramos la confianza en cualquier proceso electoral.

¿Puede algún movimiento feminista garantizar que las mujeres en cargos de decisión sean menos malvadas, corruptas, manipulables y despreciables como pueden serlo los hombres? La ética no es cuestión de género, es de educación, conciencia y decencia.


*Mi gratitud a Carlos Canache Mata, Elisa Lerner y Natacha Ruiz Pineda por aportar datos imprescindibles para este artículo.

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