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El fantasma comunal

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  1. El corazón del poder comunal que desde Chávez anda recorriendo el país es el concepto de que el poder popular “no nace del sufragio ni de elección alguna, sino de la condición de los grupos humanos organizados”. Aunque parece un galimatías, típico de las indigestiones de los “intelectuales orgánicos” del chavismo temprano, lo que quiere decir es que cesa la democracia representativa y se imponen “los grupos humanos organizados”, vale decir las congregaciones en asambleas populares que al efectuarse constituyen el poder popular: si se reúnen 100 vecinos en un barrio de 10.000 habitantes, aquellos cien son un poder. El cual –reitero- “no nace del sufragio ni de elección alguna” sino del hecho de constituirse.
  2. La configuración de la comuna supera el poder originario del individuo; quien gobierna es el colectivo constituido a través de esas agrupaciones. Supuestamente, si usted no quiere que esos 100 individuos reunidos ejerzan el poder, pues asista a las asambleas y allí forme parte de él. No espere una elección en la cual los 10.000 votantes elijan un representante; simplemente intégrese a uno de los “grupos humanos organizados” o colóquese al margen de la voluntad general que ellos constituyen.
  3. Esta discusión -que tiene ribetes de filosofía política-, en realidad lo que hace es aniquilar de un solo viaje tanto al papel del individuo, como el de la democracia representativa, para acomodarse a una versión de la democracia participativa y protagónica de ingrata recordación desde los tiempos eufóricos de Chávez. De manera que la supresión de las elecciones es parte orgánica de una visión estratégica del chavismo; no es –como se suele creer- sólo una vocación por la trampa y el fraude para “ganar” a costa de lo que sea, sino una perspectiva según la cual no es posible conformar el poder popular de esa manera electoral, sino a través de otra forma de participación, en este caso la comuna.
  4. El régimen no ha suprimido las elecciones porque esto entraría en radical contradicción con el intento recurrente de ganar legitimidad y mostrar que es una democracia en movimiento; pero, en su estructura más íntima la alergia hacia el sufragio es equivalente a su apego a lo que entienden por la participación directa.
  5. Hasta aquí podría parecer un enfrentamiento de visiones filosóficas; en realidad, es mucho más que eso. La comuna, como base del poder popular, es un lugar de encuentro de varias estructuras diferentes que conforman los nodos del verdadero poder en el país. Por una parte, existe la estructura militar de REDI, ZODI y Áreas de Defensa Integral (ADI); estas últimas coinciden aproximadamente con los municipios. Por otro lado están los colectivos, grupos armados, las Unidades de Batallas Hugo Chávez (UBCH), el ELN, la disidencia de las FARC, narcos, y otros grupos similares. Finalmente, las estructuras políticas del régimen encuadradas en el PSUV que se solapan con varias de las anteriores formas organizativas.
  6. El poder real en Venezuela está constituido por redes cuyos nodos tienen elementos variados de los ingredientes mencionados en los cuales se produce la confluencia del poder político y militar. Aquí el poder es un coronel que manda más que el general, allá el poder es un jefe del ELN, más acá lo ejerce el que controla la red del narco que puede estar al lado de un camarada del PSUV. Ese heterogéneo conjunto busca una cierta institucionalidad mediante el desarrollo agresivo del poder comunal, comunas y ciudades comunales, que contribuyan a organizar lo diverso.
  7. La peculiaridad es que esa idea, desde el proyecto derrotado de reforma constitucional de 2007, aspira a ser el instrumento de poder controlado desde Miraflores, porque es la fuente de los recursos que reciben las comunas, para lo cual fue creado el ministerio dedicado al asunto. Sin embargo, la posibilidad de volver a una estructura centralizada de poder no es posible y quizá tampoco deseable para el régimen. No es posible porque el Estado que hacía posible niveles de centralización está destruido, lo que hay son redes desconcentradas que ejercen el poder; y tal vez no sea deseable porque lo que le da estabilidad relativa al régimen son las redes de poder de relativa autonomía, en las cuales las fallas de una conexión en un sitio o localidad dispara un breaker, para ser suplidas por la interconexión a través de otros nodos del poder.
  8. Lo único centralizado que le queda a Maduro son la FAES, el Sebin, la Dgcim y el Cicpc, y hasta cierto punto. Lo demás son las redes con apariencia institucional: una la dirige Padrino López, varias otras El Aissami, las de Bernal, y las de los que buscan pasar agachados frente a los medios pero trituran con sus mandíbulas voraces.
  9. Los gobernadores y los alcaldes, toda la estructura subnacional, constituyen herencias de las cuales se desembarazan por la vía de los hechos, aunque las conservan por aquello del qué dirán (también para satisfacer fauces hambrientas movidas por hambres viejas).

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