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CAP no fue ningún profeta

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Ya suma millones de vistas el trozo editado de la entrevista que le hiciera Marcel Granier al expresidente Carlos Andrés Pérez, en la que se anticipa a detallar todo cuanto ocurriría en Venezuela de llegar Hugo Chávez al poder, tal como desgraciadamente ocurrió, después de aquellas elecciones de diciembre de 1998.

Son coincidentes la mayoría de las conjeturas que saltan una y otra vez, oído y visto ese duelo verbal entre el entrevistado y entrevistador, CAP que simplemente dice lo que era lógico esperar de alguien que había sido capaz de mal usar las armas de la república que le habían confiado como miembro de la Fuerza Armada Nacional, en cuyas academias se había forjado una carrera, esperando que honrara el juramento de rigor para los cadetes que escalan primero al rango de subteniente.

Por lo antes dicho es hora de aclarar que Carlos Andrés Pérez no fue un clarividente, ni un profeta, mucho menos futurólogo, adivino ni pitoniso; simplemente era un hombre con los pies sobre la tierra que vio sacudirse debajo del escritorio y de la silla presidencial en Miraflores, mientras resistía los ataques feroces de unos militares sediciosos que intentaron asaltar el poder legalmente constituido. Y lo hicieron dos veces en un mismo año, el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992. Eran unos golpistas contumaces, dispuestos a matar, si era preciso, mientras se saltaban a la torera la Constitución Nacional y las leyes vigentes.

Era de cajón que esos personajes, que nada tenían de demócratas pero sí mucho de dictadores, liquidarían la democracia en vez de perfeccionarla como demagógicamente lo prometieron, y así ha quedado demostrado. Por lo tanto, Carlos Andrés Pérez lo que hizo fue apelar a su experiencia personal y a sus dotes de estadista para advertir que estábamos al borde de caer por un abismo y que ese salto al vacío lo daría una ciudadanía enceguecida por los faros encendidos por los que jugaban a la antipolítica de mala manera, encendiendo unos faros que solo sirvieron para encandilar a un pueblo que ahora paga las consecuencias de semejante temeridad.

Esos personajes llevaban años conspirando, así lo relata con lujos de detalles la escritora Thays Peñalver, en su obra escrita 12 golpes de Estado. Carlos Andrés Pérez los definió como una logia militar que se rejuntó con civiles a quienes calificó como actores de reparto en la Rebelión de los náufragos, frase con la que otra exitosa escritora, Mirtha Rivero, titula su libro sobre lo que verdaderamente sucedió en torno al expresidente malamente defenestrado en 1993.

Mientras aseguro que CAP no fue profeta ni pitoniso, si puedo confirmar que Hugo Chávez fue un redomado mentiroso que se aprovechó de la candidez de muchos y de las andanzas de unos cuantos que jugaron con el diablo. Están aún colgadas en YouTube algunas entrevistas que le hicieron al entonces candidato presidencial Hugo Chávez. Una fue la que protagonizó el escritor peruano Jaime Bayly, en la que el entrevistado miente con un descaro que no tiene parangón. Aseguró que reduciría el IVA, dijo que no aplicaría control de cambios ni de precios, que no echaría manos a los métodos de privatización, sino para poner en manos de gerentes privados hoteles, hipódromos y loterías; ya sabemos que hizo todo lo contrario.

A Pdvsa prometió mantenerla como lo que era, una gran transnacional petrolera, pues a la vista están las chatarras a lo que han sido reducidas sus refinerías, por ejemplo. “La banca nacional debe abrirse a una sana competencia con agentes internacionales”, dijo en esa entrevista ese gran estafador, también sabemos que ha ocurrido en ese sector. Prometió que renegociaría la deuda externa para reducirla. Sabemos que el monto de esa deuda no pasaba de 32.000 millones de dólares hasta ese año de 1998; al día de hoy supera los 175.000 millones de dólares, después de haberse devorado más de 1 trillón de dólares, solo por concepto de la renta petrolera. Le juró y rejuró a Bayly que “no era socialista, que no sería autoritario, que no haría un régimen de corte militarista”.  ¡Qué mentiroso!

En conclusión, estaba de anteojito todo el daño que le ocasionaría al país semejante pandilla de golpistas desenfrenados. Por lo tanto, CAP no hizo otra cosa que encender las alarmas ante el inminente disparate que estaba a punto de consumar una ciudadanía a la que Chávez había arrinconado en una vereda para estrujarla a su antojo. En lo que sí hubiese sido clarividente CAP es si le hubiese dicho a Marcel Granier: “Y este canal lo cerrarán, porque dictadores como Chávez no tolerarán las novelas críticas que soportó mi gobierno democrático”.

@alcaldeledezma

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