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Se solicita presidente de México

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Con el gobierno de Vicente Fox se le quitó el freno a la violencia. No es que anteriormente viviéramos en un país idílico, no, había violencia, secuestros y asesinatos en comunidades indígenas, y transitar por algunas zonas de la región de Guerrero, Tamaulipas o Chiapas (por mencionar algunos ejemplos) era riesgoso. Sin embargo, con el inicio del nuevo milenio y la llegada del PAN a Los Pinos, comenzó una silenciosa escalada en la violencia. Una violencia nunca antes vista y por eso más peligrosa y sangrienta. No se reconoció fácilmente. Con ello no quiero justificar al gobierno panista, lejos esté yo, pero al decir desde el discurso del Gobierno que eran sucesos aislados, los cárteles de la droga comenzaron a reconformarse y “diversificar” sus “negocios”.

Luego llegó Felipe Calderón, un sexenio que estuvo marcado por la fallida “guerra contra el narco” y la presencia del ejército en las calles. Escenas de violencia cruenta eran más habituales. La lucha por las plazas del control de las drogas entre diversas facciones se desató; entre los enfrentamientos miles de civiles perdieron la vida, o bien, familias y comunidades enteras fueron desplazados por esta guerra y la violencia entre narcos y grupos del crimen organizado. Cifras nunca antes vistas de muertos y desplazados en nuestro país se daban a conocer.

Esto dio pie a que el PRI volviera a la casa presidencial en los pies de Enrique Peña Nieto, quien se comprometía a “Mover a México”. Y bien yo mismo escribía en su momento una columna en el periódico Capital México titulada “Mover no es sinónimo de avanzar”, ya que se nos vendía la idea de que sería un gobierno que reactivaría la economía, el turismo (fuertemente afectado por la violencia y la lucha de zonas de trasiego de droga); no obstante la corrupción, que siempre ha existido, se llevó a niveles de desfachatez, gobernadores que así como dejaban el cargo, eran señalados por corruptos y acusados de enriquecimiento ilícito, además de estar coludidos con grupos criminales.

Así fue puesto el escenario para que en 2018 ganara Morena, el partido que Andrés Manuel López Obrador comenzó a conformar desde que era jefe de Gobierno de la Ciudad de México perteneciendo a las filas del PRD, con los famosos “moches” o “diezmos” que les solicitaba a todos sus funcionarios públicos de la capital denominados “empleados de confianza” o “estructura”. Mes a mes eran anotados en una libreta de algún encargado de recabar estos “fondos” para el movimiento. Tras dos intentos, uno en 2006 y otro en 2012, por fin, su Movimiento de Regeneración Nacional alcanzó la presidencia de México.

Andrés Manuel López Obrador llegó pregonando “no somos iguales” al hacer referencia de los políticos que lo han antecedido en el cargo como presidente de México. Dice que es “diferente”, pero al igual que con el eslogan de Enrique Peña Nieto lo digo: “Ser diferente no es sinónimo de ser mejor”.

Andrés Manuel López Obrador no deja de ser un candidato a la presidencia, y no se ha dado cuenta de que ya han pasado casi tres años de su gobierno. Sus mismos allegados comienzan el desfile para anotarse para sucederlo. Y esto es lo peor que le puede pasar a nuestro país, que se entienda lo que estoy diciendo: yo quiero un presidente de mi país, no un candidato. No ha entendido que él es el presidente y debe actuar como un jefe de Estado. Sigue queriendo ser el jefe de su partido, el coordinador de sus secretarios e insiste en que la prensa es su peor enemiga, incluso por encima de los cárteles de la droga. Y en eso ya se le han ido tres años de gobierno, lo que coloca a su sexenio con las mayores cifras de violencia, asesinatos y masacres. El presidente insiste en que las cosas están mejor que antes y mientras no asuma su responsabilidad como jefe de Ejecutivo, la situación, ya no digamos se revierta o mejore, si no que por lo menos ya no alcancen cifras de escándalo.

La corrupción ya no es desfachatez, es una burla de parte de funcionarios del sexenio o de familiares muy cercanos al presidente. Es urgente: SE SOLICITA PRESIDENTE DE MÉXICO. Según cifras del propio gobierno, la violencia ha escalado a tal punto que diariamente se cometen hasta 100 asesinatos. La escasez de medicinas es brutal, ya no digamos para enfermedades como el cáncer, me refiero a esquemas básicos como antigripales o medicamentos para diabéticos. La economía solo resiste por las remesas, que no es un logro de este ni de ningún otro gobierno, al contrario, eso es un reflejo de lo mal que lo hace un gobierno y por lo cual las personas tienen que abandonar sus comunidades.

Es urgente que tengamos un presidente en México que se asuma como tal. Que sea un mexicano de cualquier ideología (ya el partido político es lo de menos, incluso no importa si no tiene partido), pero que sea un presidente que entienda que los malos no son los empresarios, ni la clase media, ni los periodistas… que los malos son los que llevan dañando a México desde hace muchas décadas, como los políticos corruptos (que persisten en este gobierno, como los hubo en los anteriores), como los delincuentes y los grupos criminales.

Un presidente que entienda que no se puede ser un presidente de solo 16 horas, como lo ha dicho en múltiples ocasiones. Se es un presidente por 6 años completos, un presidente de 24/7 o por lo menos eso es lo que espero de una persona que se asume como demócrata, humanista, pero sobre todo, como presidente de México.

Un presidente que entienda que el ejemplo arrastra y que si se asume como presidente de tiempo completo entenderá que el uso del cubrebocas tendría que ser una política de Estado, elemental, pero que evita cargas virales que pueden poner en riesgo la vida de las personas.

Ojalá pronto México tenga un verdadero presidente.

Tiempo al tiempo.

@plumavertical

 

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