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Amenazadas por el turismo

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Son varias las ciudades alrededor del mundo que han dejado, en las últimas dos décadas, de ser modelos de éxito en relación al turismo. A veces, no tan paulatinamente sino de manera acelerada. Las señales de alarma circulan entre las autoridades. Se han multiplicado los estudios, informes y estadísticas que apuntan hacia la masificación, como el principal factor responsable del deterioro. Existen rankings de cuáles son las ciudades más amenazadas por el turismo. Las preguntas se multiplican: ¿Cómo será el turismo en los próximos tiempos? ¿Tendrá que ser restringido? ¿Es realmente posible un turismo sostenible que salve a las ciudades de sus visitantes?

El ranking más reciente de 50 metrópolis, repartidas entre EEUU, Europa central, Asia, África y el Pacífico, incluye solo a dos ciudades latinoamericanas: Ciudad de México y Cancún.  En cuanto a riesgo por masificación y daño patrimonial, Roma y Venecia ocupan el primer y segundo lugar respectivamente. Varsovia, Dubrovnic y Macao, tercer, cuarto y quinto puesto, seguidas de Amsterdam, Antalya y Praga. París, Bangkog y Barcelona, se encuentran entre los primeros once puestos de mayor vulnerabilidad. Esta última, era hasta hace poco un modelo de destino con gran éxito, pero las consecuencias de esa efectividad han terminado por invertir las condiciones. El furor que suscita entre los visitantes el recorrido por los edificios del modernista catalán Antoni Gaudí, entre otros atractivos, es motivo de preocupación.

Roma y Venecia

Roma ya no tiene secretos. Si un turista pretende absorber de manera explícita su tradición histórica paseándose entre sus ruinas, sepa que va a recibir una multa por sentarse en las escalinatas. La capital italiana, porta un ominoso primer lugar en la nefasta lista. Pero lo que ocurre en Venecia es mucho más grave. Se publican titulares que exhortan a pedir su resurrección de Venecia. El hecho de saberla hipotéticamente muerta, le da el derecho de ostentar el segundo lugar del ranking. Azotada por tener acceso marítimo con un incalculable flujo de visitantes mediante cruceros, no ha logrado tampoco concretar el sistema de protección con diques para solucionar el tema de las inundaciones.

Dubrovnik

No sólo por ser el escenario de producciones como Juego de Tronos es que Dubrovnik está experimentado una popularidad realmente extendida. Esta ciudad costera conserva sus murallas y palacios del siglo XVI y los contrasta con extraordinarios paisajes a orillas del mar Adriático, siendo muy solicitada entre la oferta del Mediterráneo. Sin embargo, su incipiente infraestructura turística no está en capacidad de recibir grandes masas con exigencias de alojamiento, planes de entretenimiento, servicios básicos y alimentación, y suma 4 puntos de riesgo por presión sobre su patrimonio, de una escala de 5.

La lista es larga y la amenaza crece. Los especialistas en gestión urbana, las comercializadoras turísticas y los gobiernos tienen el reto de escapar de este método de análisis que estigmatiza y compromete el futuro de sus ciudades. Las Naciones Unidas y otros entes multilaterales han propuesto algunas soluciones, como por ejemplo, una metodología basada en el estudio de las capacidades de cada ciudad -servicios, estado de las calles, restaurantes, hoteles y más- para así definir cuántos turistas por día puede recibir cada ciudad. Si la masificación turística continúa, ocurrirá que los viajeros tendrán que hacer citas, con años de anticipación, para visitar los lugares que tienen mayor demanda.

turismo

Foto: Pixabay

¿Se logrará la salvación de Venecia?

Hace más de un siglo que en Venecia se comenzó la medición de los niveles de acqua alta (Acqua alta describe un fenómeno que se produce en dos momentos del año, en primavera y otoño: mareas altas que inundan a Venecia, especialmente sus zonas más bajas; se considera que la misma ocurre cuando la marea sobrepasa los 90 centímetros de su promedio habitual). A la ocurrencia de las anegaciones (anegación: inundación de un terreno), se fueron sumando variables como el cambio de condiciones a causa del calentamiento global y el subsecuente deshielo de los glaciares, la incidencia turística, el deterioro ambiental y algunos escandalosos casos de corrupción, ha dado paso a un verdadero estado de alarma en cuanto a su evidente vulnerabilidad.

Ha dicho Alvise Papa, Coordinador del Centro de Prevención de Mareas del Ayuntamiento de Venecia, que, desde que comenzaron las mediciones, nunca se habían superado los 140 centímetros, dos veces en un mismo año. Actualmente, científicos de la ONU proyectan una subida de 70 centímetros de forma reiterada hasta 2050, lo que se traduciría en la inundación de la Plaza San Marcos unos 300 días al año, incluso dos veces en la misma jornada. En las estadísticas se refleja el año de 1966, como el más catastrófico para La Serenísima.

En un reportaje de 2019, se reseña un evento, cuyo alcance deja al descubierto la urgencia de rescatar la ciudad de los canales. El nivel del agua llegó a 1,5 metros, por lo que tiendas, teatros y la Basílica de San Marcos tuvieron que cerrar sus puertas. Las plataformas para el desplazamiento volvieron a ocupar el centro de la atención, desmejorando la estética visual, dificultando la movilidad y mermando el desempeño económico local.

¿Qué hacer ante semejante amenaza?

El continuo estado de emergencia impone un conjunto de decisiones dirigidas a anular esa especie de sentencia de muerte paulatina, de uno de los lugares turísticos más emblemáticos del orbe, ciudad de iglesias y palacios incomparables, sede de una prestigiosa bienal de arte y otra de arquitectura, hogar de Lord Byron, ciudad amada por Joseph Brodsky y por otros tantos escritores, y escenario del afamado Carnaval.

A pesar de los episodios desalentadores y la gravedad que demuestran las estadísticas, Venecia no está desamparada. Sobre la administración territorial crece un fantasma destinado a “salvarla” del hundimiento.

La construcción de un sistema de diques, conocido como proyecto MOSE (Modulo Sperimentale Elettromeccanico), lanzado en 1984, cuando ya había comenzado el hundimiento, está destinado a rescatar la ciudad. La primera piedra del proyecto, que consta de 78 gigantescas compuertas móviles ubicadas en tres puntos diferentes, fue instalada en 2003, bajo el gobierno de Silvio Berlusconi.

Se pensó que la obra podría ejecutarse con un presupuesto de 5.500 millones Euros (más de 6 millones de dólares) y estar terminada para 2016. No obstante, una seguidilla de conflictos políticos, económicos y ambientales, sazonados ahora con la irrupción de la pandemia, inclinan el calendario hacia más allá de 2022. En 2014, las obras fueron paralizadas al descubrirse una estafa por 250 millones de euros, que involucró al patrón del consorcio público, ingenieros y constructores. Hoy apenas alcanza el 94 % de su desarrollo, por lo que la ciudad afronta el fenómeno del acqua alta o exceso de nivel de agua de manera recurrente, sin un mecanismo real y eficiente de protección. Un estudio publicado en Nature Comunications afirma que el mar amenaza el 96% del patrimonio cultural del Mediterráneo. Esto afirma que la ciudad se encuentra inmersa inexorablemente dentro de ese marco de riesgo.

Política, turismo y población

El hecho de haber sido reconocida como patrimonio Mundial de la Humanidad por Unesco, en 1987, hace de Venecia el destino recurrente de oleadas de turistas provenientes de todo el planeta. Toda la incidencia que se puede imaginar -erosión física y ambiental- está concentrada en ella. Contrario a lo que muchos esperaban, que el turismo fuese una fuente de orgullo para los venecianos, el resultado ha sido el contrario: en medio siglo la población nativa se ha reducido a la mitad.

Sólo en 2017, la ciudad, de unos 260 mil habitantes, recibió a más de 36 millones de turistas. El profesor Carlos Rati, en su artículo Cómo salvar a Venecia, argumenta que ésta debe salir de la jurisdicción del gobierno italiano, en vista de la inacción demostrada por la falta de un proyecto consistente y bien presupuestado. El planteamiento que se ha formulado consiste en un proyecto de política pública, dirigido a personas que no viven en Venecia, a radicarse y comprometerse de alguna manera con la recuperación definitiva de su geografía y espacios culturales, mediante un novedoso método de inversión.

Foto: Pixabay

El turista que viene

La turismofobia, desatada fundamentalmente en algunas ciudades de Europa, con consecuencias que amenazan incluso la paz vecinal, ha hecho reaccionar a algunos sectores que, dada la emergencia, apuestan por un nuevo perfil de turista.

La afirmación de que el turista del futuro será eminentemente digital, se desprende del  estudio El viajero 2030, presentado recientemente por la analista Julia De Pedro y publicado por I+D Altrán. Las proyecciones vaticinan un enorme crecimiento en la demanda, constituyendo un reto de planificación. De los 300 aeropuertos que actualmente se construyen en el mundo, 60 se encuentran sólo en China. Datos estadísticos confiables anuncian que 76% de los viajeros saldrán del continente asiático y regiones del Pacífico, sostenidos por la más costosa y mejor tecnología.

Los pronósticos sugieren un crecimiento del viajero solitario, interesado en el turismo creativo, responsable, con criterio de conservación y enfoque cultural. La proyección para los próximos doce años se enfoca en una inversión de condiciones y sus protagonistas serán las generaciones Alpha, Z y sus padres, los Millenials. Los países previstos como destinos destacados serán México, Indonesia, Nigeria y Turquía, por su crecimiento económico y demográfico, sin embargo, Asia con China y Corea del sur a la cabeza, seguirán en el pedestal de los viajeros.

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