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En 2050 la mitad del planeta sufrirá estrés hídrico

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Hace apenas 200 años la población mundial no rebasaba los mil millones de personas. Pero llegaron la modernización, la industrialización, las mejoras en la sanidad y la agricultura, por lo cual la esperanza de vida aumentó de modo notable. Tanto que se ha verificado un incremento sustancial de los habitantes del orbe. Según cálculos de ONU hoy día somos alrededor de 7,8 mil millones de personas. Para 2050 se prevé que seamos alrededor de 9 mil millones de habitantes.

Lo expuesto anteriormente implica que en 2050 la demanda de agua será mucho mayor: aumentará hasta 55%. Ese crecimiento de la demanda provendrá, principalmente, de las industrias. Al escasear el agua, el llamado estrés hídrico se extenderá.

Veamos algunas estimaciones que tiene la ciencia: en el año 2050 un total de 1.600 millones de personas estarán en riesgo de inundaciones. Por otra parte, 3.900 millones de personas sufrirán estrés hídrico. Esencialmente, 40% de la población mundial. Ahora bien, ¿qué es el estrés hídrico? El momento en el que la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo determinado de tiempo.

Acuíferos en peligro

En otro orden de ideas, hay que resaltar que los acuíferos están en peligro. “El satélite Grace de la NASA y la Agencia Aeroespacial Alemana han estudiado 27 de ellos, y las cifras resultan preocupantes. 21 están perdiendo agua, mientras que 1/3 está agotando sus reservas. 8 de ellos están estresados y 5 muy estresados”, indica el web site de la Fundación Aquae.

El portal condimenta el análisis: “No todo iban a ser malas noticias para el agua en 2050. A pesar de la disminución del agua disponible para 2050, sabemos que se reducirá de 2 mil 300 a 1.400 millones el número de personas sin acceso a saneamiento básico. Y la población sin agua potable seguro también bajará de los 750 millones a 250”.

¿Más datos de relevancia? Para el 2050, entre 4 mil 800 millones y 5 mil 700 millones de personas vivirán en áreas con estrés hídrico durante, al menos, un mes al año, contra los 3.600 millones actuales. Entretanto que el número de personas en riesgo de inundaciones aumentará a 1.6 mil millones, de 1.2 mil millones que es el número actual.

Se espera que la contaminación de las aguas empeore aún más en las próximas dos décadas, principalmente debido a las escorrentías agrícolas de fertilizantes y otros agroquímicos que cargan los suministros de agua dulce.

“Estos productos introducen todo tipos de nutrientes que conducen al crecimiento de patógenos y la aparición de algas asfixiantes. La industria y las ciudades también son un problema importante. Aproximadamente el 80% de las aguas residuales industriales y municipales se vierten sin tratamiento”, explica la Fundación Aquae.

Y remata con una visión general del futuro: “El cambio climático afectará gravemente la disponibilidad de agua para las necesidades humanas básicas y pondrá en peligro el acceso al agua potable y el saneamiento para miles de millones. Como consecuencia de esto, millones de personas se unirán a la ya vasta cantidad de población que sufre estos problemas en la actualidad”. Sin duda, el agua será un bien mucho más codiciado que hoy, hacia 2050.

Ranking: mayor y menor disponibilidad de agua

Una simple revisión del mapa de disponibilidad hídrica del planeta muestra que su distribución es asombrosamente irregular: zonas donde hay mucha agua y otras donde apenas existe.

10 países concentran más de la mitad de las reservas de agua dulce del mundo: Brasil, Rusia, Canadá, Estados Unidos, China, Colombia, Unión Europea, Indonesia, India y República Democrática del Congo. Por razones de espacio, sólo nos detendremos en los 3 primeros.

-Brasil. El país más extenso de Latinoamérica es también el que tiene mayores reservas de agua dulce, con unos 8.233 kilómetros cúbicos (km3), lo que supone unos 43.000 metros cúbicos (m3) per cápita. Sin duda, su riqueza acuática se debe principalmente al Amazonas, el río más largo y caudaloso del mundo, que tiene más de 200 afluentes y acapara por sí solo la quinta parte de toda el agua fluvial del planeta.

-Rusia. El país más extenso del planeta es también el segundo con mayores reservas de agua dulce, con un total de 4.067 kilómetros cúbicos, lo que supone unos 29.000 m3 por persona. Aunque su cifra es casi la mitad de Brasil, Rusia tiene más del 20% de los recursos superficiales de agua dulce, gracias en gran medida a sus más de 2,5 millones de ríos y más de 2 millones de lagos.

-Canadá. El segundo país con mayor extensión de la Tierra ocupa el tercer lugar, aunque al contrario que Rusia, sus más de 3.300 kilómetros cúbicos de reservas de agua dulce se deben sobre todo a los numerosos acuíferos que hay bajo la superficie. Esto provoca que, a pesar de contener menos del 1% de la población mundial, este país norteamericano cuenta con el 7% de los recursos globales renovables de agua dulce.

Pero, ¿cuáles son los países con menos agua potable en el mundo?

Según la Fundación Aquae, casi 1.000 niños menores de 5 años mueren todos los días de diarrea causada por agua contaminada, saneamiento deficiente e higiene insegura. Muchas de estas muertes ocurren en alguno de estos, que son algunos de los países con menos agua potable del planeta: Mozambique, Níger, Chad, Angola o Somalia. Veremos solo 5, sin ningún orden de importancia.

-Mozambique: El 52,7% de la población no tiene agua en sus casas. La cosa se hizo peor en 2019 con el paso de dos ciclones, lo cual generó brotes de cólera y aumento de las enfermedades transmitidas por el agua.

-Níger: El 54,2% del país más grande de África Occidental no tiene agua limpia para tomar. Las sequías son habituales y detienen la producción agrícola local.

-Y algunos otros como Chad, en donde con una población de 12 millones de habitantes, 57.5% de ella no dispone de agua potable a sus poblados. Casi el 6% bebe de arroyos y ríos contaminados.

-Angola: Algunas zonas disponen de recursos hídricos, pero el 59% de los angoleños no tiene agua canalizada y un 25% de la población bebe directamente de los lagos.

-Somalia: El agua potable es un imposible para el 69% de la población. La situación se hace cada vez más grave por las guerras, las sequías y las inundaciones.

La gran pregunta hacia el futuro de la humanidad, es si se encontrará la manera de reducir la desigualdad de acceso al agua que hay ahora en el mundo.

agua

Foto: Pixabay

Objetivo: disminuir la cantidad

Es indudable que la sostenibilidad del recurso hídrico, máxima garantía de su disponibilidad, tiene mucho que ver con un consumo responsable y una gestión adecuada. Los siguientes datos de consumo por día en una casa nos pueden sugerir, qué medidas podemos tomar para reducir la cantidad de agua que utilizamos cada día:

-Un baño: Entre 150 y 300 litros.

-Ducha: 50-100 litros.

-Bajar la cisterna: 10 litros.

-Lavar los platos a mano: 23 litros.

-Una sesión del lavavajillas: Entre 20 y 40 litros.

-Una sesión de la lavadora: Entre 40 y 80 litros de agua.

-Descongelar un alimento bajo el grifo: Entre 15 y 25 litros.

-Mantener el grifo abierto durante un minuto y medio, durante el lavado de dientes, puede gastar más de 18 litros.

-Lavado de coche con manguera: Entre 200 y 500 litros.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud): “Si bien la necesidad básica incluye el agua que se usa en la higiene personal, no resulta significativo establecer una cantidad mínima ya que el volumen de agua que usen las viviendas dependerá de la accesibilidad al recurso”.

En primer término, toca definir qué es el acceso. Acceso básico es la disponibilidad de una fuente a menos de 1.000 metros de distancia o 20 minutos de recorrido desde el lugar de utilización, y posibilidad de obtención fiable de al menos 20 litros diarios para cada miembro de la familia.

Este mismo ente dispone de ciertos baremos con los que hacer una estimación sobre la necesidad de agua según las necesidades atendidas. Por ejemplo, un acceso básico es aquél en el que es posible el consumo, el lavado de manos y la higiene básica; aunque no garantiza la lavandería o la posibilidad de baño. El nivel de afectación sobre la salud de las restricciones que presenta es alto.

El acceso medio es aquél en el que las personas acceden a unos 50 litros de agua al día. Esto a una distancia menor a 100 metros o 5 minutos. Se asegura además de los consumos del acceso básico, la lavandería y el baño. En este caso, el nivel de afectación sobre la salud es bajo.

El acceso óptimo, por último, es el consumo de una cantidad promedio de 100 litros por persona de agua abastecida de manera continua a través de varios grifos en el que se atienden todas las necesidades de consumo e higiene. De 50 a 100 litros por persona al día garantizan un nivel de afectación sobre la salud bajo.

¿Qué acciones tomar antes de 2050?

Ya se sabe que los pronósticos hacia 2050 son que la mitad del planeta sufrirá de estrés hídrico. Actualmente, alrededor de 2 mil 200 millones de personas no tienen acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura en todo el orbe. 4 mil 200 millones no disponen de servicios de saneamiento seguros y 3 mil millones carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos. Lo que tenemos en el horizonte es un empeoramiento de todos estos datos. Pero, ¿podemos evitarlos?

El Banco Mundial (BM) ha divulgado en 2019 un documento con propuestas dictadas por expertos. “Para orientar la eficaz adaptación al cambio climático, las actividades deben reflejar la importancia de la gestión hídrica para reducir la vulnerabilidad y crear resiliencia climática”, reza el texto citado.

Ahora bien, ¿cuáles serían las medidas a adoptar? En primer lugar, toca ampliar la gestión integrada de los recursos hídricos más allá de los enfoques tradicionales. ¿Cómo es esto? Los esfuerzos para hacer menores las emisiones de gases de efecto invernadero están asociadas al acceso a fuentes de agua confiables.

Luego, el ente multilateral propone promover inversiones y soluciones que incorporen la gestión de la ‘infraestructura natural’ (esto es, los servicios ecosistémicos proporcionados por cuencas y litorales saludables) y sus efectos positivos en favor de un desarrollo con resiliencia al clima, de los sectores de la energía y de los alimentos.

“Apoyar acciones a escala para generar resiliencia frente al clima combinando la gestión de cuencas, la infraestructura sostenible, y el empoderamiento y el aprendizaje a través de instituciones flexibles”, indica el texto del BM. Esto, digamos, si nos detenemos en las ideas que conciernen a políticas públicas o gestión de gobierno.

Pero, ¿qué pasa si ponemos la mente en la economía? Hay algunas ideas acá que reforzar: Optimizar el uso del agua a través de mejoras en materia de planificación e incentivos ayudará a mejorar el bienestar y aumentará el crecimiento económico; es vital hacer más vasto el suministro y la disponibilidad de agua donde se pueda y corresponda; otra de las materias esenciales es lograr que las economías sean “impermeables”. ¿Para qué? Para limitar el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos y la incertidumbre.

Y, finalmente, hay algunas consideraciones de orden ético. “El agua es crucial para determinar si el mundo alcanza o no los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El mundo requiere un cambio fundamental en la manera cómo se comprende, valora y gestiona el agua”, asegura el BM.

Desglosemos lo anterior, para asimilar mejor: comprender el agua implica la toma de decisiones con base en pruebas acerca del agua utilizando datos hídricos consolidados. Valorar el agua es reconocer los valores que la sociedad le adjudica al agua y a sus empleos, tomándolos en cuenta para decisiones políticas y comerciales. Y gestionar el agua significa adoptar enfoques integrados para la gestión de los recursos hídricos a nivel local, nacional y regional.

No hay una receta mágica, pero estas son las propuestas en firme del Banco Mundial. Vale la pena ponerles atención.

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