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La historia olvidada sobre la Gobernación de Valencia

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Aunque este es un tema muy curioso, no son muchas las personas que conocen sobre estos hechos a los que nuestra urbe estuvo vinculada durante el siglo XVIII, debido a que se convirtió en la protagonista principal del debate político y económico de la Provincia de Venezuela y que sin duda alguna nos muestra que Valencia, desde su nacimiento, estuvo de hecho y de derecho en el centro de las intenciones para convertirla en la principal ciudad de esta Provincia.

El historiador Guillermo Morón, en su obra Historia de Venezuela en su Tomo III, habla sobre ese hecho, así como también lo hizo la historiadora española Analola Flores, en una investigación que publicó en la Revista de HistoriaCaracas, con motivo de los 410 años de Valencia.

Estos trabajos se basaron en un famoso documento enviado al rey de España (Felipe V) por parte de los licenciados Antonio José Álvarez de Abreu y Pedro Tomás Pintado en el año 1715, en el que proponen la división de la Provincia de Venezuela en dos partes y en el que una de ellas, la Nueva Valencia del Rey, sería su capital.

Lo cierto del asunto es que durante el siglo XVIII, la Provincia de Venezuela sufrió serias discusiones entre sus ciudadanos y las autoridades, todas ellas ocasionadas por las imposiciones comerciales impuestas por los oficiales españoles.

Esos hechos llevaron a la Corona a enviar a Venezuela a don Antonio Álvarez de Abreu. Y ¿quién era este personaje?

Bien, Álvarez de Abreu era un hombre con mucha influencia y poder que ostentaba nada menos y nada más que el siguiente título: Marqués de la Regalía, del Consejo y Cámara de Indias y Ministro de las Juntas Generales de Tabaco, Comercio, Moneda, Asiento de negros, Dependencias de extranjeros y de la Súper Intendencia General de Azoges. Y Pedro Tomás Pintado, quien fungía como juez contador del navío de registro de Monte Sacro.

Estos personajes, además de haber hecho una evaluación de todo lo que sucedía, redactaron un informe en el que en alguna parte se dice lo siguiente:

“La ciudad capital para el nuevo gobierno debe ser Balencia y su puerto, Puerto Cavello, que dista de ella cinco leguas, como de Caracas al de La Guaira. Está situada en la eminencia de unas hermosas llanadas, tiene a la vista una laguna de más de 16 leguas de largo y 5 de ancho. Poblada de muchos pescados, aves y todo género de caza. Es bello sitio, mui pingüe y ameno capaz de reedificarse y estenderse mucho mui sano. Tiene muchas aguas, montes y todas las demás calidades que requieren para poblaciones grandes según las leyes que de esto tratan. Y podrán quedar para jurisdicción de este gobierno de Valencia, con el título de Nueva Valencia: por la mar la costa que ai desde Puerto Cabello a Coro; y por tierra, Puerto Cabello, las ciudades de Nirgua, Barquisimeto, Carora, Tocuyo, Trujillo y Coro son los pueblos indios que ellos comprehendem”.

Al parecer este problema se prolongó por varios años tomando su máxima expresión en la época que fue gobernador de la Provincia de Venezuela Felipe Ricardos (1751-1757), quien logró controlar la situación y que al parecer era partidario de aquella propuesta de (Álvarez y pintado) ya que este gobernador expresaba  que el conflicto generado (principalmente por los caraqueños) le costó a la corona 366.573 pesos y que estos tenían que pagar esa suma en montos anuales no menores a 10.000 pesos, además del aumento que le hizo a la alcabala y adicionalmente decía que Caracas era una ciudad desleal, por lo que el famoso proyecto de Valencia estaba en un tiempo muy oportuno.

Sin embargo, esta propuesta no llegó a concretarse y las razones oficiales de ello, hasta la fecha, no se conocen. Lo que sí podemos decirles que la Nueva Valencia tenía una ubicación geográfica privilegiada, la mercancía de la provincia tenía que pasar por su territorio y eso le daba sobradas razones para adquirir la categoría de capital, las cuales fueron muy defendidas e impulsadas por sus vecinos sobre todo en el siglo XIX durante el cual ocurrieron eventos muy importantes en torno a este tema.

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