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El asesinato de Fundaredes y de Voluntad Popular

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Javier Tarazona, El Nacional

Javier Tarazona | Archivo

La represión en Venezuela resurge en un momento que puede definirse como crucial: durante las negociaciones para aliviar las sanciones y alcanzar un acuerdo político con un cronograma electoral. A estas variables internas se le añaden las protestas en Cuba, cuyas dimensiones son realmente desproporcionadas, no solo por su significado histórico sino por las repercusiones que tienen en América Latina.

El asedio contra Fundaredes tiene una valoración distinta a la común persecución contra partidos políticos y miembros de la Fuerza Armada. El ataque se direcciona contra la sociedad civil organizada que se ha movilizado para visibilizar las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, el propósito es silenciar las organizaciones que en su labor exponen francamente la participación del régimen y sus figuras claves en acometidos contra la naturaleza del propio Estado. Al evaluarse el daño y el significado del trabajo minucioso de la ONG se optó por criminalizar a su figura más prominente; Javier Tarazona Sánchez, su hermano Rafael Tarazona y un coordinador regional, Omar de Dios García, estos últimos con el infortunio de ser sus acompañantes.

Por su parte, la persecución contra el partido Voluntad Popular escala hasta el atentado al presidente interino Juan Guaidó, el secuestro de una de sus figuras en el país como lo es Freddy Guevara y la determinación de aprehender al secretario general de la organización, Emilio Graterón, así como los dirigentes Gilber Caro, Hasler Iglesia y Luis Somaza, además de una importante ola de detenciones y persecuciones contra dirigentes parroquiales, gremiales y periodistas vinculados a la organización política. Esta arremetida brutalmente significativa parece encontrar razones en dos direcciones.

La primera: es de orden geopolítico y tiene que ver con las protestas en Cuba, y los movimientos que de ellas se derivan.

La segunda: la posición del líder de la organización, Leopoldo López, quien emerge cada vez más como una voz sólida dentro del desorden y las ambiciones que gravitan en el mundo político opositor, abriendo un abismo entre las aspiraciones del régimen de ir a un proceso de elecciones regionales sin condiciones de ningún tipo, en una especie de reedición de todos los fraudes del pasado reciente, y la realidad heredada de un país devastado por una crisis multidimensional, por cuanto eleva su voz para expresar una vez mas la única salida real y transparente; elecciones presidenciales y parlamentarias.

El régimen actúa en consecuencia para dividir esa organización, en la búsqueda de favorecer a quienes por supuesto tienen opiniones divididas a lo interno, creyendo que el mejor escenario es participar en las elecciones de gobernadores y alcaldes, dejando a un lado los hondos sueños del pueblo empobrecido que bulle en la necesidad de conquistar una solución racional que lo distancie de su trágica y actual existencia.

De acuerdo con las anteriores consideraciones, donde el régimen de Nicolás Maduro decide darle muerte a toda alternativa democrática que lleve implícita la verdad  y la libertad como es el caso de estas organizaciones de la sociedad civil, una independiente y otra con fines políticos, cabe destacar el pensamiento del filósofo Immanuel Kant, en cuanto al homicidio político, en este caso plasmado desde la óptica del asesinato; “es el más grave de los crímenes, es una muerte premeditada, de un uso deliberado de la violencia para cambiar el curso de la vida social”. De esta forma responde el régimen cada vez que es rebasado por algunas circunstancias que le comprometen, siendo la violencia, la represión, el odio y el asesinato político acciones normalmente habituales en su proceder antidemocrático.

Ahora bien, a pesar de la ofensiva de la dictadura, para ubicarse en un plano irreal de fuerza, la verdad sin atajos; no es más que la existencia de fracturas irreversibles en su configuración del poder, en los aspectos internacionales y también internos, que les produce una persecución recurrente de sus propios fantasmas. Esta situación tan obligante los impulsa a responder con sus voceros tradicionales, amantes de la manipulación y el engaño.

Quienes Hacen todo por desaparecer las fronteras de la verdad y la imaginación, logrando producir una mezcla de mentiras, engaños, manipulaciones e ilusiones, que extraen de las entrañas de hechos cotidianos, y los revisten de una perfectibilidad a su medida que luego narran con absoluta serenidad, creando una atmósfera imaginativa de aventuras excesivas que sobrepasan lo mítico y fabuloso, de ahí su alocado concierto de Voluntad Popular con el Koki mezclado con paramilitares colombianos, revuelto con Fundaredes y la CIA, seguramente confiando en sus sustentos “éticos y morales”, creerán que el país y el mundo les abrigue tan impresionante capacidad imaginativa; sin embargo, para su propio pesar seguirá pendiente un ajuste de cuentas entre su mundo mágico y el real, de calamidades en el que han sumergido el país, que sobrevive en una ilusionada esperanza de libertad.

Libertad, que es el elemento esencial de la historia, de la vida y finalmente de la democracia, de allí pende el compromiso de organizaciones como Fundaredes y Voluntad Popular, que mas allá de las pugnas y los estigmas a los que son sometidos, tienen la imperiosa necesidad de sobreponerse para remontar las condiciones de factores contradictorios y encaminar el país definitivamente hacia lo justo, por cuanto deberán quienes persigan realmente este objetivo, valorar sustancialmente qué podemos esperar de la dictadura. Las respuestas nos las dan por adelantado con raciones de persecución y de violencia.

Así que las preguntas deberán orientarse hacia qué ganamos y qué perdemos. A la hora de trazar estrategias y definir participaciones o no, en eventos que su naturaleza no es democrática ni ayuda a nuestro propósito final, de lograr la libertad del país.

El país requiere de luz y verdad, de liderazgos serios y constantes, que asuman el costo de ser diferentes, en ello la expresión de Javier Tarazona y del partido Voluntad Popular.

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