El primer ministro británico Boris Johnson está obligado a aislarse y su ministro de Salud dio positivo por covid-19, en vísperas del levantamiento de las restricciones vinculadas a la pandemia el lunes en Inglaterra, una jornada bautizada «Freedom Day» que llega en medio de preocupación ante la disparada de contagios por la variante Delta.
Johnson y el ministro de Finanzas Rishi Sunak «fueron contactados por el servicio público de salud porque estuvieron en contacto con alguien que dio positivo por covid», dijo este domingo la oficina del primer ministro británico.
Ambos se habían reunido en la semana con el ministro de Salud Sajid Javid, quien anunció el sábado haber dado positivo de coronavirus.
Un portavoz de Downing Street indicó en un principio que Boris Johnson y Rishi Sunak escaparían a una aislamiento completo porque «participan en un programa piloto de testeo diario» que «les permite continuar trabajando en Downing Street».
Sin embargo, ante la furia que provocó esto y la denuncia de la oposición de que el gobierno «está por encima de la ley», Downing Street anunció finalmente dos horas más tarde que ambos cumplirán con su periodo de aislamiento.
Boris Johnson «continuará llevado adelante reuniones con los ministros a distancia», desde la residencia campestre de los jefes de gobierno británicos en Chequers, en el noroeste de Londres.
El Reino Unido es uno de los países de Europa más afectados por el covid-19, con más de 128.000 muertos, y los contagios aumentan desde hace semanas, superando 54.000 casos diarios el sábado.
A pesar de esas cifras, Johnson anunció el levantamiento casi total a partir del lunes de las restricciones que permanecían en vigencia en Inglaterra, incluyendo la obligación de utilizar mascarilla o el distanciamiento social, preconizando en cambio la «responsabilidad individual» de cada uno.
Recuperar la economía
El Reino Unido ha visto su economía duramente golpeada por los sucesivos confinamientos, con una caída de casi 10% del PIB en 2020.
Y el Estado ha gastado más de 400.000 millones de libras (554.000 millones de dólares, 468.000 millones de euros) para amortiguar el golpe, a costa de un déficit público récord.
Ante la creciente presión de una parte de su Partido Conservador, el gobierno decidió la reapertura total apoyándose en su exitosa campaña de vacunación: dos tercios de los 55 millones de adultos recibieron ya dos dosis y las vacunas se han mostrado eficaces contra el grueso de hospitalizaciones y muertes.
Así, en la última etapa de un largo y lento desconfinamiento iniciado en marzo, se levantará la consigna del teletrabajo, podrán reabrir los locales de ocio nocturno, y los teatros y estadios recibirán aforo completo.
También dejarán de ser obligatorias las mascarillas en lugares cerrados y el distanciamiento social, decisiones criticadas por destacados expertos.
Confusión y polémica
El día que muchos esperaban con impaciencia, bautizado por la prensa como «freedom day», inicialmente previsto para el 21 de junio pero aplazado para avanzar la vacunación, va acompañado de un mensaje de moderación.
Así, se instará a los clubes nocturnos a pedir una prueba de vacunación o un test negativo para entrar -aunque este no será obligatorio como en otros países- y se aconseja a la población llevar mascarillas en lugares concurridos.
Considerando que «la opción más sencilla y segura habría sido que el gobierno mantuviera la obligación nacional de llevar mascarilla en el transporte público», el alcalde de Londres, Sadiq Khan, decidió imponer su uso en los metros y autobuses de la ciudad.
El menú para la confusión y la polémica está servido. Quienes lleguen a la capital desde los suburbios en tren y luego tomen un transporte metropolitano tendrán reglas distintas durante su viaje. Y quienes estén incómodos junto a viajeros sin mascarilla no tendrán argumento legal para pedirles que se la pongan.
Lo mismo ocurrirá a quienes viajen de Inglaterra a Escocia, cuyo gobierno autónomo decidió adoptar un enfoque más cauto y mantendrá «durante algún tiempo» la obligación de llevar mascarilla en lugares cerrados.
El conjunto del Reino Unido conservará sin embargo las restricciones a los viajes internacionales.
Así, únicamente los ciudadanos británicos o residentes legales podrán llegar desde los países de la denominada «lista roja», que incluye a toda Sudamérica, Panamá, Costa Rica, República Dominicana y desde el lunes a Cuba. Y deben aislarse durante 10 días en hoteles específicos pagando 1.750 libras por persona.
Sin embargo, quienes lleguen desde la «lista ámbar», donde figuran España y casi toda Europa, podrán escapar a la cuarentena en el hogar si recibieron las dos inyecciones necesarias en el marco de la campaña de vacunación británica. La excepción es Francia, a raíz de la «presencia persistente» de casos de la variante Beta, según el gobierno.
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