Alimenta La Solidaridad (AS) cumplió este viernes cinco años trabajando para mitigar la inseguridad alimentaria en las comunidades más vulnerables en 15 estados del país a través de 270 comedores que atienden directamente a más de 26.000 beneficiarios entre niños, personas de la tercera edad, mujeres embarazadas, lactantes y sus familias.
Un comedor en el sector Las Casitas, en La Vega (Caracas), marcó el inicio del proyecto en 2016, cuando los signos de la emergencia humanitaria compleja se hacían más evidentes. Allí atendieron a 67 niños mediante un modelo de corresponsabilidad que implica la participación y el trabajo voluntario de las madres de los beneficiados y de la comunidad.
Desde ese momento la organización no ha dejado de crecer. Actualmente hay 81 comedores solo en el municipio Libertador en los que se atiende a casi 5.000 niños, quienes reciben un almuerzo balanceado de lunes a viernes, que aporta 40% de los nutrientes mínimos necesarios para su óptimo desarrollo.
La iniciativa se replicó en otras 14 entidades: Anzoátegui, Aragua, Bolívar, Carabobo, Falcón, Lara, Miranda, Sucre, Vargas, Yaracuy, Zulia, Portuguesa, Táchira y Trujillo. Una expansión que fue posible gracias a la colaboración de miles de venezolanos y organizaciones aliadas dentro y fuera del país.
“En un país en el que fallan los servicios de agua, gas, luz, transporte, aseo; y sumido en una grave crisis económica y humanitaria, Alimenta La Solidaridad se ha convertido en una certeza en las comunidades más vulnerables, porque no hemos parado de operar ni en los momentos más difíciles”, dice su fundador y director, Roberto Patiño.
Más que un plato de comida
El concepto del trabajo de Alimenta La Solidaridad se ha ampliado durante este lustro para hacerlo mucho más integral. Sobre todo con el fin de aportar mayores herramientas a sus beneficiarios. El objetivo es aumentar las capacidades de cada uno de los involucrados en la organización para que tengan mayor independencia y autoreconocimiento.
En esa línea han preparado a las madres, el principal motor de AS, en temas de nutrición para registrar y hacer seguimiento al desarrollo físico de los niños desde que ingresan a los comedores.
Además, formar a las mujeres de las comunidades para afianzar su autoconocimiento y desarrollar su papel como líderes, como un medio para fortalecer el tejido social. No solo se trata conocimientos teóricos, sino también del intercambio y creación de redes de apoyo, que ha permitido mejorar la calidad de vida de quienes son parte de estos programas de formación.
La formación en asuntos vinculados con la educación también ha contribuido a que las madres puedan reforzar los conocimientos adquiridos por los niños en la escuela, o en su defecto brindar los conocimientos a los que algunos niños no tienen acceso. Con este fin se han creado proyectos de formación como el Programa de Liderazgo Femenino, que ya ha graduado a 190 mujeres en 2 cohortes; y el programa de Educación, que cuenta con 64 madres graduadas y 490 formadas en nutrición.
Como parte de la intervención multidisciplinaria y multidimensional, en algunos de los espacios donde funcionan los comedores se han incorporado bibliotecas y se han creado centros educativos destinados al reforzamiento en lectoescritura para niños y jóvenes de entre 4 y 12 años de edad. Hay 21 bibliotecas y 22 centros educativos en todo el país.
Con estas iniciativas, en Alimenta La Solidaridad se construye el camino para lograr su gran objetivo: que no existan comedores porque ninguna familia los necesitará, y todos los venezolanos podrán llevar alimentos a sus hogares por sus propios medios.
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