La Comisión Europea quiere reforzar el papel de los bosques en la transición hacia una economía más sostenible y sin CO2 y propone plantar 3.000 millones de árboles más en la Unión Europea para 2030, un acelerón que duplica la velocidad habitual de siembra.
«Los bosques sanos y resilientes son clave para alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad, y para el desarrollo sostenible del empleo y del crecimiento. Pero los bosques están bajo una creciente presión directa e indirecta«, advirtió Virginijus Sinkevicius, comisario europeo de Medioambiente, en la presentación de la Estrategia de Bosques de la Comisión.
La capacidad de los bosques para mitigar el cambio climático va más allá de la absorción de CO2, ya que actúan además como sistema de refrigeración de las ciudades, como barrera contra la erosión del suelo o como mecanismo de purificación del aire y el agua, además de servir de refugio a grandes cantidades de animales, plantas y hongos.
El Ejecutivo europeo quiere garantizar la protección estricta de todos los bosques primarios y originales de la Unión Europea, dijo el comisario. Señaló que Bruselas presentará un mapa de los sitios que deben de protegerse y objetivos legales concretos de restauración forestal.
Aunque no existe una definición técnica armonizada de bosque, según la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, estas son superficies con árboles de al menos 5 metros de altura en su edad madura cuya superficie en copa cubre al menos 10% de la superficie y un área superior a 0,5 hectáreas.
Según esa descripción, los bosques ocupan 37,7% de la Unión Europea.
Plantar para quemar
Los bosques son también una fuente de actividad económica, con 3,6 millones de empleos directos e indirectos asociados. Y la Comisión Europea quiere que las masas forestales se exploten siguiendo el «principio de cascada».
Esto no persigue evitar que la biomasa se utilice como combustible en el bloque, donde 18% de la energía que se consume actualmente proviene de quemar leña, sino que se prioricen otros usos.
Bruselas propone que la quema sea la última de sus funciones, siguiendo este orden: fabricar productos a partir de madera, alargar la vida de servicio de los bosques, reutilizar la madera, reciclarla y, como última opción, destinarla para la generación de energía.
«La palabra clave de la estrategia es ‘multifuncionalidad’. Es una estrategia para desarrollar todas las funciones de los bosques, como protegerlos mejor de los aspectos climáticos pero también cómo usarlos mejor, tanto en funciones económicas como sociales», dijo el comisario de Agricultura, el polaco Janusz Wojciechowski.
La estrategia ha rebajado sus ambiciones respecto a borradores previos, que aplaudían los medioambientalistas pero que criticaron algunos Estados miembros como Austria, Francia, Alemania, Polonia, Rumanía y Hungría por considerarlos demasiado garantistas, y que habían suscitado también desacuerdo en la Dirección General de Energía de la Comisión.
3.000 millones de arboles
Bruselas espera aportar financiación, un marco de acción y asistencia técnica alrededor de iniciativas ciudadanas locales para alcanzar ese volumen deseado de 3.000 millones de árboles nuevos en 2030, cuya evolución vigilará Bruselas.
«No vamos a imponer dónde deben plantarse», aseguran fuentes de la Comisión, que el próximo otoño presentará una propuesta legislativa dedicada, en concreto, a frenar la deforestación.
Sumideros de CO2
Fuera de la citada estrategia, la Comisión Europea también aborda los bosques en su propuesta legislativa para reducir al menos 55% las emisiones de CO2 en 2030 respecto a 1990.
El reglamento sobre uso de la tierra, silvicultura y agricultura recoge la contribución de las masas verdes, conocidas como sumideros de carbono, a la absorción de CO2.
Según la normativa actual, esos sumideros absorberían 225 millones de toneladas de CO2 en 2030, objetivo que la Comisión eleva a 310 pero que se queda lejos de los 600 millones que reclaman las ONG medioambientales.
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