La espeluznante historia de Christopher Duntsch, un cirujano estadounidense cuyas malas prácticas dejaron graves secuelas en decenas de pacientes, forma la espina dorsal de Dr. Death, una serie de Peacock que protagoniza Joshua Jackson acompañado por Alec Baldwin y Christian Slater.
Jackson, conocido por Dawson’s Creek (1998-2003) y Fringe (2008-2013), cambia de registro para meterse en la terrorífica piel de un doctor con un escalofriante historial en su quirófano.
El actor aseguró a Efe que lo primero que le interesó de Dr. Death, serie que Peacock estrena este jueves en Estados Unidos, fue que le resultaba muy difícil entender a Duntsch.
«Al primer lugar al que me mandaron fue al podcast Dr. Death (en el que se basa la serie). El podcast hace un trabajo increíble en contarte la historia de las víctimas, del juicio y de cómo derribaron a este tipo. Pero lo que no hace es contarte quién es este hombre, cómo llegó a suceder esto», dijo.
Jackson explicó que su intuición inicial fue pensar que Duntsch era «un psicópata» y que todo respondía a alguna especie de plan siniestro.
«Al final llegué a entender que da mucho más miedo que eso. No era un psicópata, no hacía esto con una intención. Lo hizo porque pensaba que era un cirujano brillante, creía que era un genio. Pensaba que estaba haciendo lo correcto y que el problema era todos los demás», señaló sobre «una desconexión de la realidad» de su papel que le resultó muy atractiva como actor.
El mal sin prejuicios
Desde el título (Doctor Muerte, en español), la serie deja claro que su protagonista es alguien muy oscuro, con múltiples secretos y hasta sangre en sus manos.
En este sentido, Jackson reflexionó sobre cómo conectar con su personaje y cómo abordar una recreación en la pequeña pantalla de un doctor que, en la vida real, se encuentra entre rejas tras ser condenado en 2017 a cadena perpetua por sus criminales acciones como cirujano.
«Lo primero fue evitar juzgarle. Mi instinto natural, y creo que el de todos, es mirarle y decir: ‘Es el malo, el malvado, un criminal, un monstruo'», apuntó.
«Pero él no se ve así. De modo que lo primero que hice fue tener ‘simpatía por el diablo’. Una vez ahí, empecé a ver las cosas desde su perspectiva y a entrar en su mundo. Dejé fuera mis juicios como Joshua y empecé a ver las cosas como él las veía. Él creía que estaba llevando al mundo a su propio nivel de genialidad y el mundo le falló. Me parece que él aún sigue creyendo eso porque está loco», añadió.
En su descenso a los infiernos, el doctor Duntsch se topa con dos colegas médicos que sospechan de él: los personajes de Baldwin y Slater.
De esta forma, Dr. Death entrelaza su trama de thriller médico con una interesante persecución, casi como de policías que acechan a un ladrón, entre estos tres doctores.
Jackson se mostró encantado de compartir créditos con estos dos actores y, en particular, elogió a Baldwin.
«Obviamente, Alec es un actor brillante. He pasado toda mi vida como intérprete viendo sus actuaciones y siempre es una alegría estar en una escena y trabajar con alguien de ese nivel y que trae ese poder», describió.
El dinero sobre la salud
Una de las ideas más escalofriantes que deja Dr. Death es cómo fue posible que el doctor Duntsch pudiera estar operando durante años y años sin que ninguno de los controles de la sanidad estadounidense diera la voz de alarma.
Teniendo en cuenta que la sanidad es un gran asunto de debate político y de controversia en la primera potencia del mundo, Jackson, que nació en Canadá, señaló que Dr. Death no esquiva esa polémica.
«En Estados Unidos, la atención sanitaria no es un derecho: es un servicio que compras», afirmó el actor, quien aseguró además que esa es «la raíz de todos los males» del sistema de salud en el país.
«Lo que yo saco de todo esto es que, hasta el día en que el sistema estadounidense esté dispuesto a poner a la gente por encima de los beneficios económicos, tenemos que ser escépticos con cada interacción. Cada doctor, cada hospital, cada dirección médica… Tenemos que ser escépticos porque protegen su propio interés, que es la rentabilidad, no el interés del paciente», cerró.
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