Por LUIS MANCIPE
—Despojo fue escrito en Caracas, antes de que te mudaras a Roma. ¿Qué relación hay entre los poemas de este libro y la Caracas que dejaste?
—Podríamos decir que la Caracas de los años entre 2014 y 2019 es la semilla, el epicentro de estos poemas que se han vuelto un recordatorio de las cosas que he perdido, pedazos de evidencia de que ese lugar existió en verdad, no solo en el recuerdo y los espejismos nostálgicos, sino en realidad. La mayor parte de mi vida viví ahí, y ese lugar me intervino, me tomó, me cambió, me hizo sufrir de maneras inimaginables y también me regaló alegrías indecibles. Ese lugar extraño, surreal, que parece no corresponder a ningún parámetro o norma. Creo que la relación de los poemas con esa Caracas es mi propia relación con ella: de amor desenfrenado, de odio punzante, de miedo, belleza, horror.
—En tu poesía hay una relación estrecha entre la Belleza y el mal. Aprovechando la coincidencia que hay entre el premio Castello di Duino y las Elegías de Duino, de Rilke, ¿qué te dice aquel verso de la Primera Elegía: “La belleza no es sino el comienzo de lo terrible”?
—Hace varios años leí entusiastamente a Nietzsche —o intenté leerlo— y un pasaje de Humano, demasiado humano aún hoy en día resuena en mi cabeza. Nietzsche afirmaba que la visión de la belleza despierta en nosotros el ansia de ser bellos, lo que concebimos y creemos debe ir unido a una gran felicidad, pero eso es en realidad un error, una ilusión. También recuerdo en esa época leer, casi simultáneamente, a Rilke y pensar, luego de leer ese verso casi primigenio, que la belleza no era solo el comienzo de lo terrible, sino lo terrible en sí. Aquí es donde resuena Gallegos con, a mi parecer, una de las frases más bellas de Doña Bárbara y me pregunta: “¿Por qué no se sentirá la propia belleza como se sienten los propios dolores?”.
—“Solo dejo que me amarren/ por placer/ con placer”, se lee en uno de tus poemas. La feminidad y lo erótico, cuando aparecen, se derraman en tus versos con soltura. A propósito de esto te pregunto ¿qué te sugiere la palabra libertad?
—“Me gustaría desprenderme de todo” fue un poema que nació de la palabra “libertad”, literalmente. Lo escribí para un recital en la Plaza El Indio, de Chacao, que se reveló en un evento bastante particular y ahí tuve la oportunidad de leerlo por primera vez en voz alta. Tal vez la verdadera libertad sea la ausencia de referentes pero es sin duda una parte esencial de la búsqueda, o tal vez la búsqueda en sí. Lo importante es buscar siempre, aunque no sepas bien dónde ni qué.
Libertad me sugiere vuelo, me sugiere aire, me sugiere amplitud, me sugiere posibilidad, multiplicidad, variación. Creo que es sumamente importante intentar, paradójicamente, despojarse de todo para liberarse completamente o al menos así creerlo. Es importante afrontar la vida con desnudez. La verdad está siempre desnuda.
Poemas de Michela Lagalla
La oscuridad
se cierne
sobre nosotros
nos envuelve
se convierte
en
un túnel
que atravesamos
velozmente
y no hace sino
recordarnos
que nuestros
cuerpos
no
distan mucho
de las
cáscaras de huevo
y que
nuestras entrañas
siempre están
a punto
de derramarse
y nuestros cerebros
al borde
de caer
y freírse
sobre
el asfalto
bajo
el sol.
Quisiera desprenderme de todo
intento deshacerme
del hastío
que pinta la existencia
de los que ya no somos
inocentes
busco quitarme
las expectativas
como si fuesen
un par de medias rotas
derruidas por los días
me río de lo estipulado
con las carcajadas
de mis ojos
pisoteo descalza
las convenciones
hasta que los pies me sangren
y doy de beber
del rojo ungüento
a mis amantes
me arranco
los designios morales
con las uñas
como si fuesen pellejos
deshago las ataduras de lo humano:
solo dejo que me amarren
por placer
con placer
la monogamia se me resbala por la piel
cuando me baño
y se la traga
inclemente
el desagüe
me aparto con desgana
el compromiso de ser alguien
de hacer algo
lograr algo
la única batalla que no gano
es la del tiempo
¿pero qué más da?
igual me masturbo todos los días
deleito mis sentidos
y creo
que soy
libre.
Medea
A Pier Paolo Pasolini
Los ojos negros
se le llenan
de llamas
la furia se le resbala
por las
mejillas
se comunica con el
sol
le pide favores
a la luna
derrama sangre
humedecedora
de la tierra
invocadora
de fertilidad
al ritmo de las
cuerdas
que entredicen
la barbarie
que se ríen
rasgando notas
de la llamada
“ley natural”
sin saber que la
tierra
pide sangre
que los astros
disfrutan
los sacrificios
cuando Medea llora
llueve ácido
que se evapora
dejando humo
al tocar el suelo
Medea sabe
que de todas las
criaturas
las mujeres
son las más
desgraciadas
Medea entiende que
el goce de la
venganza
es
a veces
mejor que un
orgasmo
Medea sabe
de motivos
femeninos
ve belleza
en la sangre
que brota
de miembros
amputados
en medio de las ruinas
ennegrecidas
por el humo
y el fuego
y
sin más
se revuelca
con regocijo
en la antigua
verdad
que
yace
en el
dolor.
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