El petróleo continuará siendo una herramienta capitalista por excelencia en el juego geopolítico global por mucho tiempo, en tanto el gas lo reemplace en gran medida, en un segundo largo momento, para que en un futuro de no menos de 50 años ingresen las energías renovables (solar/eólica) con gran fuerza. De momento, sigamos viviendo el presente: el precio del barril referencial del norte europeo Brent, subió a 86 dólares y el West Texas Intermediate de Estados Unidos a 76 dólares el barril. Ambos datos reflejan sus máximos precios en 4 años.
El régimen fundamentalista iraní debe caer en algún momento, para que retorne el liberalismo democrático a ese país. Para ello Estados Unidos aplica un paquete de sanciones comerciales –desde noviembre– sobre Irán que tiene que ver, por ejemplo, con el comercio de oro y de otros metales, la industria automotor, y otras que motivaron que recientemente las aerolíneas British Airways y Air France anunciaran el fin de sus tramos a Teherán, la corporación francesa Total informara su salida de Irán (dejando el desarrollo del campo gasífero South Pars, uno de los más importantes del mundo), lo mismo con las navieras europeas Maersk y MSC, que de acuerdo con la prensa internacional no harán más servicio de transporte de contenedores a Irán. Las sanciones van a apretar el cuello del régimen en donde más les duele: los ingresos por venta de petróleo. Al no haber compradores de volumen sus exportaciones caerán, y caerán también sus ingresos en dólares, que siguen utilizando en transacciones aunque odien al “imperio”.
Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, hizo mucho para que sus niveles d producción interna de gas y petróleo subieran gracias a las inversiones privadas en fracking: sin duda que el barril de petróleo estadounidense podría llegar a 100 dólares en 2019 gracias a sus excedentes por inversiones en fracking. Otra cosa que los socialistas y naziambientalistas odian sin fundamento.
Las sanciones norteamericanas a Irán que exportaba –a Europa principalmente– en abril de 2018, 2,8 millones de barriles por día de petróleo han caído a 2 millones de barriles por día en septiembre de 2018, fruto del anunciado “paquete” de sanciones de la mayor democracia liberal contra el régimen abusivo de Irán.
Por otro lado, Trump le pidió al máximo cártel de producción petrolera OPEP que incremente sus volúmenes de producción (aproximadamente unos 2 millones de barriles por día) y los ponga en el mercado para evitar que el crudo iraní, que no llegará al mercado, eleve el precio del petróleo. Buena movida coordinada. Sobre el particular, la prensa recoge el criterio del analista Jefferies Jason Gammel, quien dijo que en su experiencia de muchas décadas en la industria no recuerda un antecedente de que Estados Unidos le pida a la OPEP un incremento de saldos.
Ante esto, el ministro de Energía y Petróleo del Reino Saudita, Khalid Al-Falih, dijo que no se crean problema en aumentar. En realidad no tienen por qué hacerlo: Arabia produce hasta 12 millones de barriles por día y puede subir hasta 13, poniéndolos al servicio de la demanda y lograr cubrir el eventual desbalance generado por el crudo iraní que no ingrese al mercado. Una acción coordinada entre Estados Unidos –otra potencia productora de gas y petróleo no/convencional– y Arabia la potencia tradicional de producción de petróleo.
Por otro lado, Arabia Saudita ya anunció que invertirá 20.000 millones de dólares durante los próximos años para mantener y acrecentar la capacidad de producción de petróleo, de manera que ese millón adicional de petróleo diario costaría al Reino Saudita aproximadamente 20.000 millones de dólares. “Nos cuesta cerca de 2.000 millones al año pagar los gastos operativos del personal y mantener las instalaciones”, dijo el ministro en una frase que debería servir de noción a los latinoamericanos, tan acostumbrados a decir grandes cifras, creyendo que son tales, cuando en realidad son pequeñas, comparativamente con la realidad de la industria de países como Arabia o Estados Unidos.
La noticia de la subida de los precios del petróleo, por otro lado, alegra a regímenes duros latinoamericanos que venden petróleo (Venezuela) y gas (Bolivia) que van a aumentar sus ingresos. Pero de todas formas el debilitamiento político que tienen es tal que ni con cuantioso dinero podrán seguir adelante.
@BorisSGomezU
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