Son bonitos, adorables y ya no están al borde de la extinción.
Los osos pandas ya no están clasificados como tal por las autoridades chinas, pero siguen siendo vulnerables, advierten.
La clasificación se ha rebajado porque su número en la naturaleza ha alcanzado al menos los 1.800 ejemplares.
Los expertos afirman que el país ha conseguido salvar a su emblemático animal gracias a sus esfuerzos de conservación a largo plazo, incluida la ampliación de sus hábitats.
China considera a los pandas un tesoro nacional, pero también los ha prestado a otros países como herramientas diplomáticas.
La última actualización de la clasificación «refleja la mejora de sus condiciones de vida y los esfuerzos de China por mantener sus hábitats integrados», manifestó Cui Shuhong, jefe del Departamento de Conservación de la Naturaleza y la Ecología del Ministerio de Ecología y Medio Ambiente en una conferencia de prensa.
La nueva clasificación se produce años después de que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ya retirara a este animal de su lista de especies en peligro de extinción y lo volviera a catalogar como «vulnerable» en 2016.
En ese momento, los responsables chinos cuestionaron la decisión y advirtieron de que podía inducir a la gente a creer que los esfuerzos de conservación podían relajarse.
Pero, ¿cómo salvó China exactamente a estos formidables animales?
Todo se trata del bambú
China lleva años intentando aumentar la población del panda gigante.
Estos animales estaban antaño extendidos por todo el sur y el este del país, pero, debido a la expansión de la población humana y al desarrollo, se limitan ahora a las zonas que aún contienen bosques de bambú.
El éxito se debe a los esfuerzos chinos por recrear y repoblar los bosques de bambú.
El bambú constituye alrededor del 99% de su dieta, sin la cual es probable que mueran de hambre.
Los pandas deben comer entre 12 y 38 kg de bambú al día para satisfacer sus necesidades energéticas.
«Se trata de restaurar los hábitats», declaró a la BBC Craig Hilton-Taylor, director de la Lista Roja de la UICN.
«El mero hecho de restaurar el hábitat del panda les ha devuelto su espacio y les ha proporcionado alimento».
La pérdida de hábitats fue la causa de que el número de pandas descendiera a poco más de 1.200 en la década de 1980, según el especialista.
«Hay que recuperar el bambú y poco a poco el número de pandas empezará a recuperarse», sostiene.
Ginette Hemley, vicepresidenta senior de conservación de la vida silvestre del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), se mostró de acuerdo.
«Los chinos han hecho un gran trabajo invirtiendo en los hábitats del panda, ampliando y creando nuevas reservas», consideró Hemley. «Son un maravilloso ejemplo de lo que puede ocurrir cuando un gobierno se compromete con la conservación».
Sin embargo, este éxito podría ser efímero.
Se prevé que el cambio climático acabe con más de un tercio del hábitat de bambú del panda en los próximos 80 años.
«Con el cambio climático, va a hacer demasiado calor para que el bambú crezca», explicó Hilton-Taylor.
Los pandas dependen mucho del bambú para alimentarse y la pérdida de este no vuelve la situación muy prometedora para ellos».
Entonces, ¿es la cría en cautividad la respuesta?
Muchos zoológicos e instalaciones chinas han apostado por la cría de pandas gigantes en cautividad, a veces con métodos de inseminación artificial.
Tener animales en cautividad es como una póliza de seguro», afirma Hilton-Taylor. «Pero no queremos mantenerlos en cautividad para siempre».
El objetivo final de la mayoría de los programas de cría en cautividad es devolver los animales a la naturaleza.
«Ha habido un par de intentos de introducir pandas en la naturaleza, pero no han tenido éxito», dice Hemley. «Todavía no estamos fuera de peligro».
En 2007, el primer panda gigante nacido en cautividad que se liberó en la naturaleza, Xiang Xiang, murió tras ser golpeado por los machos panda salvajes.
Por qué nos obsesionan los pandas
El antílope tibetano es otro animal que también fue eliminado de la lista roja de la UICN, por ejemplo, pero siempre se ha puesto más atención en el panda, que ha llegado a ser visto como un icono de los esfuerzos de protección de los animales.
¿Pero qué tiene el panda que nos hace suspirar al unísono?
«Sus marcas blancas y negras y sus amplias manchas negras alrededor de los ojos los hacen muy carismáticos. No hay nada parecido en el mundo», sugiere Hemley.
«Una feliz coincidencia de sus adaptaciones naturales da como resultado lo que los humanos perciben como bonito, y una cara linda y mimosa es mucho más fácil de amar», considera Cheng Wen-Haur, vicedirector general de Wildlife Reserves Singapur, organización que gestiona la mayoría de zoológicos del país.
«En palabras de Baba Dioum [un famoso conservacionista senegalés], al final solo conservaremos lo que amamos».
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