Uno es la punta de lanza de su selección, el otro es su escudo, pero solo uno entre Harry Kane, capitán de Inglaterra, y Simon Kjaer, su homólogo en Dinamarca, saldrá vencedor de la semifinal de la Eurocopa que les enfrenta el miércoles.
Piezas de las que se esperaba mucho antes del torneo, ambos futbolistas se han mostrado a la altura del reto, e incluso más allá en el caso de Kjaer, de quien siempre se recordará su heroica reacción en el desvanecimiento de Christian Eriksen contra Finlandia.
Al apurarse para colocarlo en posición lateral de seguridad y despejar sus vías aéreas para evitar la asfixia, ayudó a evitar un drama todavía más grave.
Pero más allá de esta intervención, también ha estado impecable sobre el terreno de juego.
Si en la presente Eurocopa los ‘vikingos’ han pasado de vivir una pesadilla a soñar con su segundo título continental, tras el de 1992, es en parte gracias al coloso de 32 años (1,91 m).
«Simon Kjaer no ha hecho más que mejorar con el paso de los años. Desde el Mundial-2018 ya no es solo un faro, se ha convertido en la roca» del equipo, le dedicó el diario Ekstra Bladet.
«El jefe de la defensa también ha peleado a lo largo de la fase final y ha mostrado el camino en los cinco partidos», aplaudía el tabloide B.T. después del último encuentro.
Temor al desgaste
Desde hace tres semanas, la prensa danesa no tiene adjetivos lo bastante elogiosos para su capitán y el más «europeo» de la selección, puesto que ha jugado en seis ligas diferentes: Dinamarca, Italia, Alemania, Francia, Turquía y España.
Lo único que teme ahora la prensa es que este desgaste emocional y físico acabe por pesar en sus guerreros.
«Tres semanas agotadoras e intensas pueden haber afectado físicamente a la selección nacional», avisó Jyllands-Posten.
Pero no es el momento para que los daneses flaqueen, ya que se enfrentan a una selección inglesa en alza, con Kane marcando tres goles en sus dos últimos partidos.
Después de una fase de grupos muy discreta para alguien que esta temporada fue el máximo goleador y asistente de la Premier League, el delantero (37 goles y 13 asistencias en 59 partidos internacionales) se ha despertado en el mejor momento.
Involucrado en la primera diana contra Alemania en octavos de final, marcó el segundo tanto contra los teutones antes de lograr un doblete de puro delantero centro frente a Ucrania en cuartos.
A los 27 años, el ‘HurriKane’ (juego de palabras con huracán) no quiere dejar pasar esta ocasión única en casa, 55 años después del único título ganado por Inglaterra, en el Mundial-1966 organizado en su país.
El escollo de las semifinales
«Será probablemente una experiencia que no tendremos nunca más como jugadores, a menos que haya un torneo en casa para los más jóvenes de los muchachos. Para mí y algunos más mayores y experimentados, será nuestra última ocasión de jugar un partido de fase final en Wembley», reconoció este martes en la radio BBC 5.
Mientras valora dejar su club de la infancia, el Tottenham, por el Manchester City este verano (boreal) para por fin levantar trofeos, su sueño se podría cumplir en cinco días.
«Intento no crecerme demasiado, pero mentiría si dijera que no lo he pensado», reconoció.
Para ello, él y sus compañeros tendrán que emular a la generación de 1966, la única que pasó la barrera de las semifinales en la que se han estrellado posteriormente los ingleses, tanto en Mundiales (1990 y 2018) como en Eurocopas (1968 y 1996) o Liga de las Naciones (2019).
«Todo puede terminarse muy rápido. Pierdes en semifinales y de repente todo se convierte en un ‘¿qué podríamos haber hecho mejor? ¿Dónde podemos mejorar?'», declaró.
«Hemos tenido que esperar mucho tiempo -tres años- para volver a tener esta oportunidad», destacó como advertencia del hambre que tienen los ‘Tres Leones’.
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