Cuando faltaban dos semanas para la segunda vuelta de las elecciones en las que se enfrentaron Pedro Castillo y Keiko Fujimori, un ataque de remanentes del grupo armado maoísta Sendero Luminoso causó la muerte de al menos catorce personas. El ataque se produjo en la aldea San Miguel, provincia de Vizcatán, en la zona conocida como El Vraem, un valle enmarcado por los ríos Apurímac, Ene y Mantaro. Se trata de una apartada región montañosa entre los Andes y la Amazonia, al sureste del Perú, principal zona productora de hojas de coca, con una nutrida presencia del narcotráfico. Allí opera la última columna disidente de Sendero Luminoso. Mensajes dejados en el lugar llamaban a boicotear las elecciones del 6 de junio.
El pasado de Sendero Luminoso
Para los más jóvenes, los nombrs de Abimael Guzmán, Elena Iparraguirre u Osman Morote y los apelativos Camarada Feliciano, Camarada Artemio o Presidente Gonzalo, son totalmente desconocidos. Estos son algunos de los líderes históricos del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso, de ideología marxista-maoísta, que utilizó en el país prácticas similar a la de los Jemeres Rojos en Camboya.
A pesar de que todos ellos están presos desde hace muchos años, la organización que fundaron siguió su curso bajo el mando de nuevos cuadros refugiados entre las selvas y los cerros del interior peruano. Con el tiempo, esta organización, “revolucionaria” según sus postulados fundacionales, fue convirtiéndose en una banda criminal relacionada con el narcotráfico, olvidando por completo sus ideas de toma del poder y de generar una nueva sociedad comunista.
En el año 2001, la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú concluyó que la llamada “guerra popular” promovida por la organización subversiva Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso “fue la causa fundamental para el desencadenamiento del conflicto armado interno”. Este grupo fue “el principal perpetrador de crímenes y violaciones a los derechos humanos” en el país entre los años 1980 y 2000, aunque la intensidad de la misma decreció notoriamente después de 1992, cuando fueron apresados el líder Abimael Guzmán y varios de sus principales referentes.
Aquel informe, sin embargo, casi que no mencionaba las numerosas violaciones de los derechos humanos y otros abusos contra la población cometidos por las fuerzas armadas y policiales, además de los grupos irregulares afines al gobierno durante la administración de Alberto Fujimori y su principal funcionario durante esos años, Vladimiro Montesinos.
El remanente del Militarizado Partido Comunista del Perú
Dos décadas después, un remanente de Sendero Luminoso sigue irrumpiendo en los pueblos, disponiendo de tierras e imponiendo su justicia en una zona de la selva peruana donde sobrevive gracias al narcotráfico. La ausencia del Estado y una geografía impenetrable permiten que los restos de aquel grupo armado hayan establecido un orden criminal en un valle que cobija cinco regiones del Perú.
El grupo, actualmente conocido como Militarizado Partido Comunista del Perú, somete a su arbitrio a las comunidades asentadas en los circuitos de la droga en el seno del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). Impone a sus habitantes su propia justicia, los obliga a migrar o los somete a su voluntad para explotar los cultivos y las demás actividades en la región.
Según el jefe de la División de Investigaciones Especiales de la Dirección Antidrogas (Dirandro) peruana, este grupo custodia los laboratorios y el tránsito de cocaína en la zona, a cambio de cuantiosos pagos que impone a las redes del narcotráfico. El último reporte de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), indica que el Perú alberga 54.655 hectáreas de hoja de coca, de las cuales 26.028 están en el Vraem. Se trata del sector con más plantaciones de coca y donde se elabora la mayor cantidad de clorhidrato de cocaína en el país.
Lejos de la insurrección popular
Víctor Quispe Palomino, alias José, antiguo integrante del Comité Regional Principal de Sendero Luminoso y su hermano Jorge, alias Raúl están al mando de este grupo. Estos entendieron que la extorsión a las bandas del narco que operaban en la zona sería un negocio rentable y comenzaron a presionarlas para pagar tributo a cambio de no interferir en sus negocios.
Con el tiempo, estos grupos formaron una alianza por la cual Sendero Luminoso ofrece protección a los cultivos, laboratorios y “mochileros”, —quienes transportan la droga— para evitar que sean detectados por las autoridades ya que la región carece de caminos adecuados para sacar la producción con rapidez y seguridad. Los mochileros cuentan con una red de protección a lo largo de sus rutas mediante elementos armados que cuentan con una extendida y muy eficiente red de inteligencia.
La Dirección Antiterrorista peruana calcula que cerca de 400 hombres y mujeres están bajo el mando de los hermanos Quispe Palomino en el Vraem. La fuerza principal, conformada por 30 miembros y columnas de 10 o 12 integrantes, permanecería en Vizcatán del Ene. Para las autoridades, estos componen un grupo encapsulado sin posibilidad de expandirse.
La amenaza que implica esta organización armada, sin embargo, se expande al ritmo del negocio de la droga. Su subsistencia se debe al narco, por lo cual actúa cuando éste cae en situaciones de riesgo. De hecho sus miembros, al igual que los antiguos cuadros de hace unos 40 años, son sumamente desconfiados al punto de espiar, perseguir y hasta ejecutar incluso a miembros de las familias de sus propios componentes. Y es que las autoridades ofrecen muy buenas recompensas monetarias a quienes brinden información que lleve a la captura de sus integrantes o incluso desarticule alguna columna.
El jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas señala que el relevo de mandos del remanente de Sendero Luminoso es muy complicado por lo que la desarticulación de una columna llevaría, eventualmente, a su extinción. Por lo tanto, la agrupación no es considerada como una amenaza para el país en la dimensión que sí lo es el narcotráfico. Aunque ambos operen en perversa complicidad.
Dardo Justino Rodríguez es analista, comunicador y consultor independiente de organismos y organizaciones internacionales. Director nacional de Presagio Consulting Honduras.
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