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La nueva Gran Colombia

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Las últimas décadas, a pesar de las restricciones de los autoritarismos, han sido copiosas en ilustraciones, incluso, con respecto a temas que inducen a ubicarnos en el filme de ciencia ficción The Twilight Zone. Se habla de que hay una “quinta dimensión” que puede conducirnos hasta a distracciones, que muchas veces es lo que provoca.

El hecho es que una gran mayoría, retando a lo suntuoso, demanda apreciaciones reales, mofándose de cualesquiera otras. Allá Juan Balakuniec, quien  en lo concerniente a la película (La quinta dimensión) acota “haberle mostrado que había posibilidades mucho más allá que lo que conocía. Y el universo bastante más grande que la cuadra de su casa”. Sería útil acaso situar la política, la gobernanza y los gobernados en ese contexto y cuáles las consecuencias. De pronto se llega a entender lo que hasta ahora ha sido complicado.

En esa dualidad, lo hipotético y lo existente, es pertinente la información de la periodista Oriana Rivas de que China, Rusia e Irán promueven una “Gran Colombia”, fundamentándose en el experto en seguridad global, Joseph Humire, cuyo análisis confirma que esos tres países utilizan a Venezuela como plataforma para crear un único territorio en la región, camino, presagiándolo, a hacerla suya. (PanAmpost, junio 2021). En la imaginería, la idea de que se trataría de una “nueva Gran Colombia”, en respuesta, quizás al por qué la que planteara Simón Bolívar, a razón de la independencia de España, se hiciera añicos en su propio comienzo. Sorpresa, que cómo parecen ir las cosas, según el criterio de Oriana y Humire, prospere, para sorpresa de muchos, la de los iraníes, chinos y rusos. La cosa, por tanto, no parece de “quinta dimensión”, ni tampoco de “ironía dramática”.

Es el propio “social media” la fuente más idónea para que chinos, iraníes y rusos estén procediendo conscientes del espinoso escenario donde hincarían sus uñas, sí en una “América del Sur, sacudida por una gran convulsión” alimentada por “una seguidilla de crisis políticas, económicas y sociales, cómo nunca antes”. El País de España acopia una serie de ensayos reveladora del agotamiento de las probabilidades para la consolidación de regímenes políticos democráticos. Efectivamente, para Isabella Cota: “La economía en la región carga el polvorín del descontento”, a juicio de Carla Jiménez hay “ruido de sables en Brasil y para Catalina Oquendo, “la violencia lastra a Colombia”. Pero las calificaciones no se detienen. Federico Rivas Molina plantea la crisis económica y carrera electoral en Argentina; Rocío Montes titula “Barajar y dar de nuevo en Chile” y finalmente “Perú fracturado por las urnas”, de la autoría de Juan Diego Quesada. Es así como aparecen enumerados “los puntos neurálgicos del denominado “sismo”. La pregunta, ya repetida hasta el cansancio, ¿qué hacer?, a flor de labios en el hoy mancillado continente. Sí la forzosa repetida interrogante a la espera de contestación, presente al mirarnos los unos a los otros.

A pesar de las críticas, no es fácil, por tanto, dejar de repetir ¡qué problema con los latinoamericanos!, al igual que con respecto a los de América Central, incluyendo a México, el enorme territorio de los mayas. ¿Será legítimo ese juicio? Es otra interrogante respondida con la sucesión de gobiernos, cada uno peor que otro. La realidad la pone de relieve el propio país: “La situación en el continente ha dado un salto de distancia de aquella de la década pasada, cuando se redujo la pobreza y los PIB a ritmo de dos dígitos”. Excelente guía para los componedores.

No pareciera, por tanto, lógico obviar la apreciación de la inteligente Oriana, particularmente, si se toma en cuenta que los territorios de México, América Latina y Centroamérica, no es que sean “res nullius”, pero son y han sido objeto de apropiaciones desde que el mundo es mundo y sus riquezas explotadas, por gobiernos y empresarios que se han adueñado de ellas, dejando el bagazo. Adicionalmente, la periodista utiliza como fuente a José Humire, director del Centro de Estudios para una Sociedad Libre y Segura, pero además soldado de Estados Unidos en Liberia e Irak.

Para algunos hay conformistas, los que emigran para no regresar y quienes conviven con el régimen negociando, incluso, las carencias de las gentes. Una especie de “ironía dramática”, que extendida a la gobernanza revela que el pueblo parece saber más, con relación a lo que acontece que aquellos que los conducen. La trilogía de países, Venezuela, Cuba y Nicaragua son hoy los capítulos grotescamente extremos de algo increíble y ajeno a la más “piccola logica”. El periodista Carlos Fernando Chamorro desestima cualquier intento pacifista en Nicaragua, incluyendo la denominada teoría del “aterrizaje suave”, la cual consiste en diálogos con las dictaduras, pues, en su criterio, en el caso nicaragüense “los animales se levantaron contra la tiranía, pero terminaron apoderándose de la granja”. A Venezuela, por lo menos, se le ha pretendido aplicar el “aterrizar suavemente”, sin éxito. Prosigue en “la agonía crónica”. Pero con el agregado de que ya no es propiedad de los venezolanos. Y mucho menos que la presunción de índole, en principio, “iure et de iure, con respecto a la pertenencia de sus cuantiosas riquezas, es una premisa obtusa. Pues ya pertenecen a otros países, como se infiere de la apreciación de la bien informada Oriana en PanAmpost.

En el escenario, tal vez “la Gran Colombia” que sonó Simón Bolívar, termine edificándola la triada de Rusia, Irán y China.

Es duro decirlo, pero los conquistadores de hoy como que se las traen, Irán una superpotencia energética, Rusia la quinta economía y China el país más poblado y con un comunismo con una útil parentela con el mercado y por ende con la libertad de comercio, evidencia de ello, 90% de las empresas es propiedad del sector privado. Confucio, al parecer como que ensenó bien como alcanzar la armonía social. Gobierno fuerte y mucho trabajo.

Lo que viene, pues, parecieran no ser distracciones. La dimensión es otra y lo contraproducente es proseguir divirtiéndonos.

@LuisBGuerra

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