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De la vacuna Abdala a Roberto Martín Perez

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Roberto Martín Pérez junto a su esposa, Ninoska Pérez

Dedico este artículo, gracias a El Nacional, a la memoria de Roberto Martín Pérez (Santa Clara, Cuba, 11 de agosto de 1934 – Miami, 24 de junio de 2021). En su homenaje, lo dedico también a todos aquellos que fallecieron en el exilio, desde la esperanzadora convicción de lucha por el regreso a la libertad de su tierra natal, y de la posibilidad de construcción democrática de un mejor mundo, para todos.

Bajo dictaduras de inspiración castrocomunista y del llamado Foro de Sao Paulo, se están produciendo en otros países de Latinoamérica, una cotidiana práctica de represión criminal, encarcelamiento de disidentes, tortura y destierro. Son fórmulas características de tal barbarie, que se extienden y pasan como hechos cotidianos de rémoras copiadas del odio del pasado, y del presente.

A un hombre de la dimensión de Roberto Martin Pérez, y su conducta  ejemplar, me aproximé gracias a la suerte y desde el privilegio de la amistad. Así creo entender mejor a hombres de espíritu madurado con la vida, de niveles superiores, como un Mandela quizás. Luchadores por la dignidad y libertad del ser humano. Roberto con sus gestos, razonamientos y consejos durante nuestras conversaciones me advertía de cosas como: “No luches contra nadie o en cualquier situación cuando no esté de tu lado la razón”. “Sube alturas de a poco, en un vuelo desde donde puedas administrar tus caídas. Para volver a levantarte no tienes más que permanecer con vida después de cada una de ellas”. “No odies a nadie, ello solo envenenará tu propia alma”. Expresiones como estas me las dijo en repetidas ocasiones, quizás porque su memoria reciente comenzaba a retarlo, o porque en su afán de transmitir tales conceptos ello no admitía espera. Hoy, desde Cuba, se nos continúa invadiendo con imposiciones en medio de una actuación demencial de confrontación política. Inmersos en la pandemia del covid-19, la vacuna Abdala se pretende aplicar por parte del gobierno títere de Nicolás Maduro, en una nueva receta de continuos fraudes; como el de la “salud” de Barrio Adentro, traicioneramente infiltrado a partir del año 2003. Siempre apelando a consignas libertarias de nuestro próceres, se bautiza ahora a la vacuna “Abdala” de nuestro “José Martí”, como si se tratara de una expresión de libertad su imposición (en su obra Abdala concluye su primer capítulo con la expresión: “Amor con amor se paga”). Ante ello proponemos y pedimos la llegada de la donación internacional de vacunas certificadas, dando esta opción para que el pueblo acceda a dichas vacunas, como de su elección.

En relativos pocos años, pero en lo que podría considerarse su etapa de mayor sabiduría, llegué a conocer a Roberto Martín Pérez. Sé que administró literalmente sus caídas, sin que dentro de su humanidad pesara un solo gramo de odio. Después de haber pasado 28 años de infame presidio en la isla de Cuba, no me transmitió un ápice de amargura o sed de venganza. No era pagar el odio con el odio; por ejemplo del desastre perpetrado por los tiranos del siglo XXI: Castro, Ortega, Maduro. Entendí por qué es tan grande el temor de ellos, y así su principal objetivo sencillamente de sostenerse en el poder hasta morir, para evadir posibles consecuencias de sus actos. Cual secuestradores con rehenes como escudo, o prenda de cobro, van previendo en actitud suicida su posible intento de captura. ¡Son mentes criminales que deben ser tratadas como tales!, para lograr mediante el uso inteligente y legítimo de la fuerza, y del conocimiento ¡la liberación de nuestros pueblos secuestrados, oprimidos!

El pueblo venezolano ha luchado incansablemente por restablecer el derecho a elegir legítimamente a sus conductores. Entonces, ante la pregunta desde la realidad actual,y volviendo sobre el recuerdo de aquella masiva, inequívoca y ejemplarmente pacífica respuesta democrática del domingo 16 de julio de 2017, ¿se debe participar en elecciones en esta Venezuela de nuevas circunstancias?

Precisamente es al pueblo a quien pertenece la soberanía y el derecho a elegir.  A él le ha quedado claro que no aceptará condiciones de manipulación, intimidación o fraude planificado. Sin embargo, si se concreta  perentoriamente una serie de hechos que están asomando básicas condiciones para acudir a elecciones de las autoridades regionales, y de las ciudades, la liberación de rehenes presos políticos como condición sine que non , la observación internacional y la designación temprana de autoridades de mesas electorales para fundamentar la garantía de transparencia en las propias manos pueblo elector, con ello si se propenderá al nacimiento de una oportunidad de  transición pacífica, democrática y reconstructiva del tejido social de nuestro pueblo.

Desde las bases de nuestra nación, y en correspondencia con la necesidad de dar una “regularización y humanización” a lo que ha sido más que una disputa política, una guerra a la que se nos ha sometido, podría acudirse a las urnas masivamente para darle respuesta al régimen, como se hizo en diciembre de 2015.  Ello podría ser la última ocasión en que pueda darse una respuesta que aísle a las mentes suicidas y terroristas, para abrir paso al noble pueblo venezolano en su derecho a la libertad, la democracia y la paz.

En cada oportunidad al compartir mis conversaciones con Roberto Martín Pérez, fuera en un paseo a través de un túnel de frondosa vegetación, en un hermoso atardecer de grises, amarillos y rojizos contrastes, al escuchar la radio mientras recorríamos las calles de Miami con nuestra música cubana, venezolana o en general la música universal, reíamos y compartimos sencillamente como amigos. Una comida, un café, un verlo recibir afectuosos saludos de quienes le reconocían. Su alma estaba libre entonces. Pienso que su alma siempre fue libre, y que la siembra de su ejemplo de dignidad libertaria inexorablemente será reivindicado por la historia para vencer, aún más allá del más allá, a los tiranos de los pueblos.

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