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¡Ya basta!

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Empate técnico, se trancó el juego y es momento de resolver ese asunto.

Quedarse callado y pedir tiempo no es la dinámica que conlleva a una solución, y menos cuando los jugadores son los mismos de siempre y tienen el mismo tumbao.

Diálogo, CNE y sanciones internacionales, entre otras opciones, están sobre la mesa y siempre lo han estado. Igual que los actores que han participado por más de diez años, es por ello que tenemos un problema de fondo y no de forma. Creemos en los procesos cuando estos generan cambios positivos y creemos en verdaderos jugadores que buscan el bien común, no el particular.

En cada uno de los escenarios políticos, los actores parece que se entretienen con el juego de la silla, trayendo como consecuencia una política reciclada, que se traduce en las mismas caras sin importar el ideal o color. Lamentablemente, seguimos en el juego de poderes, en el que las maquinarias tradicionales no permiten que emerjan nuevos líderes; no permiten la renovación, ¿miedo?

Es tan sencillo como que no existe partido político que no sea manejado por el mismo grupo y de la misma forma, sin adecuarse a la nueva realidad de un país tan variopinto como el nuestro. ¿Qué está sucediendo? ¿Acaso existe un sometimiento, una censura al nuevo liderazgo motivada por el deseo de seguir acumulando ego y poder?; ¿o es que el negocio de ser político en una Venezuela necesitada es tan lucrativo que no quieren perder su puesto de trabajo?

Cuando en la empresa algo se daña se contrata a la persona correcta para que resuelva el problema. Ese asesor hace un diagnóstico de las fallas, elabora un presupuesto y establece un cronograma, para poder indicarle a la persona a cargo cómo sería el proceso de reparación, el precio y el estimado de tiempo para poner en marcha la máquina que se dañó. Los países no son distintos; existe un diagnóstico claro de las fallas que tenemos, pero no hacemos reparación alguna. Solo permitimos que los encargados que ya han tomado decisiones, sin resultados positivos, permanezcan en sus puestos. Es decir, somos cómplices de las vagabunderías, nos guste o no.

Cuando nosotros, la sociedad civil, respaldamos constantemente la falta de capacidad para concretar cambios en pro de un mejor futuro, nos hacemos cómplices. Es momento de hacer un cambio drástico en nosotros y aceptar que, sin importar el tinte político, queremos lo mismo: un país de futuro, progreso y oportunidades económicas en el que los políticos se encarguen de hacer política y los empresarios de generar empleos a través de compañías productivos. Me encantaría ver a un presidente que sea gerente y lo acompañe un vicepresidente que sea político; una Asamblea Nacional y un TSJ a los que les preocupe el país y no intereses económicos, pues la política NO es un negocio, es una vía para tomar decisiones para alcanzar objetivos que beneficien a la mayoría. Si la gente quiere generar capitales y riquezas que se pongan a trabajar y no a practicar la politiquería, pues desvirtúan el trabajo y viven de los ciudadanos.

Sin duda alguna los venezolanos nos hemos vuelto cómplices de lo que está sucediendo porque no hemos impulsado el cambio de liderazgo y permitimos las injusticias, solo por creer que no se puede hacer nada o por tener miedo a una retaliación de esos poderes abusivos.

Día a día vemos un sinnúmero de abusos y me preocupa que mañana eso se comience a ver como algo normal y a catalogar como algo bueno; o tal vez esto ya pasó. Hace un mes embargaron las instalaciones de El Nacional y a pesar de que se recibieron muchos mensajes privados, no se realizó ninguna acción por miedo, por creer que no sería útil. Pero les digo de corazón, ¿no se cansan de estar cansados, de tener que soportar injusticias y permitir abusos? Cada uno de ustedes tiene la capacidad de decir ¡ya basta! y frenar lo que está sucediendo. Somos nosotros los ciudadanos, aquellos que somos mayoría, aquellos que queremos un mejor país, los que debemos frenar a la minoría dominante, para construir un país de futuro; tenemos con qué, tenemos a los venezolanos que nos quedamos aquí, apostando a que una mejor Venezuela es posible.

Creo que es momento de un relevo político y gerencial, Venezuela merece que dejemos el miedo y surjan esos nuevos liderazgos, sin los atropellos de las maquinarias del pasado. En cada uno de nosotros está dar ese primer paso.

 

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