Rescatar un país a través del arte, jamás había sonado tan sencillo; tan tangible. Y, precisamente, eso es lo que el estudio artístico To Take Out, liderado por el cuasi arquitecto venezolano enamorado de los Legos, el diseño industrial y la pintura, predica desde que abrió sus puertas hace 2 años: la cultura como método de salvación, no solo como venezolanos sino como seres humanos
Aunque nunca pudo ejercer porque jamás terminó la carrera, Armando Velutini, a sus 36 años, tiene claro que, sin haber pasado por la arquitectura, su pasión por otra forma de hacer arte, jamás hubiese podido despertar.
Entender sobre volumetrías y la posibilidad de homenajear la belleza a través de la utilidad, fue lo que avivó sus ganas de adentrarse mucho más a fondo en el mundo de la imaginación, lo escultórico y sus infinitos matices.
En conversación con El Nacional, el talento venezolano destacó que con la arquitectura empezó y se esclareció todo en su vida: “supe que debía crear algo grande. Que fuese capaz de fomentar valores pero que también enalteciera el poder que tiene la cultura en cada uno de nosotros”.
Con esto en mente, nació To Take Out; un estudio en donde convergen mentes y corazones por un mismo objetivo: hacer arte en toda la expresión de la palabra, cambiando vidas y dejando huellas cromáticas en el proceso.
To Take Out: más que una simple venta
El gran poeta T.S. Eliot dijo alguna vez que la cultura es aquello que hace que la vida merezca la pena ser vivida. To Take Out nace de esa premisa.
Preservar y realzar el significado de la cultura es, precisamente, el eje central del estudio. Sin embargo, la necesidad que tienen los artistas plásticos de tener un lugar que los apoye mucho más allá de las ventas y se enfoque en el proceso de producción de las piezas, es lo que realmente cobra sentido al momento de describir las funciones de este taller.
“Cuando conocí a quienes son mis cofundadores, pensé que no habría manera de liderar un proyecto de esa magnitud con tan pocos conocimientos sobre la materia”, destacó Velutini. “Es algo demasiado técnico, de valoración, de color, de cómo se hace y funciona todo en cada proceso artístico. Sin embargo, hoy, con casi 40 y a mitad de una nueva carrera, sigo sin arrepentirme de la decisión que tomé al abrir el estudio”.
Todo esto se remonta a 4 años atrás cuando regresó de Panamá después de haber visitado el museo del maestro Carlos Cruz Diez.
“Después de esa visita, entendí que la verdadera forma de hacer arte no radica en solamente venderlo sino en producirlo. Un taller en donde se pudiesen crear las piezas, fue lo primero que se me cruzó por la mente para llevar a cabo lo que hoy es un sueño compartido”, destacó.
Junto a sus hermanos y esposa, Velutini fundó -en 2016- O Espacio Galería, que ayudaría a promover y apoyar talentos emergentes, pero To Take Out, no solo promovería, sino que serviría de plataforma para ver nacer las piezas de los artistas.
Frances, Robin y sus 40 perritos cromáticos
En un principio, el diseñador no tenía muy claro cómo llevar a cabo la idea, pero como por arte de magia, aparecieron en su puerta un par de artistas venezolanos totalmente desconocidos quienes le dieron la respuesta que tanto buscaba.
Francis y Robin son, actualmente, quienes llevan le proceso operativo de To Take Out, además de ser colaboradores, profesores, alumnos, dueños, clientes y fanáticos activos del proyecto… Igual que Armando.
“Entraron a mi galería con una gran sonrisa y una caja enorme de balloon dogs, réplicas de los perros del reconocido artista Jeff Koons. De hecho, mi esposa estaba conmigo y lo primero que le dije fue: sácame esto de aquí”, recordó.
No había espacio en ese momento para 40 piezas nuevas. “Pero ella, con mucho mejor juicio que yo, los aceptó y en un abrir y cerrar de ojos estaban regados por toda la galería”, añadió. “Eran demasiados perritos y el costo de cada uno, sacando cuentas, no daba casi ninguna ganancia”, recalcó.
Muy a su pesar, su esposa bastante insistente, le dijo que no solo mirara, sino que observara lenta y detenidamente cada pieza.
“Ahí pude darme cuenta que estaban en el orden perfecto del círculo cromático. Fue impresionante de ver. Eso bastó para entender que estábamos en frente de algo grande; de algo que valdría la pena y que cambiaría el curso de esta historia”.
Gracias a este encuentro, uno de sus grandes sueños pudo ver luz: la exposición de Legos Intervenidos por diversos artistas venezolanos o sus Brick Canvas, piezas que unen el conocido juguete con los diseños de pinturas y otros símbolos de la identidad venezolana.
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Más allá de lo financiero
A partir de ese punto, y en palabras de Velutini, todo fue muy genuino. “Ellos estaban buscando apoyo para que la gente viera sus obras y yo tenía el espacio para mostrarlas; lo que hicimos fue retroalimentarnos y aprovechar lo que había sobre la mesa para llevar a cabo este proyecto en donde nacieran, literal, una obra de arte tras otra: To Take Out”.
“Yo sabía que el arte era un buen camino, más allá del financiero, el de crear y proponer y hacer obras todos los días”, indicó. “Esto sería un taller que le permitiría a otros artistas plásticos poder explotar su talento; tener una idea y sentir que están siendo escuchados. Sentir que tienen herramientas y recursos para materializar sus sueños”.
Y hasta ahora, lo han cumplido a cabalidad. “Soy cliente de mi taller. To Take Out no es Armando ni viceversa. Yo soy, literal, parte de la comunidad que quiere seguir materializando sus sueños todos los días”, subrayó.
To take out podría parecerse a The Factory, espacio creativo reconocidísimo en la movida artística de Nueva York en los años 60, cuyo fundador fue Andy Warholl y cuya premisa residía en trascender y marcar la vida de más personas; conectar con más gente y darles la oportunidad de conectarse con la movida artística y sus variantes.
Inspiración y proyección
Para Armando Velutini, no hay equivocación en la cultura y en el arte. “Este es el camino”, recalcó.
Los jóvenes venezolanos que le tienen, no solo aprecio y respeto, sino amor a la cultura son inspiración y proyección para To Take Out. “Ver que la movida crece y uno no está solo es importante. Estos artistas están a lo largo y ancho del país con esas ganas de seguir aportando a como dé lugar y eso es súper poderoso”, señaló.
Es un trabajo en equipo y también a la distancia porque, aunque algunos no se conozcan personalmente, el esfuerzo es el mismo. «Trabajan por y para conseguir su progreso y el del país, gracias al conocimiento y al trabajo duro», puntualizó.
“Estoy exactamente en el sitio en el que me imaginé estar desde que comprendí que lo mío era el arte y el diseño. Todo lo que hacemos en To Take Out, mi día a día, es mi motor”, resaltó. “Mis inspira dejar esa huella para que otros artistas también puedan transitar por este mismo camino. Venezuela se lo merece”.
Cultura en primer plano
La cultura posee un valor único para el artista y su equipo. Sin embargo, lamentan que su importancia esté perdiendo impacto en el país.
“Está ubicada en el décimo escalafón de la pirámide. No es prioridad desde hace mucho tiempo para nosotros como venezolanos”, destacó. “Se dejó de dar importancia al tema, pero creo que es algo que viene de la misma gente”, recalcó.
A su parecer, los mismos ciudadanos son quienes perdieron el interés de ir a los museos o galerías. “Lo que hizo y elevó a los Maestros cinéticos, fue el apoyo masivo que recibieron del país y su gente; todo el mundo estaba orgulloso de Cruz Diez, de Soto… Además, recibían colaboración de las autoridades que se ocupaban de hacerles exposiciones internacionales a sus obras”, dijo. “Hoy en día, todo eso es inexistente.
Una de las premisas que más le causa ilusión es que su hijo, de año y medio, sea parte del mundo “no convencional” de su padre y eso solo puede lograrlo intentando rescatar el inmenso valor de Venezuela, sus Bellas Artes y los artistas detrás de ese legado.
“Necesitamos poner a la cultura en primer término de la educación. Es ella la que aporta memoria, creación, infinitas posibilidades, espíritu crítico; conceptos imprescindibles para enfrentarnos a un mundo en continua transformación”, destacó.
También, resaltó que más allá de que vaya a venir un Simón Bolívar o un Ghandi a interceder por el país, el mismo venezolano es quien debe y necesita ser patriota.
“Tenemos que ser nacionalistas, dolientes y tener amor por lo que sea hace acá. Los productos que nacen en el país son bellos, buenos y de mucha calidad. El mejor arte del mundo para un venezolano debería ser el nuestro”, indicó.
En sus propias palabras, la cultura trae memoria, genera experiencia, es siempre creadora. Sus valores y su espíritu crítico son creativos, liberadores y permiten generar espacios de resistencia y dar voz a los discordantes, contribuir al bien común y a hacernos distintos.
La vida es un viaje, empaca tus maletas
Para Armando Velutini su lema de vida –Life’s a journey, pack your bags- perdió sentido al darle vida a sus sueños pues, a su modo de verlo, ya la maleta no está hecha; es el viaje el que está hecho.
“Esto es lo que quiero hacer con mi vida. Quiero que me conozcan por lo que está pasando aquí porque esto es lo que yo creo que va a dejar un legado y va a hacer un cambio en las personas”, finalizó.
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