Por ANNIE VAN DER DYS
La conversación ocurre, como tantas otras en estos días, en la distancia. Leopoldo Brandt vive en Carolina del Norte, es abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello y actualmente trabaja para una importante empresa que se dedica a crear software y, en general, al mundo de la tecnología. Tal vez eso nos puede explicar por qué este abogado, interesado en la letra pequeña de las leyes que rigen el mundo de Internet (en 1991 publica un estudio sobre la parte legal de las páginas web, y en 2001 crea la primera cátedra Aspectos Legales de Internet para pregrado, en la Facultad de Derecho de su alma mater) se mete de lleno en la creación de un mundo de ciencia ficción y aventuras donde se genera un clon en un laboratorio secreto. Este ser humano, creado a través de las más complejas y sofisticadas tecnologías, tiene una personalidad profundamente humana: es compasivo y siente el dolor de los demás como propio. Pero posee otra característica: tiene la posibilidad de remediarlo, de acabar las penas, el sufrimiento, la enfermedad, de una forma que podíamos llamar milagrosa. El origen no humano de este ser, quien no es hijo de mujer, sino creado a través de la utilización de ADN extraído del Santo Sudario de Turín, el mismo que, supuestamente, se usó para envolver el cuerpo sin vida de Jesús, pone totalmente patas arribas el mundo científico y su lógica: ¿por qué posee este ser poderes que solo habían sido adjudicados a un mesías? ¿Es el Mesías? ¿Un clon? ¿Y el laboratorio que pagó su creación es dueño de este hombre? ¿Tiene derechos legales sobre él?
Las noticias sobre este clon llegan rápidamente al Vaticano y la Santa Sede decide intervenir. ¿Debe este ser personificar el Mesías reencarnado? ¿O debe desaparecer de inmediato de la faz de la Tierra para que no altere una historia de más de dos mil años, sobre la que se asienta una de las religiones más poderosas, económica y políticamente hablando, del mundo? Para rizar aún más el rizo, nos enteramos de que el clon ha embarazado a una mujer. ¿Es entonces este niño el hijo del Mesías?
Cada nuevo capítulo de la historia nos envuelve en un mundo donde se mezcla la acción, la aventura, la ciencia, la tecnología y, sobre todo, el poder que este tipo de investigaciones tiene para el mundo: el uso de células madre para la creación de órganos que puedan ser usados a la hora de trasplantes para salvar millones de vidas, pero cuyas patentes dependen de un poderoso grupo farmacéutico, o la creación de este clon que es legalmente de la empresa que pagó su costoso proceso de creación y manutención.
Ante todas estas interrogantes, no podemos menos que preguntarle a Leopoldo Brandt cómo surge la idea de Cinco puntas.
El escritor confiesa que atravesó una profunda crisis personal a raíz de su divorcio. Y, en medio del dolor y del caos que todo este proceso significó para él, sintió la necesidad de que existiera alguien capaz de ayudar a los otros. Pero, como abogado tal vez, pensó que a su vez debería existir alguien que fuera capaz de proteger a este ser especial, cuya misión era llevar consuelo y ayuda al mundo. Este es, en breves palabras, el origen de Cinco puntas.
Quisimos saber también de su relación con la escritura, de cómo se había iniciado en este difícil arte.
Leopoldo nos cuenta que, como ya sabemos, sus primeros acercamientos a la escritura fueron académicos, para dar forma y orden a los contenidos de sus investigaciones y propuestas. Pero este trabajo, tan meticuloso y organizado, le ha servido de mucho a la hora de entrar al mundo de la ficción, ya que él tiene un proceso personal para ir creando la historia y los personajes, para los cuales se basa en un programa de Excel. Es un sistema que le permite organizar una historia como esta, donde se mezclan continuamente los descubrimientos reales ya existentes con las posibilidades que quizás algún día lleguemos a ver, pero que están sometidos al mundo de las leyes de la ética y de la ciencia, sin que dejen de existir drama, aventura y tensión entre sus personajes y sus acciones.
Sobre sus maestros a nivel narrativo, Leopoldo nombra a Pérez Reverte, quien sin duda ha creado un paradigma como autor de fábulas, en las que se mezclan la aventura, la acción y la puerta abierta a nuevos confines no explorados, ya sea en la búsqueda de tesoros con poderes sobrenaturales, o en la lucha de aventureros, como Alatriste.
Sin duda Leopoldo ha sabido seguir los pasos de su maestro, creando una novela trepidante e intrigante que, al finalizar su lectura, nos deja llenos de interrogantes.
Por eso la última pregunta no puede ser otra que sobre los nuevos proyectos que tiene en mente el escritor.
Y aquí nos enteramos de que la segunda parte de Cinco puntas ya está avanzada. Hay mucha tela aún que cortar en la historia, muchas preguntas, dudas con las que los lectores nos quedamos al terminar la lectura. Y, afortunadamente, esperamos que pronto la aparición de esta segunda entrega nos responda estas interrogantes.
Con ganas ya de leer la continuación nos despedimos de Leopoldo, quien seguirá imaginando mundos donde la ciencia, la tecnología y la bondad humana se den la mano para enfrentarse a poderes oscuros y poderosos, capaces de todo con tal de evitar que este nuevo protector de la raza humana llegue a cumplir su cometido.
*Cinco puntas. Leopoldo Brandt Graterol. Editorial Lector Cómplice. Venezuela, 2021.
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