En mi país dicen que las mujeres que se quejan por no encontrar pareja y temen al matrimonio, «le prenden 10 velas a los santos para conseguir marido, pero por detrás le prenden 20 para que no aparezca».
Otros insisten en que el matrimonio es la «tumba del amor», y algunos viven juntos y no se casan por miedo a que «todo se dañe, se derrumbe».
Con este tema hicimos un programa en dranancy.com, y la verdad es que fue muy interesante.
Un venezolano preguntó a una colombiana si ella no encontraba hombre. Le contestó que sí. Le pide a Dios un compañero, pero reconoce que tiene miedo al compromiso. Tomó la decisión de no hablar de miedo y seguir creyendo que Dios tiene algo para ella. Prefiere estar sola, y no un hombre que venga a «joderle la vida».
Por miedo a quedarse solterona, pidió a su mamá un consejo, y ella le dio la novena de San Antonio… y se le perdió el santo, nunca lo encontró. Decidió hablar directamente con Dios, sin intermediarios. «Él sabe lo que necesito», dice. Y ella espera que Él se lo mande.
Entonces me dirijo al venezolano, y le digo: los hombres son los que nunca se quieren casar, ¿verdad? ¿A usted no le pasó lo mismo? Él dice que una mujer segura no está detrás de nadie, no tiene la necesidad de correr detrás de otro. Para buscar una pareja, debes antes aprender a vivir solo.
Entro yo al tema: la realidad es que la gente se casa sin saber escoger pareja. En Estados Unidos, las mujeres se casan por dinero, por no estar solas, etcétera. Una pareja es un espacio de comunicación de emociones y sentimientos. Cada persona busca pareja para resolver temas no resueltos de la niñez.
Una pareja se debe escoger bien. Usted no se casa por estar enamorada. Nadie tampoco le está pagando para recoger toda la porquería que hay en el mundo. El matrimonio es algo serio.
Dicen los dos que tienen miedo a la intimidad, y creen que convivir acaba el amor y la pareja. No quieren mudarse juntos. Cada uno en su casa. Les molesta estar pegados y abrazados en la cama. Cada quien por su lado.
Cierro el programa contando mi historia y mi miedo a la intimidad. Les cuento cómo hoy amo a mi pareja y soy muy feliz: dormimos abrazados como dos chicles, nos encanta andar juntos y casi nunca nos separamos.
Perder el miedo al matrimonio y al compromiso no fue fácil. Lo logré después de ir a terapia por años, de trabajar mi miedo a entregarme. Enfrentar los miedos y superarlos es el único camino. El hombre no vino a la Tierra a vivir solo. Solo el matrimonio ayuda a crecer emocionalmente.
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