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El dilema es sencillo, pero no lo entienden

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Rómulo Betancourt y Fidel Castro

El ajedrez geopolítico latinoamericano está que arde, estamos viendo un panorama geopolítico bastante peligroso, el dilema en el que se encuentra la región es sencillo: es una lucha vital y trascendental entre el comunismo y la libertad. El grave problema es que las élites del continente no entienden este grave problema.

Si lo vemos desde una perspectiva histórica, debemos irnos a la segunda década del pasado siglo para ver su origen, el régimen soviético bajo el mando de Lenin, desde la perspectiva de su lucha de clases a nivel mundial, comienza su estrategia de organización de movimientos comunistas revolucionarios en América Latina, su metodología es la combinación de todas las formas de lucha, así presentaban una cara legal de partidos políticos, infiltraban organizaciones sociales y estudiantiles, pero también tenían grupos terroristas destinados a la subversión de los regímenes pro norteamericanos (en verdad en esa época no eran todos democráticos); como se ve, esa estrategia continúa vigente hoy en día.

En Colombia, por ejemplo, que sí tenía un régimen democrático, el Partido Comunista, llamado Partido Socialista Revolucionario, se implanta en la Costa e infiltra el poderoso sindicato bananero. Una huelga legal y legítima contra la United Fruit Company es infiltrada con el objetivo de armar una insurrección, alentada por el Partido Liberal, anarquistas y socialistas revolucionarios. Elementos subversivos atacan de manera coordinada en diversas poblaciones las propiedades privadas y bienes públicos, frente a la reacción policial para mantener el orden, los insurrectos actúan de manera criminal ocasionando un número bajo de muertes, pero que la propaganda comunista la convierte en masacre. A ese mito contribuyó el compañero de ruta del comunismo Jorge Eliecer Gaitán, quien en el Congreso arma un debate denunciando la masacre, pero impide una investigación objetiva de los hechos.

Gaitán se ve envuelto de nuevo 20 años más tarde en otra insurrección comunista, con ocasión de la Conferencia de la OEA que va a celebrarse en Bogotá, los comunistas preparan un amotinamiento para impedir la creación de esta organización. Elementos comunistas como Fidel Castro vienen a organizar la rebelión, utilizan a un demente para que maten al seguro próximo presidente Gaitán y esto ocasiona un levantamiento popular que casi destruye a Bogotá. Solo la valiente posición del presidente Ospina impide el derrocamiento del régimen democrático (esta síntesis histórica es tomada del insuperable libro de Eduardo Mackenzie, Las FARC, el fracaso de un terrorismo, Random House 2007, el cual recomiendo leer para quien quiera profundizar en el tema).

Obviamente estos movimientos insurreccionales estuvieron coordinados por espías soviéticos, y naturalmente se extendieron por todo el continente con la misma táctica. Solo la visión geopolítica de los gobiernos norteamericanos de entonces, que bajo la doctrina Monroe (establecía que cualquier intervención de los europeos en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de los Estados Unidos de América. La doctrina fue concebida por sus autores, en especial Adams, como una proclamación de Estados Unidos de su oposición al colonialismo frente a la amenaza que suponía la restauración monárquica en Europa y la Santa Alianza tras las guerras napoleónicas) y su reforma con el corolario Roosevelt, el cual dejó claro que Estados Unidos tenía derecho a interferir en cualquier país del hemisferio para mantener el “buen orden”, logró impedir que el comunismo se implantara en el continente.

En 1958 sucede un acontecimiento histórico que significa un punto de inflexión en esta lucha entre comunismo y libertad: la Revolución cubana. Fidel Castro engaña a todo el continente, bajo la bandera de la igualdad y reformas democráticas, obtiene el apoyo de Estados Unidos, la Iglesia, los países latinoamericanos, hasta los empresarios para derrocar al dictador Batista, pero su real intención era implantar el comunismo en el continente. Esta revolución logró el antimilagro de convertir un país con alto desarrollo y bienestar en un lumpen subdesarrollado, hambriento y tiránico. Esto es característico del comunismo obviamente, se puede ver en los casos emblemáticos de los países de la Europa oriental y en el de Venezuela.

El problema fue no solamente la instauración del comunismo en Cuba, a solo pasos de Estados Unidos, sino que Castro siguiese la doctrina de la expansión comunista en el continente, esta vez a través de la promoción de las guerrillas. Contrario a la firmeza de los gobiernos norteamericanos en la defensa de su posición geopolítica dominante en el continente, con Cuba estos gobiernos se durmieron y permitieron la expansión del comunismo en el continente (Sandinistas, Allende).

Rómulo Betancourt que conocía al comunismo desde adentro, pues fue dirigente comunista en su juventud, fue un pilar de la defensa de la democracia continental con su “doctrina Betancourt”. “Dicha doctrina fue definida como un instrumento concreto (ruptura de relaciones diplomáticas), cuya aplicación estaba clara y taxativamente condicionada a la ocurrencia de un hecho contingente pero definible a priori (golpe de Estado), en un marco identificable (la región latinoamericana), para el logro de un fin igualmente concreto, definible e identificable (defensa de los regímenes democrático-representativos)” (Rodriguez, Frank: “La Doctrina Betancourt: entre el realismo y principismo político”, Tiempo y Espacio v.21 n.56 Caracas dic. 2011).

Lamentablemente hacia los setenta, esta doctrina es abandonada y los gobiernos se rinden con pleitesía a los “encantos” de Cuba y sus epígonos, pero aún así la guerra de guerrillas se ve derrotada. Situación que se ve agravada con la caída de la URSS, fomentadora de esta. Ante esto, Castro y Lula crean el Foro de Sao Paulo, que con su Carta establece una nueva estrategia de toma del poder, gracias a los aportes de Gramsci, el Foro se dedica a aprovechar el dominio de las ideas de izquierda en los círculos pensantes de la sociedad, para promover una estrategia de ganar elecciones , previa creación de un estado de caos social y económico, un desencantamiento con las instituciones democráticas, con un engaño del pueblo, disfrazando el programa comunista por uno “ progresista y humano”. Chávez fue el experimento exitoso del comunismo disfrazado de socialismo del siglo XXI, que luego se llevó a Nicaragua, Ecuador, Bolivia, con variantes en Uruguay, Paraguay, Argentina y Brasil y ahora lo intentan en Perú, Chile y Colombia.

Toda esta reseña histórica nos lleva a algunas conclusiones fundamentales: 1) El comunismo tiene 100 años tratando de implantar este régimen en América Latina, 2) En ese esfuerzo ha intentado varias estrategias: insurrección popular, guerrillas, socialismo del siglo XXI, 3) El elemento fundamental de esta estrategia es la coordinación continental a través de un movimiento central que planifica, financia y promueve la estrategia comunista (infiltración soviética directa, Castro, Foro de Sao Paulo, Grupo de Puebla), 3) Estados Unidos es un elemento fundamental de contención del comunismo, pero por décadas ha desatendido la región y se ha dormido en su deber de defensa de la democracia en el continente, 4) Un esfuerzo mancomunado de la región en defensa de la democracia con un plan definido como la “Doctrina Betancourt” es fundamental para el éxito de esta  lucha entre comunismo y libertad, 5) Se necesita pues, un movimiento latinoamericano democrático liberal de defensa de la libertad frente a la estrategia comunista, este movimiento debe tener apoyo decidido de los Estados Unidos, 6) Lamentablemente no existe ese movimiento ni ese apoyo norteamericano, 7) la entrega de líderes democráticos ante la embestida del socialismo del siglo XXI, como lo hicieron Piñera y Duque dificulta aún más el triunfo de la libertad frente al comunismo, 8) únicamente cuando se defiende sin ambages la democracia, sin lenguaje políticamente correcto y desde una posición claramente anti comunista se logra el triunfo como lo demuestran Ayuso, Bolsonaro y Lasso.

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