Cientos de venezolanos acudieron esta semana a los puntos de vacunación contra el coronavirus. El sistema, que arrancó de forma “controlada”, se convirtió, con el paso de los días, en desorden, en el que también influyó la suerte.
Las colas se pierden de vista en muchos de los lugares adaptados para la inmunización, donde llueven las quejas por las horas de espera. Esto debido a que muchos acuden sin cita por el apremio de ser vacunados, en medio de una virulenta segunda ola que hasta este viernes acumulaba 239.252 casos.
El régimen planeaba “controlar” los tumultos citando a las personas vía mensaje de texto a través del denominado Sistema Patria. Se trata un esquema tachado de “discriminatorio” y usado para entregar ayudas sociales. Pero la demanda de la gente, con la paciencia ya agotada, sobrepasó todos los planes.
Principal centro de vacunación
La situación se refleja en el centro de vacunación más grande del país, instalado en el hotel Alba Caracas, con aproximadamente 40 pequeños cubículos divididos por cortinas.
“Ha sido malísimo, malo. Aquí hay personas desde las tres de la mañana. Un desorden, no nos han movido. Está demasiado lento, le caen a mentiras a uno”, dijo a Efe Jesús Omar Carrero, de 50 años de edad. Esperaba para vacunarse, pese a no haber sido convocado.
En el país se desconoce con precisión la cantidad de vacunas recibidas. Esto debido a que los datos ofrecidos por las autoridades son contradictorios.
La escasez de dosis afecta, incluso, a sectores prioritarios, como el sanitario. El lunes, la ONG Médicos Unidos informó que solo 42 % de los médicos recibió alguna dosis del fármaco. La declaración se dio después de que el ministro de Salud, Carlos Alvarado, asegurara que 90 % de los sanitarios estaban vacunados.
Pero el foco está puesto, ahora, sobre los adultos mayores, citados a través del Sistema Patria.
En una pared cercana a la entrada del hotel, una hoja escrita con rotulador anuncia: “programa de vacunación masiva para adultos de 60 años. Convocados a través del Carnet de la Patria”. Pero, aún así, muchos ciudadanos están acudiendo sin cita.
Carmen de Parra, de 69 años, quien tampoco fue convocada, llevaba más de seis horas de espera cuando todavía estaba lejos de la entrada.
“Vine con mi hermano casi ciego. Ya uno no está para estas colas”. Así lo aseguró mientras ponía su confianza en Dios para lograr ser vacunada.
Más orden en el interior
Dentro del hotel, todo es más ordenado. Bajo las suntuosas lámparas, en los pequeños cubículos, las personas, casi en automático, sostienen las mangas de sus camisas para dejar que la aguja entre.
Y mientras esto sucede, cada cierto tiempo pasa un hombre desinfectando las áreas comunes.
“El proceso es más ligero aquí adentro”. Así lo describió Magaly de 71 años, tras recibir la vacuna rusa Sputnik V luego de 10 horas de espera.
Una impresión similar tuvo la señora Hilda, quien, desde su silla de ruedas, comentó que el proceso, sin ser perfecto, le pareció bueno. Tampoco recibió mensaje del Sistema Patria, pero avaló su “derecho” con 26 años de trabajo en la Universidad Simón Bolívar -una de las principales del país- y sus informes médicos, que confirman que es diabética.
“La jornada de vacunación me pareció buena. Con orden y muy amables todos los que nos atendieron, los militares, los demás trabajadores, nos indicaban y nos trataban de ayudar”, expresó.
Igualmente, Gladys Pérez dijo que le pareció “maravillosa” la jornada de vacunación. Aunque lamentó las largas filas a las afueras del hotel, a pesar de estar convocada a través del Sistema Patria.
Nicolás Maduro celebró el domingo la llegada de 500.000 dosis de vacunas Sputnik-V, de Rusia, uno de sus principales aliados, de cara a la segunda fase de vacunación. Espera, además, unos 11 millones de dosis a través del mecanismo Covax, para julio.
Sin embargo, el organismo internacional aseguró que “todavía” no puede confirmar que Venezuela pagase los 18 millones de dólares que adeudaba a Covax.
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