Por RUBÉN MONASTERIOS
EL MAESTRO ÓSCAR AGUILERA ha dejado ver este proyecto, Estudio para una crucifixión; una idea excelente para darle algún uso y sentido a los enormes pilares de un tren elevado que conectaría la capital con Guarenas y Guatire, el cual nunca se terminó, habiendo sido invertidos millones de dólares; desde luego, la mayor parte de ese capital fue a tener a bolsillos de funcionarios, contratistas y enchufados. Solo me permito añadir que los crucificados somos nosotros, vale decir, los venezolanos, a quienes nos clavaron íntegra y sin piedad esa obra pública chavista. En consecuencia, con el mayor respeto sugiero al Maestro cambiarle el nombre a su proyecto, y en lugar de Estudio para una crucifixión, que es un nombre metafórico, denominarlo claro y raspado Estudio para el Monumento a la Corrupción Castrochavista. En efecto, la serie de pilares alineados uno tras otro a lo largo de kilómetros es la evidencia, ¡hasta la Eternidad!, de la gestión de la dictadura más cínica, desvergonzada, cruel y ladrona que haya existido en la Historia.
Ana Jubes respalda la idea y acota: “…Una de tantas, pero no la única. La lista es larga”. En lo que tiene razón; en efecto, todos nuestros gobiernos, tanto los del maculado interludio democrático como los de la dictadura sangrienta prolongada hasta hoy, han sido diligentes en dejar obras monumentales inconclusas, y los últimos, además, en destruir obras, empresas y cuanta clase de cosas útiles y productivas les vino en gana.
Razón que condujo a Claudio Nazoa a decir en una de sus frases célebres: «Los gobiernos venezolanos son altamente eficientes en construir ruinas».
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