Este lunes asumió como presidente de Ecuador Guillermo Lasso y se prepara para la compleja tarea de conducir un país sumido en una severa crisis económica agravada por la pandemia de covid-19, profundamente endeudado y con escasos recursos en las arcas fiscales.
Se hizo con el cargo el 11 de abril, en segunda vuelta electoral, tras sacar cinco puntos porcentuales de ventaja a Andrés Arauz. Era la tercera vez que optaba a la jefatura del gobierno ecuatoriano —tras perder contra Rafael Correa en 2013 y ante Lenín Moreno en 2017—, y en esta ocasión logró con éxito ampliar su base de votantes más allá de la derecha tradicional para superar a la izquierda correísta.
Y ya antes de saberse ganador, era consciente de la complicada responsabilidad que le esperaba.
«Recibiremos un país complicado, el gobierno nacional no tiene liquidez, apenas un saldo de 400 millones de dólares en la reserva que representan apenas el 20% del gasto mensual del gobierno», le dijo a BBC Mundo durante la campaña electoral.
«Es, además, un gobierno con una deuda que llega al 63% del Producto Interno Bruto, a la que hay que añadirle atrasos de pagos con municipios, prefecturas, sistemas de seguridad social y con el Banco Central. Todo sumado le puedo decir a ojo de buen cubero, que la deuda llega a 80.000 millones de dólares», añadió.
«No van a encontrar un año peor», dijo efectivamente sobre la situación el saliente ministro de Economía Mauricio Pozo, al hacer balance del 2020 y rendir cuentas en un acto ante periodistas, asegurando que ni siquiera la crisis de 1998-9, el llamado Feriado Bancario, fue tan grave.
Y por su parte el ya expresidente Lenín Moreno describió la situación sanitaria como «la peor crisis de salud que ha vivido Ecuador» en febrero, cuando el entonces ministro de dicha cartera, Juan Carlos Zevallos, tuvo que renunciar por un escándalo del plan de vacunación.
En el triunfo de Lasso, un exbanquero y empresario conservador de 65 años, fue clave el descontento que generaba el expresidente Rafael Correa, que patrocinaba a Arauz, entre los electores que no votaron por Lasso en la primera vuelta del 7 de febrero.
Pero su partido, el Movimiento Político Creando Oportunidades (CREO), tiene solo 12 legisladores en la Asamblea Nacional, a los que puede sumar los 19 de su aliado el Partido Social Cristiano. Enfrente tendrá al correísmo con 48 asambleístas, lo que le obligará a ciertas concesiones que comenzaron en la campaña.
«Por cada voto que consiguió abriendo su propuesta, yo creo que bajó en gobernabilidad, porque empezó a repartir el pastel a muchos comensales que, en el momento de gobernar, le van a pasar factura», le dijo a BBC Mundo el analista Pedro Donoso.
Donoso añadió que el anticorreísmo como fuerza política tampoco es un grupo homogéneo y que Lasso deberá lidiar con intereses encontrados.
Lasso es un conocido banquero y empresario ecuatoriano que participa en distintos conglomerados financieros.
Suele referirse a un origen familiar humilde que lo llevó a comenzar a trabajar con 15 años en la Bolsa de Valores de su ciudad, Guayaquil. Así trata siempre de quitarse la etiqueta de banquero rico que no se preocupa de los más humildes.
Fue rápidamente escalando posiciones hasta convertirse en presidente del Banco de Guayaquil por casi 20 años. A comienzos de los 90, llegó a liderar la Asociación de Bancos Privados del Ecuador.
En agosto de 1999 fue nombrado ministro de Economía, pero debido a las diferencias que tuvo con el entonces presidente Jamil Mahuad sobre cómo manejar la economía del país renunció un mes después.
Bajo el lema «emprendimiento, innovación y futuro», Lasso dijo en la campaña que respetará el acuerdo del país con el FMI (Fondo Monetario Internacional), excepto en un punto.
«Nosotros no vamos a desconocer el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Lo que no vamos a hacer es a subir el IVA», dijo refiriéndose a una polémica medida que busca aumentar la recaudación fiscal de un país con altos niveles de déficit y deuda pública.
Qué propuso
En su plan de gobierno, el candidato propuso crear nuevos puestos de trabajo, subir el sueldo mínimo a US$500 al mes, acabar con el hambre de más de un millón de ecuatorianos, atraer inversión extranjera y combatir la corrupción, argumento con el que golpeó a Correa y a Arauz.
Cercano a las ideas del Opus Dei, Lasso, casado y padre de cinco hijos, sorprendió a la ciudadanía cuando durante la campaña electoral propuso que la escultura de Quito de la popular virgen del Panecillo rotara para que no le diera la espalda a los ciudadanos del sur.
Siempre fue un férreo opositor a cualquier propuesta de ley sobre la despenalización del aborto, incluso en casos de violación, pero en campaña se mostró abierto a escuchar a los ecuatorianos y a no imponer su visión e incluso habló de una posible consulta popular sobre el tema.