Ya sea en caravanas o en grupos reducidos, miles de migrantes hondureños, nicaragüenses, salvadoreños, guatemaltecos atraviesan la frontera entre México y Guatemala con el fin de llegar a los Estados Unidos para alcanzar el llamado “Sueño Americano”. Estos desplazamientos humanos han sido habituales en esta región del planeta, pero algo comienza a llamar la atención, algo que es diferente de las otras veces, algo que es inusual en estos grupos, ahora se observa a muchos jóvenes, niñas y niños que integran la gran mayoría de estos numerosos grupos que han salido desde sus comunidades de origen para buscar trabajo, reunirse con familiares o bien, buscar una vida mejor en el país norteamericano.
Hasta principios de abril de 2021, cerca de 15.000 menores de edad ya se encuentran bajo custodia por autoridades estadounidenses en algún centro de detención de la Patrulla Fronteriza, y la cifra sigue creciendo todos los días, una cifra que corresponde solo al mes de abril. Según datos proporcionados por las autoridades norteamericanas, los menores migrantes provienen de tres principales países, Guatemala, Honduras y El Salvador, que conforman el llamado “Triángulo del Norte”.
Según proyecciones de las mismas autoridades de migración, prevén que al finalizar el mes de agosto de este 2021, el 1% de los niños de esta región centroamericana haya migrado hacía los Estados Unidos. En seis meses han ingresado a Estados Unidos 47.729 menores no acompañados, una cifra que supera el total de arribos durante 2020 y rebasa la mitad de ingresos de niños y adolescentes solos para 2019 (80.634). Aún queda un semestre por delante.
El principal motivo por el que haya tantos niños y jóvenes migrantes es por la violencia que existe en sus países de origen. Las pandillas han generado tal descomposición social que la única manera de poder sobrevivir es huyendo, es dejar todo y no volver nunca más o es, en el mejor de los casos, ser asesinado. Asimismo, los grupos de poder del narcotráfico, la corrupción y el mal gobierno, sumándose el impacto de la pandemia y el cambio climático, orillan que estos desplazamientos humanos sean cada vez más frecuentes y de mayor densidad.
El gobierno de Joe Biden ha aceptado la entrada de menores no acompañados atendiendo la decisión de las cortes de su país, y también rompiendo con el precedente de la administración Trump, que rechazaba a estos niños migrantes. Sin embargo, la llegada de los menores ha sobrepasado la capacidad del sistema migratorio estadounidense diseñado para procesar a migrantes adultos y no a familias y niños.
El gobierno de los Estados Unidos ha tenido que acondicionar centros de convenciones en ciudades como Dallas o San Antonio, además de construir instalaciones temporales en la frontera entre Texas y Coahuila para poder recibir a estos menores. Al entregarse a oficiales de la patrulla fronteriza los pequeños migrantes son procesados en un centro migratorio y luego son canalizados a la Secretaría de Salud y Servicios Humanos para ser reunidos con familiares dentro de Estados Unidos o ponerlos bajo el cuidado de una agencia especializada.
La emigración es un fenómeno que ha existido a lo largo de toda la historia humana. Sin embargo, la registrada hoy en día está siendo originada por la violencia, el desplazamiento y el terrorismo (lo que eso verdaderamente implica).
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