Los habitantes de Givatayim, en las afueras de Tel Aviv, nunca habían sufrido un ataque con cohetes provenientes de la Franja de Gaza, una experiencia de la que se libraron sin víctimas este miércoles, pero que les dejó aterrorizados.
Más de 1.000 cohetes han sido lanzados por grupos armados palestinos desde la Franja de Gaza hacia Israel desde el lunes por la noche, de acuerdo con el Ejército israelí. En tanto el movimiento islamista armado Hamás, que controla el enclave, afirmó haber lanzado centenares hacia la metrópolis costera de Tel Aviv.
«Alrededor de las 8:45 pm del martes sonaron las sirenas y escuché explosiones muy cercanas y fuertes. Fui al hueco de la escalera y de inmediato llamé a mi hija que había salido a correr», cuenta Galit Bialobopolo, de 50 años de edad.
Un cohete cayó en el edificio enfrente al de los Bialobopolo, pero la onda expansiva de la explosión se sintió incluso en su apartamento, que resultó gravemente dañado, constató un equipo de la AFP.
«Todas las ventanas de mi casa reventaron y las paredes quedaron agrietadas«, dice la mujer, aún en estado de shock.
Es la primera vez que cae un misil en Givatayim, explica Adi Sagi, portavoz de la municipalidad. Añadió que seis personas resultaron levemente heridas en este calmo y verde suburbio de Tel Aviv.
Hasta ahora el centro de Israel había quedado bastante al margen de los frecuentes lanzamientos de cohetes desde la Franja de Gaza, que suelen caer sobre todo en el sur o son interceptados por el sistema de defensa antiaérea.
Este miércoles de mañana, Omer, de 27 años de edad, contemplaba con desolación los cristales que cubren el asfalto de su calle, pero sobre todo los apartamentos de un edificio delante suyo, por completo destruido.
«Estoy asustado por los próximos días», señala este joven con aspecto deportivo.
«Traumático»
Cuando escucharon las sirenas, Omer y su compañero de apartamento verificaron que todos estuvieran bien en su edificio, antes de entrar al refugio antiaéreo subterráneo.
«Hay una anciana que vive sola, la trasladamos al refugio», explica. «Escuchamos a niños y sus madres gritar. Es traumático, todavía no lo asumo», afirma.
El martes de noche, Hamás advirtió que atacaría con firmeza al Estado judío tras la destrucción por parte de la fuerza aérea israelí de un edificio en Gaza, donde había oficinas de funcionarios del movimiento islamista. Después de un ataque contra otro edificio en Gaza, el grupo tomó represalias lanzando una andanada de cohetes hacia Tel Aviv.
Desde el lunes, cinco personas murieron por los lanzamientos de cohetes contra Israel y decenas más resultaron heridas, informaron la policía y los servicios de socorro. En Gaza, al menos 53 personas murieron en los bombardeos israelíes, entre ellas 14 niños, de acuerdo con las autoridades locales.
No obstante, este estallido de violencia, el peor en los últimos años, no impresionó a Shai Amir, quien recuerda los misiles disparados por Irak contra Israel, en 1991 durante la Guerra del Golfo.
«Portábamos máscaras antigases», recuerda este hombre de 46 años de edad, que siendo adolescente vivía en un kibutz en el centro de Israel.
«Por supuesto, debemos continuar cuidándonos y bajar a los refugios», señaló este residente de Givatayim. «Pero es nuestra realidad y continúo viviéndola, no queda otra opción, esta es mi casa», añade.
Para poner fin a esta situación, no existe otra opción que entablar discusiones políticas con el «enemigo» palestino Hamás.
«La gente de allí (en Gaza) y de aquí debemos poder vivir en paz», continuó. «Y eso es responsabilidad de los gobiernos», manifestó.
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