Venezuela ya tiene los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral. Esa es una noticia importante y si nos detenemos a hacer una ligera evaluación de cada uno de ellos, verificamos que, por primera vez en muchos años, además de no haber sido designado irregularmente por el TSJ, este organismo comicial incorpora a dos de los rectores principales de tendencias opositoras (algo también cuestionable, pues no debería ninguno de ellos tener preferencias políticas, pero dadas nuestras circunstancias, eso representa cierto equilibrio). No obstante, como lo he reiterado en diferentes oportunidades, no es un CNE instalado por los usurpadores lo que determinará la contundente derrota que le propinaremos a los candidatos del hambre en las venideras elecciones regionales, pues a mi entender, lo único que garantiza ese triunfo es que participemos masivamente para votar por nuestros líderes naturales que asumirán como los candidatos de la dignidad.
Sin embargo, veo con preocupación que hoy aparece nuevamente en nuestro escenario político el fantasma de la abstención. Es preciso entender que desmovilizarnos y abstenernos solo beneficia a Maduro. Si perdemos esta oportunidad, estaremos de nuevo abandonando a su suerte el futuro de nuestra patria, por lo que después de tantos intentos fallidos es justo buscar alternativas que no representen más un riesgo para la gente, sino opciones legítimas, democráticas y contundentes para salir de la inmensa tragedia que nos azota.
Quedarnos de brazos cruzados, sin propuesta alguna, esperando que ocurra un milagro, no es una opción. La inmovilidad no da resultados positivos. El factor de cambio se promueve con la movilización de la gente y la organización de todos. Por eso nuestro trabajo debe ser convencer a la gente de votar por el cambio, porque unas elecciones se ganan con votos.
Por tal motivo, lo que exigen las circunstancias actuales es trabajar con empeño y determinación incansables junto al pueblo, con la gente, con el ciudadano, para que recuperen la confianza en el poder que tienen. Aunque el CNE esté integrado por las personas de mayor probidad del país, si la gente no recupera la confianza en el voto, tampoco así se ganarán las elecciones.
Durante mucho tiempo, importantes dirigentes políticos, columnistas, analistas y expertos, se encargaron de inducir en los venezolanos la idea del fraude. En lugar de profundizar en el análisis de los resultados obtenidos y crear los correctivos, decidieron satanizar los procesos electorales. La realidad que se impone es la que exige volver a los barrios, recorrer el país casa por casa para conectarse con el sentir popular; convertir los reveses en un proceso de acumulación de fuerzas que sirva para crear un aluvión electoral en contra del madurismo. Los liderazgos son útiles y transformadores cuando están en sintonía con el pueblo llano, con el sentimiento y las necesidades populares.
El pueblo está decepcionado, cansado y abandonado con ideas que afirman insistentemente que el voto es inútil, despojándolo de la única herramienta que tiene para recuperar el país que destruyó el madurismo. La misma fuerza, la misma intensidad y los mismos recursos que se utilizaron para desestimar la importancia y la potencia del voto en manos de la gente, deben utilizarse para reparar la parálisis, la apatía y el daño que se le hizo a la democracia y a la confianza ciudadana con esa estrategia lesiva a los intereses de la libertad.
A esta misión debemos sumarnos todos los demócratas y trabajar con las comunidades para debatir abiertamente y con sinceridad sobre el poder del voto, y todo lo que podemos lograr si lo utilizamos sabiamente para liberarnos de esta espantosa tragedia en la que nos han hundido los que desgobiernan.
Pensemos solamente en las posibilidades que se abrirán si las fuerzas del cambio logran tener presencia militante en más de trescientos municipios del país, en los que se logre organizar, motivar y llevar la esperanza de libertad y dignidad.
Si trabajamos con ese objetivo, la victoria está asegurada, y ese será un evento histórico de gran trascendencia para la democracia de Venezuela y del mundo.
Distraernos en temas que no favorecen el triunfo, es entrar en la agenda que los usurpadores controlan. Lo mejor es utilizar nuestra energía para promover un plan de acción que organice las capacidades electorales de las fuerzas democráticas y ganar arrolladoramente las próximas elecciones.
En cada situación que vivamos o presenciemos por culpa de la mala gestión de quienes gobiernan ilegalmente, que desvíe nuestra atención, recordemos que se nos avecina un proceso electoral en el que podemos cambiar el curso de la historia si nos proponemos hacerlo.
Evitemos caer en el juego divisionista de la autocracia. Su plan es dividir una vez más, convencernos de no participar en las elecciones. Si las fuerzas democráticas se abstienen o no son capaces de organizarse en torno a un objetivo común, estarán nuevamente dejando que otros tomen las decisiones que le corresponde a una dirigencia consciente del momento histórico que estamos viviendo.
Nuestra tarea inmediata, responsable y urgente, es iniciar la preparación de nuestros promotores y guardianes del voto, pues movilizándonos y votando masivamente es como garantizamos el triunfo. Así es que se ganan unas elecciones.
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