Desde el pasado 15 de abril, el mundo tiene sus ojos en Colombia y no justamente por el aroma de su café o la belleza de su geografía.
El presidente Iván Duque junto a su gabinete de gobierno, propuso una reforma tributaria en la cual se estipulaba un incremento del IVA de diversos productos y servicios, incluyendo ciertos bienes que estaban exentos de ello, con el fin de cubrir el déficit que ha dejado el coronavirus en la economía nacional.
La reacción del ciudadano de a pie no se hizo esperar. Con el bolsillo mermado tras la dura situación económica del país y con la tercera ola de contagios por el COVID-19 a cuestas, miles de colombianos se lanzaron a las calles para exigir la eliminación del tributo.
Hay que recordar que según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística de Colombia (DANE), la tasa de desempleo nacional en marzo de 2021 con respecto a marzo de 2020 pasó de 12,6% a 14,6%.
Sindicatos, estudiantes, partidos políticos alzaron su voz en contra. Lo que pronto inició como un clamor para pedir que se detuviera la reforma y se buscara otra alternativa, terminó enlutando a un país entero, una vez más, ante el horror de la represión de cuerpos policiales.
Tras la renuncia del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, el presidente Duque solicitó al Congreso el retiro del proyecto tributario, además de invocar un consenso con el fin de encontrar una solución económica menos agresiva. Pero el dolor por las pérdidas queda activo.
Ya hemos evidenciado durante décadas las secuelas que trae la represión de las fuerzas públicas, además de las vigentes heridas que quedan en el inconsciente colombiano tras la guerrilla y cuerpos paramilitares, sin contar con los más recientes ejemplos en Venezuela y Nicaragua.
Hoy, el reclamo por el alza del costo de la vida, se ha transformado en un llamado a la justicia por los cientos de heridos y el asesinato de 19 personas, entre policías y civiles.
Ante los lamentables acontecimientos y sin importar ideologías, la violencia jamás podrá ser la respuesta. Tengamos siempre en cuenta las sabias palabras de Mahatma Ghandi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.
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