Luego de la muerte de Aristóbulo Istúriz, quien ejercía dentro del madurismo funciones como ministro de educación, y que la originada vacante haya quedado en sustitución de Eduardo Piñate, es el significado de la degradación del ejercicio docente, o lo que es lo mismo, la decapitación del magisterio venezolano, al quedar su dirección en un individuo que ni siquiera tiene un mínimo de léxico oral y escrito para orientar las políticas educativas, que de por sí, se encuentran en una profunda crisis social y laboral.
En efecto, que un tartufista como Piñate, ahora devenido en la más alta función de la columna vertebral de una sociedad como lo es la educación, señale con un barbarismo in extremis en relación con el ingreso mensual promedio de un docente, situado en menos de tres dólares a la tasa de cambio actual, al decir que: «La gente se alimenta, compra lo mínimo con esos 5 millones, si eso no existiera, la gente no pudiera comprar nada, deben agradecer que al menos existe… hay personas quienes pueden comprar con eso, no el kilo de carne pero sí medio de queso»{1}; pues, con semejante declaración no hay mucho que analizar sobre la realidad educativa.
Ante tales palabras, es obvio que Piñate no solo desprecia al magisterio venezolano, sino que haciendo una interpretación de semejante podredumbre discursiva, este señor además le exige a los educadores que «agradezcan» a sus esclavistas, o sea, la cúpula madurista, entre la cual ahora él se encuentra, en que podamos comprar «medio kilo de queso» por mes, porque según este «ministro» con eso estarán cubiertas las necesidades de los docentes venezolanos.
Que tal retórica sea el inicio de Piñate en sus nuevas funciones, son las mismas que había pronunciado como «ministro del trabajo». Verbigracia, el discurso del «medio kilo de queso» que pareciera es lo único que sabe pronunciar tal burócrata, ante las demandas de los trabajadores, y ahora del gremio educativo.
Por ello, nos preguntamos: ¿Será que Piñate y toda su familia, y derivados afines les basta «medio kilo de queso» para sobrevivir? ¿Por qué según este «ministro» el magisterio tendría que agradecer que tales ingresos «existen»? ¿O es qué para Piñate, los docentes están muy sobrevalorados en sus salarios en función de las labores que cumplen en la sociedad?
Son infames las declaraciones realizadas por Eduardo Piñate apenas comenzando sus funciones al frente de la educación del país, y resultan una vergüenza porque son el reconocimiento del hambre y la realidad social que están viviendo los educadores adscritos a tal ministerio.
Suponemos que Piñate al sentenciar a todos los docentes a seguir en la mendicidad profesional, y por ende humana, durante el tiempo que él se encuentre ejerciendo tales funciones, es un aviso para el magisterio que si jamás fue atendido por Aristóbulo Istúriz, menos podrá establecer diálogo con alguien que «valora» las funciones educativas y pedagógicas de miles de educadores -activos y jubilados- con medio kilo de queso.
Por lo pronto, solo nos queda rechazar y condenar la designación de Eduardo Piñate como «ministro de educación» porque él solo representa la bazofia política del madurismo a través de la degradación docente en Venezuela.
{1} https://www.aporrea.org/trabajadores/n364621.html
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