Adolf Hitler parecía obsesionado con su sobrina Angela María Geli Raubal, la hija de Angela Raubal, su medio hermana y una de las amas de llaves del fundador del Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (NSDAP o nazi).
La relación con Geli comenzó cuando Hitler salió de la cárcel, a finales de 1924, luego de pasar algunos meses preso por intentar un golpe de Estado contra la república de Weimar, conocido como el “golpe de la cervecería” o Putsch de Múnich.
Él tenía 35 años de edad y faltaba menos de una década para la toma del poder total mediante elecciones. Ella tenía 16 años y admiraba profundamente a su tío, pero pronto caería en la cuenta de que su libertad se vería interrumpida debido a la enfermiza obsesión de quien decía amarla como a ninguna otra persona sobre la Tierra.
“Estoy tan preocupado por el futuro de Geli que debo velar por ella. Amo a Geli y podría casarme con ella. Quiero evitar que caiga en manos de alguien inadecuado”, dijo Hitler a su fotógrafo personal, Heinrich Hoffmann, excusándose por la visible y perversa fijación que manifestaba hacia su sobrina, 19 años menor que él, cuando descubrió que Geli mantenía un vínculo emocional con su chofer, Emil Maurice, a quien despidió de sus funciones.
Tras poco más de cinco años de una relación que sobre el final se volvió asfixiante y abusiva para Geli, la joven estudiante de medicina fue encontrada muerta en el apartamento que compartía con Hitler en Múnich, el 18 de septiembre de 1931. Se había disparado en el pecho con la pistola de su tío.
«La última gota de humanidad que le quedaba a Hitler»
Con la desaparición física de su sobrina, Hitler perdería “la última gota de humanidad que le quedaba”, al decir de su número dos, Hermann Göring. Nacía así el monstruo que cambiaría el curso de la historia.
Geli Raubal, el único amor verdadero de Adolf Hitler
La trágica historia incestuosa de Hitler con su sobrina Geli fue retratada por el escritor italiano Fabiano Massimi en el libro El ángel de Múnich, una novela histórica que indaga sobre los hechos que documentan la relación y las dudas sobre el dramático suicidio de la joven.
Hitler estaba perdidamente enamorado de su sobrina, coinciden todas las fuentes que rastreó Massimi. En Múnich, después de la muerte de Geli, cuando los detalles se hicieron de dominio público, estalló un escándalo que por poco se lleva por delante a Hitler y al propio Partido Nazi. Así lo consideró el autor en un reportaje con National Geographic.
Del amor a la opresión
“Geli amó a su tío durante un cierto período de su vida, cuando era una ingenua muchacha de dieciséis años; fascinada por el carisma y el poder del famoso político en ascenso. Más adelante, sus sentimientos cambiaron radicalmente para dar lugar a una sensación de opresión y desesperación extremas, aunque tal vez no tanto como para motivar un suicidio”, señala el libro.
El autor austríaco Uwe Bolius también noveló la relación amorosa entre tío y sobrina, en un libro titulado Hitler von innen (Hitler desde dentro). Bolius lo retrata como un “esquizofrénico y enamorado; un hombre indefenso y reprimido que busca favores sexuales en una relación de abuso con una adolescente 19 años menor que él».
Para Massimi, sin embargo, la relación no estaba cimentaba en el sexo, al menos no solamente.
“Hitler amó a Geli profundamente durante toda su vida, y es cierto que, donde fuera que viviese o trabajase, no faltaba nunca un retrato de su sobrina”, destaca el autor. Y confirma el relato de su fotógrafo personal Hoffmann: Geli fue la única mujer con la que el Führer podría haberse casado.
“Paradójicamente, la relación más oscura de la vida de Hitler, la que lo unió a su sobrina Geli, es aquella de la que se conocen más detalles”, añade Massimi.
Hijo de un incesto
El mismo Hitler era hijo de un incesto, entre su padre Alois Hitler y su prima Klara Pölzl. De hecho, debieron pedir un permiso papal para casarse, recuerda el autor. Los investigadores de la vida íntima del máximo líder de la Alemania nazi creen que la oscura relación con su sobrina surgió de un íntimo deseo de que “todo quedara en el ámbito familiar”, como en una dinastía.
Existe un dato contundente, además, que siembra dudas sobre la muerte de su amada sobrina; a quien el ex combatiente de la Primera Guerra Mundial le habría enviado numerosas cartas que pasaban de lo privado a lo íntimo, con libidinosas frases que iban más allá del erotismo.
Geli fue encontrada muerta un sábado por la mañana. El caso ya había sido cerrado, sugestivamente, por la tarde de ese mismo día, por orden del entonces ministro de Justicia de Baviera, Franz Schlegelberger, luego ascendido a ministro de Justicia del Reich.
Después de la muerte de Geli, Hitler se desmoronó. Manifestó deseos suicidas. Debió ser vigilado durante tres días y tres noches consecutivas para que no cumpliera con sus deseos. Había caído en una profunda desazón. Su carácter se volvió rígido y violento, contaron sus colaboradores.
El talante pacífico que Geli le inyectaba a Hitler desapareció. Y quien sería más adelante el máximo responsable del mayor genocidio en la historia de la humanidad comenzó a mostrar su peor faceta: la irascible y desquiciada.
Todavía más: hay quienes consideran que si Geli no hubiera muerto aquel sábado 18 de septiembre de 1931, la historia del siglo XX habría sido muy diferente.
“Geli permaneció en el olvido porque la forma en que se gestionó su muerte representa un paradigma negativo para lo que vino después. No se puede decir que ella fuera la primera víctima del nazismo, pero sin duda fue la primera víctima de la propaganda nazi”, dice Massimi.
Un calvario
Los días posteriores a la muerte de Geli fueron un calvario para Hitler, no solo en términos emocionales sino también políticos. Su principal rival dentro del partido nazi, Otto Strasser, lanzó el rumor de que Hitler le pedía a Geli insistentemente hacer “cosas simplemente repugnantes”; que incluían todo tipo de perversiones sexuales, y que, frente a esa presión, ella habría decidido suicidarse.
Si bien las afirmaciones de Strasser fueron intencionadas y tenían como principal objetivo minar el poder de Hitler dentro del movimiento nazi, algo que jamás logró -de hecho, debió exiliarse tras ser expulsado del partido-, historiadores inobjetables como Ian Kershaw han destacado que, “fuera activamente sexual o no, el comportamiento de Hitler hacia Geli tiene todos los rasgos de una fuerte, o al menos latente, dependencia sexual”.
Su temprana muerte quedó cubierta de misterio y marcó definitivamente el rumbo de Hitler, quien no pudo volver a enamorarse. Y fue una de las razones por las que, la próxima y única relación que mantuvo el Führer con Eva Braun estuvo en el más estricto secreto; incluso hasta el final de la guerra, cuando ambos también se suicidaron, horas después de casarse.
Después de 90 años, la tierna imagen de una juvenil Geli Raubal sigue vigente. Puede admirarse en una fotografía de la época que la principal casa de subastas especializada en autógrafos y manuscritos de Europa, la International Autograph Auctions.
Tiene la firma original del único amor conocido de Hitler y fue hallada en un álbum de fotografías personales de la familia Raubal. Está fechada el 20 de enero de 1929, poco antes de que la joven comenzara a sufrir el obsesivo y perverso calvario al que la sometió su tío.
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