«Usted bien sabe cómo se siente una madre sin su hijo, si yo no me quito de este mundo es porque el único que nos puede quitar es nuestro padre celestial».
Así relata su angustia Dilsia Murillo, de 36 años y madre de Mario Castellanos, un niño hondureño que se fue solo en la caravana de migrantes que buscan entrar a Estados Unidos.
Mario, de 12 años, partió el sábado desde San Pedro Sula y en la tarde de este viernes quedó en medio de los disturbios que se desataron en un puente en la frontera entre Guatemala y México por que el los caminantes intentaban cruzar.
Entre los cientos de migrantes, Mario de los primeros que intentó cruzar el puente.
Al igual que varios de los caminantes, al parecer Mario intentó tirarse al río.
Encontramos entre la multitud a Mario, el niño de 12 años que viaja solo en la #CaravanaDeMigrantes. Según cuenta, lo alcanzó el gas lacrimógeno y fue detenido por la policía. pic.twitter.com/QcYvsov9pa
— PlazaPública en Vivo (@PzPenVivo) 19 de octubre de 2018
Según cuenta, un policía lo tomó por el cuello y lo tiró al suelo. Eso le dejó un golpe en el hombro y un raspón. Además también le afectaron los gases lacrimógenos que lanzó la policía mexicana.
Después del incidente, Mario recibió atención en el puesto de inmigración.
¿Por qué se fue?
«En Honduras uno sufre», le dice Mario a BBC Mundo.
Según cuenta, allá no iba al colegio. En cambio, algunas veces se iba al centro a vender chicles para llevar algo de dinero a casa.
�� VIDEO | Este es el momento en que migrantes hondureños se lanzan desde un puente a varios metros de altura sobre el río Suchiate, de escasa profundidad, tras saltar la valla de la frontera entre Guatemala y México. «¡Sí se puede!», gritaban ➡ https://t.co/HPkzQITU78 pic.twitter.com/fJhO0fBcXw
— BBC News Mundo (@bbcmundo) 19 de octubre de 2018
«Me querían meter a una pandilla», dice. «Me decían que me metiera, que me iban a pagar bien, pero yo no quería».
Según cuenta su madre, viven en condiciones muy difíciles.
El padre de Mario trabaja como vigilante y ella no trabaja.
«Yo le digo a Mario que cuando hay, hay que comer, y cuando no hay, hay que aguantar», cuenta Dilsia.
Dilsia recuerda que en algunas ocasiones Mario ya le había dicho que quería irse a Estados Unidos porque allá se podía «hacer un billetal».
Según ella, sin embargo, Mario se fue sin su permiso.
Dilsia dice que Mario le dijo a ella y a su padre que iba para el centro y regresaríaen la tarde.
Pero las horas pasaron y Mario no regresó.
«Unas amigas me avisaron, me llamaron por teléfono y me dijeron que lo habían visto por la tele».
«Mejor no me estén enseñando eso que me voy a quebrar la cabeza», es lo que dice Dilsia cuando le muestran imágenes de su hijo en las noticias.
La última vez que habló con Mario fue el lunes 15 de octubre. Dilsia extraña a Mario, pero no se opone del todo a que el siga en la caravana.
«Si el pudiera pasar sano, más bueno para uno, pero si no, que se venga para acá», dice.
La travesía
Mientras tanto Mario sigue empeñado en seguir adelante, aunque no se sabe si logrará atravesar México.
«Caminar es muy duro pero mi misión es llegar», dice Mario. «Extraño mi casa pero hay que seguir adelante».
Según cuenta, en el camino se ha encontrado con mucha gente que lo ayuda.
«La gente es buena, me dan comida», dice.
«No empaqué nada. Me vine solo con la ropa que tenía puesta. En el viaje uso la ropa que la gente me va regalando. Yo me la voy poniendo y la voy botando, no puedo llevar mucha carga».
También cuenta que en la caravana ya todos lo conocen. «Cada vez que me quiero regresar me echan para adelante», cuenta y ríe.
Por ahora para Mario y su madre es todo incertidumbre.
Hasta la tarde del viernes, no era claro si Mario iba a lograr continuar su camino más allá de México.
«En nombre de Dios, se que Dios nos va a ayudar a pasar», dice Mario.
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