Para el joven Daniel La Rosa, de 30 años, la calle es el combustible de su arte. Sus ideas, bajo el seudónimo 305, las plasma con spray desde los 17. Gran parte de su conocimiento lo obtuvo en las calles de Caracas, donde los grandes murales en estructuras abandonadas, estacionamientos o edificios despertaron su curiosidad. “Llevo pintando mucho tiempo. En principio, no lo hice de manera profesional, pero desde el colegio ya había empezado a indagar –e intentar- todo el tema del grafiti”, señala.
Desde pequeño siempre quiso saber cómo se hacían esas piezas en las paredes. “Un día pasabas y estaban vacías, y al otro día, como por arte de magia, aparecían desde las letras hasta los personajes que pintaban”, recuerda. Fue allí, precisamente, que comprendió que el grafiti es un arte muy explosivo y que significaba mucho más de lo que intentaba mostrar.
Como diseñador creó su propia empresa publicitaria con la que ofrecía diseño gráfico para la imagen corporativa de empresas (papelería y material POP). Sin embargo, ofrecer valor agregado con la realización de grafitis en algunos murales de sus clientes fue lo que le abrió las puertas en el arte urbano.
Sus ganas de aprender lo llevaron a proyectarse la ambiciosa meta de pintar en lienzo y convertir sus trazos en un arte mucho más refinado. “Quería hacerle entender a la gente que las firmas hechas con aerosol de colores no eran un simple salvajismo sino una historia que contar”.
Fine and Street Art
Daniel La Rosa no llamaría grafiti a lo que hace actualmente, aunque se inspira en él. “Lo que yo hago es, literal, arte urbano y trato de cambiar la percepción que existe en las personas de que el grafiti es sinónimo de dañar, de hacer algo ilegal. Realmente no es así”.
Su objetivo es simple: crear un arte sencillo cuyo único fin sea el de recrear la vista, el significado y el sentimiento. Algo que las personas puedan disfrutar libremente al pasar, dice.
Mostrar lo cotidiano de forma diferente es su batería recargable pero la necesidad de expresar a través de sus dibujos una eterna búsqueda interior, un paso más para llegar a ese lado profundo, poético y emocional de sí mismo, es lo verdaderamente importante.
Color y positivismo son las premisas de este caraqueño que evolucionó hasta conseguir un estilo reconocible que le ha permitido dejar su huella multicolor por donde va.
Daniel La Rosa definió su estilo a los 28 años y eso facilitó su proceso.
“Pinto pop art. Personajes icónicos, famosos que dejaron una huella en el mundo del espectáculo. También personajes animados con los que la gente se pueda sentir identificada”.
Para La Rosa se trata de mantener el recuerdo de algo que pasó, que tuvo relevancia. “La idea es que, con la obra siempre presente, puedas tener oportunidad de recrear; de revivir la historia”.
Su personaje favorito para pintar es Mickey Mouse. “Todo el mundo tiene que ver con él, ¿cómo no? ¡Es Mickey! Siempre te vas a sentir identificado cuando lo ves, y más allá de ser tan icónico es importante pues representa muchas cosas; crecimiento, ilusión, poder, felicidad, magia…”.
Estilo cargado
Su inspiración viene en cualquier momento. “No puedo decir que alguien me inspire, pero sí puedo enunciar que para mí ‘todo’ es inspirador”.
Su estilo es cargado. “Utilizo colores súper fuertes y llamativos. Trato de plasmar elementos de la cultura pop y también elementos con los que todos se puedan sentir identificados en su día a día”. Su meta es que todos los objetos de consumo masivo o marcas que dibujo, puedan apreciarse de una manera diferente. “Hay muchos artistas increíbles dentro del pop art; hay mucha competencia en todo. No solo en las artes y, como digo siempre, el camino ya está hecho, solo debemos caminar a nuestra manera”. Y agrega: todo lo que nos rodea es arte.
Su trabajo ha llegado a Italia y Francia. Además, a ciudades como New York, New Orleans, Washington, Madrid, Lisboa y Wynwood.
Con su arte más maduro y desarrollado, fue con la oportunidad de prestar servicios artísticos en Madrid que le dio vida su proyecto Fine Art, dirigido a un target más elitesco.
Keith Haring, Andy Warhol y Jean Michel Basquiat, son sus ídolos y, precisamente, es ese estilo el que usa para inspirarse y crear mensajes artísticos enfocados al mundo de lujos, alta costura, dinero y ostentosidad, dando un sentido diferente y sarcástico al cambio drástico de consumo de productos cotidianos en la sociedad.
Nunca lo han detenido pintando en la calle. “Casi, casi pero no, siempre digo: catch me if you can – Atrápame si puedes-» (risas). Trata de hacer su arte lo más rápido posible, pero sabe que no está exento de que alguna autoridad “lo agarre”. Sin embargo, se apalanca en su lema personal: “no te quiebres ante la presión”.
Finalmente, Daniel La Rosa afianza su objetivo de seguir llenando espacios alrededor del globo y en cuanto le sea posible. “Quisiera que la obra siga creciendo; seguir pintando en otros países. Quisiera enfocar mi trabajo y conquistar grandes galerías y museos, llegar a países donde aún no he llegado. Independientemente del lugar, quiero pintar donde la gente disfrute mis cuadros o murales y que la obra quede en la memoria de todos”.
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