No será la primera vez, tampoco la última, que escribimos sobre el malogrado patrimonio arquitectónico e histórico de Puerto Cabello, esta vez movidos por el deplorable estado en que se encuentra la Quinta Villavicencio, ubicada en la población de San Esteban. Construida en 1884 por el importante arquitecto Luis Muñoz Tébar, por encargo del comerciante danés Julio Stürup, perteneció más tarde al general Vicencio Pérez Soto, funcionario de renombre en tiempos de la dictadura del general Juan Vicente Gómez. Se trata de una edificación única dentro del patrimonio cultural de nuestro estado, constituyendo una muestra de la arquitectura ecléctica y formalista del neoclásico francés del período guzmancista. Durante la administración del gobernador Henrique Salas Römer aquella fue objeto de una remodelación integral, convirtiéndole en un museo dedicado al ecoturismo -recordemos que las muchas bondades de San Esteban han sido destacadas por importantes naturalistas- y un centro para la investigación, educación y divulgación de los conocimientos científicos basados en la conservación, protección y valoración del patrimonio natural venezolano. Transcurridas poco más de dos décadas, la casa se encuentra en total abandono, a merced del inescrupuloso desvalijamiento de sus elementos decorativos y, peor aún, a las puertas de una inminente invasión, gracias a la indolencia de la Gobernación del Estado Carabobo a la cual está adscrita. Poco importa que la Quinta Villavicencio se encuentre referenciada dentro del Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano y como tal, por su gran valor histórico y artístico, merezca el mayor cuidado por parte del gobierno regional y el Instituto de Patrimonio Cultural, pues la verdad es que el centenario inmueble sufre la indiferencia de la acción y cuidado gubernamental.
No es, sin embargo, el único inmueble o monumento que se encuentra en riesgo, pues a aquel se suman otros que irónicamente se ubican dentro de la llamada “zona de valor histórico”, declarada así en 1977 por la entonces Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, de los que resultan ilustrativos al menos tres casos. Así, la Plaza del Águila, centenaria estructura otrora conocida como Monumento a los Americanos, ha visto desaparecer sus cadenas de bronce gracias a la acción del hampa, presentando en la actualidad graves fisuras en la estructura de granito que la ponen en riesgo. El inmueble que ocupara el Museo de Historia, también conocido como la Casa de los Herrera, podría colapsar en cualquier momento, presa de la inacción para lograr su traspaso a la municipalidad o la gobernación y, más importante aún, articular estrategias tendentes a su urgente rescate. Dicho inmueble que en el pasado estuvo bajo la responsabilidad de la Corporación Venezolana de Fomento, luego del Consejo Nacional de la Cultura (Conac), y entendemos que actualmente se encuentra bajo la responsabilidad del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, muestra un preocupante y avanzado estado de deterioro. En la actualidad esa joya arquitectónica se encuentra cerrada, sin que se conozca quién o a qué ente le corresponde su custodia, exponiendo fácilmente las piezas históricas que se encuentran en su interior al hurto, por falta de seguridad y la inexistencia de un inventario.
Profunda preocupación causa, igualmente, el estado presente del inmueble conocido como la Casa Guipuzcoana, de interés histórico por ser el más antiguo de los construidos en la ciudad a principios del siglo XVIII, a la llegada de la Compañía de Caracas. Por la propia naturaleza de los elementos constructivos utilizados, la conservación de este inmueble se torna dificultosa; sus paredes presentan visibles señales de humedad y pintura deteriorada, el maderamen está afectado por efecto del sol y el excremento de palomas, requiriéndose urgentemente el remozamiento general del edificio. Mención aparte merece la presencia de la milicia nacional en esa edificación cuando ésta debería ocupar otros espacios, de manera tal que la Casa Guipuzcoana vuelva a convertirse en el epicentro de la actividad cultural local, como ocurría en el pasado, bajo la dirección del recordado cronista don Miguel Elías Dao.
A finales de 2018 la Academia de Historia del Estado Carabobo hizo gestiones ante el alcalde de la ciudad, llamando su atención sobre los casos en referencia y dirigiéndole comunicaciones con propuestas concretas, las que nunca recibieron respuesta. Hoy la Academia, nuevamente, llama la atención del gobernador carabobeño sobre la suerte que corre la Quinta Villavicencio, esperando su receptividad y acciones concretas. El rescate y conservación del patrimonio histórico, sin embargo, no puede depender de la simple denuncia, disponible como último recurso para exigir los correctivos que eviten males mayores, sino que deben estar fundamentados en el mantenimiento periódico y una partida presupuestaria idónea, tareas ejecutadas siempre en el marco de planes bien diseñados y de largo alcance. La situación se complica en Puerto Cabello, además, por la falta de un ente que vele a cabalidad por la zona histórica y otros bienes de interés cultural, función que en el pasado correspondió a la Fundación Ramón Díaz Sánchez. Se agrava, pensamos, por la falta de un cronista oficial que asuma el rol protagónico en ese rescate, levantando su voz y asesorando a las autoridades. Quizás ya sea tiempo de desempolvar el tema antes de que sea demasiado tarde.
@PepeSabatino
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