Por alguna razón estamos viendo que, en diferentes países, incluido el nuestro, hay una resistencia a la vacunación contra el covid-19, lo cual ha hecho que se desarrolle una especie de miedo o de rechazo a las vacunas no solo contra este virus sino en general.
La historia de la vacunación en masas ya tiene varios siglos
Hay indicios de vacunación masiva en China en el año 1.000 que luego fue llevada a África y a Europa como métodos para erradicar enfermedades. Luego, la primera vacuna reconocida por todos fue la vacuna desarrollada por el doctor Edward Jenner, cuyas innovaciones permitieron el uso exitoso en 1796 de material de viruela bovina para crear inmunidad a la viruela, lo que rápidamente hizo que la práctica de vacunación masiva se comenzara a generalizar. Su método experimentó cambios médicos y tecnológicos durante los siguientes 200 años y, finalmente, resultó en la erradicación de la viruela. Luego, fue el caso de la vacuna contra la rabia desarrollada por Louis Pasteur en 1885 y que tuvo un gran impacto en las enfermedades humanas. Y ya para 1930 se habían desarrollado antitoxinas y vacunas contra la difteria, el tétanos, el ántrax, el cólera, la peste, la fiebre tifoidea y la tuberculosis, ente otras.
Sin embargo, en 2020 llegó una pandemia que nos tomó de sorpresa, lo que puso a las empresas farmacéuticas, a las universidades y a los centros de investigación a buscar una rápida solución para combatirla. Han pasado 66 años desde que la población mundial esperaba ansiosamente por una vacuna de ese tipo. En los años cincuenta, luego de la Segunda Guerra Mundial, la poliomielitis se convirtió en una enfermedad viral que atemorizaba a sociedades enteras que no sabían cómo defenderse de ella y que paralizaba y mataba a millones de niños en el mundo entero. Desde finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta, el Dr. Jonas Salk lideró un equipo que produjo la vacuna contra el polio que fue aprobada en la primavera de 1955; más tarde, en 1964, el Dr. Albert Sabin presentaría la vacuna oral contra la polio. Ambas permitieron con el transcurso de los años la erradicación de tan temible enfermedad.
Crece la oposición a la vacunación
La oposición o el rechazo a la vacunación no es algo nuevo. A pesar de los éxitos de la vacunación contra la viruela durante la década de 1920, hubo cierta oposición a la vacunación en Estados Unidos que continuó por varios años, en particular contra la vacunación obligatoria. En 1926, por ejemplo, un grupo de funcionarios de salud visitó el pueblo de Georgetown, Delaware, para vacunar a la gente de la zona. Un teniente del ejército retirado y un concejal de la ciudad encabezaron una turba armada para expulsarlos, evitando con éxito el intento de vacunación.
Hoy no es diferente. Por ejemplo, en la Comunidad Valenciana en España, durante la campaña de inmunización del personal de los centros educativos, 8% de los convocados rechazó ser vacunado con la primera dosis. El 21 de marzo de este año, en un reportaje publicado en Yahoo Finance se mencionaba que “se estima que una cuarta parte de los estadounidenses optará por no vacunarse contra el coronavirus este año”. Por su parte, el diario El Universo en Perú señaló que “la desconfianza y el rechazo de los peruanos a las vacunas contra el covid-19 repuntó levemente en marzo hasta alcanzar 39% que no está dispuesto a vacunarse, según una encuesta publicada por la encuestadora Ipsos realizado para el diario El Comercio de Perú”.
Pero ¿por qué ocurre esto? Por un lado, hay personas que dicen que las vacunas no son necesarias; por otro lado, la gente cree, que la mejora de las condiciones socioeconómicas ha tenido un impacto indirecto sobre las enfermedades; otros piensan que la mejor nutrición ha aumentado las tasas de supervivencia entre los enfermos; o piensan que las mejores condiciones de vida y menos hacinadas han reducido la transmisión de enfermedades.
Sin embargo, hay tres grandes obstáculos para lograr que se logre vacunar a un mayor porcentaje de la población: en primer lugar, tenemos la falta de confianza en las vacunas; en segundo lugar, existen importantes disparidades raciales en la intención de vacunar; y, finalmente, hay diferencias en la intención de vacunación relacionadas con la identificación política. Pero de estos factores el mas importante es la falta de confianza en las vacunas, y todo esto a pesar de la gran cantidad de evidencia científica que demuestra tanto la efectividad como la seguridad de estas vacunas. El observar la incidencia real de las enfermedades a lo largo de los años puede dejar pocas dudas sobre el impacto directo y significativo que han tenido las vacunas, incluso en tiempos modernos. Por ejemplo, dado que el saneamiento no es mejor ahora que en 1990, es difícil atribuir la virtual desaparición de enfermedades como como la Hepatitis tipo B a cualquier otra cosa que no sea la vacuna.
El Dr. Michael D. Matthews Ph.D, en un artículo en la revista Psychology Today («Why People might reject covid-19 Vaccine«, feb. 21, 2021) indicaba que la resistencia a recibir hoy la vacuna contra el coronavirus es solo una parte del problema. Menciona que “algunas personas creen que el covid-19 es una conspiración y niegan que el covid-19 existe…” Incluso señala que “algunos creen que los informes de muertes por covid-19 son muy exagerados. Se niegan a usar una máscara y pueden enfrentarse a quienes la usan. Incluso hay protestas por la vacunación covid-19. En Los Ángeles, los manifestantes retrasaron las vacunas, alegando que la pandemia es una estafa”.
Ya hoy sabemos que, para sofocar la pandemia, los expertos señalan que de 70% a 90% de la población debe volverse inmune, ya sea mediante la vacunación o por una infección previa. Las técnicas innovadoras ahora impulsan la investigación de vacunas, con tecnología de ADN recombinante y nuevas técnicas de administración que llevan a los científicos en nuevas direcciones. Los objetivos de las enfermedades se han expandido y algunas investigaciones sobre vacunas están comenzando a centrarse en afecciones no infecciosas como la adicción y las alergias.
Pero la confianza en la ciencia y la confianza en los líderes es necesaria para que la gente acepte la realidad de la pandemia y la necesidad de vacunarse. De cara al futuro se debe promover una mayor confianza en la ciencia; los líderes deben mostrar un interés y una empatía genuinos por los afectados y sus familias, así como comunicar -de manera clara y regular- el estado de la enfermedad, el progreso de la vacunación y las acciones necesarias para combatir la enfermedad. Es absolutamente imperativo restaurar la confianza del público en la eficacia de la vacuna; por ello debemos entender que la vacunación es literalmente una cuestión de vida o muerte. Como miembros de una sociedad, debemos buscar información veraz e imparcial para guiar nuestro razonamiento. De allí que sea responsabilidad de todos mantenernos sanos y apelar a nuestro sentido común de comunidad para mantenernos seguros unos a otros.
@LVGarciaG
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