A pesar de la dictadura, si hay algo en que los venezolanos hemos destacado es en el señalamiento de sus horrores. La lucha, la defensa de los derechos, la denuncia de las violaciones y el desenmascaramiento de un régimen que, en nombre de los trabajadores, ha enriquecido sus altas esferas mientras regaban con miserias nuestra tierra.
La documentación, denuncia y difusión de la tragedia que padecemos es algo que se le debe fundamentalmente a la valentía de las víctimas y a las serias y responsables ONG, defensoras de derechos humanos de los venezolanos, personas que desde la independencia y autonomía que los caracteriza no han sucumbido ante las amenazas y persecución del régimen por hacer su trabajo, merecen el reconocimiento y el respeto de todos. Tan sistemático ha sido el trabajo que 5 mecanismos internacionales recaen sobre el régimen de facto de Maduro y la cúpula militar que lo acompaña; las recomendaciones de la Comisión de Encuesta de la Organización Internacional del Trabajo, un Mecanismo Especial de Seguimiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los informes de la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la Misión de Determinación de los Hechos y el Examen Preliminar que cursa ante la Corte Penal Internacional dan cuenta de centenares de casos pendientes de justicia y reparación.
Los partidos políticos, por su parte, tienen una deuda con la sociedad, uno de los pasos para saldarla es asumir dentro de sus bases programáticas, sus estructuras, sus dirigentes y su accionar diario, un compromiso con los derechos humanos universales.
En tres órdenes: asumir la tarea de educar a la población para empoderarla de todos y cada uno de los derechos que le corresponden, los cuales están establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) y en los pactos y tratados internacionales, una sociedad que conoce los defiende con más claridad y firmeza, fortaleciendo así la acción colectiva. Se destaca aquí que los partidos deben ayudar a construir ciudadanía, para que se aprenda a exigir con fuerzas a los representantes el cumplimiento de las leyes y el desarrollo de gestiones hacia el bien común. Lo que ha sido visto como “cuchillo para la propia garganta” por el sector político, viene a ser el mecanismo más eficiente para favorecer una contraloría social que garantice gestiones públicas y comportamientos individuales responsables.
Me detengo en la importancia de los valores; en momentos como estos necesitamos reivindicar la solidaridad. Es la solidaridad la que permite resistir y avanzar. Para acuerparnos necesitamos confianza, y para recuperar la confianza necesitamos de todos los demás valores humanos como la honestidad, la perseverancia y el respeto.
Lo segundo es capacitar a sus dirigentes, especialmente a los que aspiran a ocupar cargos públicos. El funcionario en Venezuela debe convertirse en servidor público, para ello hacen falta capacidad y valores como hemos dicho, entender que estar asignado a un cargo significa trabajar en la resolución de los problemas de la gente, y detrás de los mismos hay generalmente necesidades que se corresponden con los derechos que están consagrados, esa debe ser la visión y la misión, una concepción del poder para hacer realidad los derechos humanos.
El otro paso, también de primer orden en la actualidad, es conformar una dirección política unitaria, nacional, regional y municipalmente, coordinar las voluntades de los mejores hombres y mujeres, no solo para el activismo cotidiano, sino, sobre todo, para pensar y ejecutar las estrategias y tácticas que se deben desarrollar en tiempos de tiranía y opresión. Es un deber histórico llevar a buen puerto la lucha y aspiraciones de una nación entera por la recuperación de la democracia y con ella la libertad, la justicia y el desarrollo que brinda un Estado de Derecho, eso se logra con Unidad. La legitimación de esa dirección pasa por ejercer la democracia desde ya, logrando consensos en las estructuras formales y no en la continuidad del avasallamiento de unos partidos hacia otros, este ha sido y es el gran obstáculo que hay que superar, entender que todos somos importantes para la consolidación de la fuerza necesaria para desplazar a quienes llegaron al poder para enriquecerse, a costa de la gran corrupción, el sometimiento y la vulneración de todos los derechos de nuestra gente.
Hay esperanza, tenemos la necesaria experiencia acumulada, producto de derrotas y también de victorias. Venezuela y su pueblo cuentan con suficiente memoria histórica para superar el actual estado de cosas, he aquí algunos aportes desde la reflexión, pongámonos en marcha.
Coordinador de DDHH del Partido CONVERGENCIA
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