En mi andadura por Italia… coincido, en esta ocasión, con la conmemoración de los 700 años de la muerte del gran poeta Dante Alighieri, que, desde lo alto de su poesía en La Comedia, al momento de emprender su descenso al inframundo se topa con la puerta del averno en la que se lee: “Dejad toda esperanza, oh vos que entráis”. Y él, sin embargo, concluye su pasadizo por el abismo con una célebre expresión “…y luego salimos para volver ver las estrellas”, junto con su guía Virgilio, otro poeta ilustrísimo del primer siglo a.C.
Contrariamente, para ver el infierno, el difunto teniente coronel Hugo Chávez tiene que mirar hacia arriba y, cuando lo hace, ve a Venezuela destrozada por su lucífero lugarteniente Nicolás Maduro. Le grita que nada es para siempre, salvo el suplicio eterno, pero el ilegítimo no lo escucha, está muy distraído en hacer de la vida de los venezolanos ¡un infierno!
El “pajarito” ya no le revolotea a Maduro, ahora, como legado del Hades de Chávez, a su lado va un cancerbero de 2021 de tres cabezas demoníacas: el imperio cubano, los rusos e iraníes y la cúpula militar chavista, que resguardan y soportan “por ahora” al caudillo de pacotilla.
Se cree eterno y así quiere hacérnoslos creer, según el precepto de Leonid Bréžnev, el factótum de pobladas cejas de la URSS, quién sostenía que un país que ha vivido en comunismo no sale nunca más de ello; máxima que vino a menos cuando en los años ochenta, Ronald Reagan con la operación Urgent Fury liberó la isla de Granada de ser una base soviético-cubana como se habían propuesto Fidel Castro y Bréžnev.
Este tipo de comunismo antediluviano tiende a negar la evidencia. Así es como la autocracia venezolana camufla los números reales de las víctimas de coronavirus (Casos positivos 176.972 / Fallecidos 1.815). Human Rights Watch y la Universidad Johns Hopkins cuestionaron el recuento oficial de casos y muertes por COVID-19 en el territorio, diciendo que son «probablemente falsas» y que las cifras reales «podrían ser miles de veces más altas que las oficiales». No obstante Venezuela reporte mejores condiciones que otros países del entorno, el régimen se ha visto obligado a reforzar la cuarentena y admite el aumento en la ocupación de camas hospitalarias y en el número de contagios.
Y en tanto que la población reclama una vacunación masiva ¡ya! Maduro, mefistofélicamente, anunció desde su cripta en Miraflores la puesta en marcha de un proceso de inoculación del personal médico venezolano y tan solo a las personas que tengan “carnet de la patria”, mecanismo de control social del chavismo menos democrático que el virus mismo que infecta sin distinción. “Yo ya me vacuné” (el pasado 6 de marzo), espetó con cierta sorna Maduro. Las prioridades en la vacunación incluirán, además de él y su señora, la “primera combatiente” Cilia Flores, a los miembros del aparato bolivariano, militares y altos cargos del gobierno, miembros del partido oficial, gobernadores, alcaldes y patibularios policías.
La oposición había llegado a un acuerdo con el régimen para comprar y distribuir vacunas contra el COVID-19, a través del Covax, mecanismo de la Organización Mundial de la Salud creado para asegurar el acceso masivo a las vacunaciones. Todo el negociado se desbarató, a última hora, pues el chavismo no tiene ningún interés en negociar y está dispuesto a usar el virus –y hasta la muerte– para avanzar en su proyecto absolutista y de usurpación.
Dios nos libre que, en su mente sádica y retorcida, cuando sea el turno, inyecte placebo a los opositores en el intento de diezmarlos.
Mi admirado poeta Gustavo Tovar Arroyo realizó un filme documental de nombre Chavismo: la peste del siglo XXI, premonitorio, a mi juicio, de cómo dos pestes se pueden conjugar: el chavismo y el COVID (con C de chavismo), flagelos que son el suplicio de mis compatriotas en la maltratada nación.
La Federación Médica de Venezuela aseguró que, con decesos de entre 22% y 30% de los de trabajadores de la salud, el país lidera en América la tasa de mortalidad dentro del personal sanitario a causa de la pandemia, pues quienes trabajan en los hospitales públicos en su mayoría no cuentan con el equipo necesario de protección y bioseguridad para evitar los contagios. Solo les queda cuidarse como mejor pueden y realizar cadenas de oración donde piden por los colegas que luchan contra el nuevo coronavirus.
La infección viral ha liquidado sin distingo artistas de distintas generaciones, desde Henry Stephen hasta Dave Capella, bebés e incluso diputados espurios oficialistas. Y, sin embargo, el crimen es «más letal» que la pandemia, según el Observatorio Venezolano de Violencia, que es usado como referencia ante la falta de cifras oficiales sobre la criminalidad, “la violencia ha sido 11 veces más letal que la epidemia».
Hay una dantesca «epidemia de violencia policial, cada año se suceden más víctimas por haberse resistido a la autoridad que los homicidios de cualquier otro tipo», a manos de la temida Fuerza de Acciones Especiales (FAES), que la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, pidió disolver tras recibir denuncias de miles de ejecuciones extrajudiciales. Pero ya hay miedo y desconcierto en los ojos de los opresores, ojos que son el reflejo de esas almas en las que, como lo hubiera podido perfilar Platón, el mal es parte de ellas.
Es más, la diputada Mariela Magallanes, única representante y portavoz en Italia de la Asamblea legítima venezolana (AN), comentó: “El régimen a través de su vocero Delcy Rodríguez, ante la presión del pueblo, la sociedad civil y la acción de la AN y el gobierno interino de Juan Guaidó, tuvo que aceptar y dar un primer paso y pagó 64 millones de dólares, poco más de la mitad del monto requerido, para la adquisición de 11,3 millones de dosis de vacunas anticovid, a través del mecanismo Covax, que permitirá vacunar 20% de la población venezolana”.
Saldremos del infierno, como lo hizo Dante con Virgilio, “para volver a ver las estrellas”. Y el cancerbero irà a cucha.
Pronto llegará para Venezuela el primero de muchos otros días sin muerte. Días de paz, de sanación, de ideales de justicia y dignidad, de reapropiación de los mendrugos de sueños rotos para iniciar a realizaros, de la intrepidez que vence el temor. Iremos de la resistencia a la acción ¡Gloria a Dios y al bravo pueblo!
PD: Ecuador se libró de una opresiva Correa alcanzando un Lasso de libertad. We can too!
@CarlosOmobono
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