Para quien navega sin rumbo, ningún viento le es favorable…
Séneca.
La “troika” gubernamental espuria, falaz e ineficiente que ha tomado por asalto el poder en nuestro país adoptó la peor medida de perversidad contra el poder adquisitivo del ingreso de los venezolanos: no hacer nada ante los desequilibrios crecientes y recurrentes de las variables económicas que erosionan nuestra calidad de vida. Esta irresponsable inacción gubernamental para adoptar las medidas destinadas a morigerar y compensar las negativas consecuencias de una desbocada hiperinflación es, por decir lo menos, criminal. Hay que recalcar que las inevitables correcciones que demandan los desequilibrios macroeconómicos son causadas, precisamente, por la extendida incapacidad administrativa gubernamental, por el malbaratamiento de los ingentes recursos recibidos por el país y por las malas y equivocadas políticas que ha venido aplicando. Esa actitud de indiferencia ante la hecatombe nacional adoptada por el gobierno ha tenido como únicos resultados: el establecimiento de más opresivos controles a la ciudadanía, más encarecimiento y devaluación de nuestro signo monetario, más corrupción, más falta de incentivos para la inversión, más desempleo y escasez, más vulnerabilidad de una economía altamente dependiente del comportamiento de las exportaciones de petróleo y, por si fuera poco, mantiene abierta la senda a futuras devaluaciones adicionales como ya ha ocurrido, durante los largos años en que ha gobernado. Es decir, en lugar de solventar los serios desajustes económicos que padecemos, por el contrario, los profundiza y cierra las posibilidades de recuperación lo que peligrosamente nos acerca, aún más, a la noción de una economía colapsada y un país fallido.
La propaganda del régimen tiene como finalidad esconder la terrible realidad de que los proventos petroleros no alcanzan para mantener el enorme gasto fiscal y para honrar las deudas y que sus desesperados intentos de obtener recursos externos solo han obtenido un estruendoso fracaso. Esa es la secuela de su incompetencia y la desestabilización a la que sistemáticamente el régimen ha sometido al aparato productivo nacional y cuyos efectos se expresan en baja productividad, pérdida de la capacidad competitiva de la industria y el agro, la desaparición física de muchas empresas tanto por su vulnerabilidad operativa como por las expropiaciones, y un enorme endeudamiento improductivo y dañino que no ha aportado nada positivo a la calidad del desenvolvimiento económico.
En el orden político, el terrorismo de Estado, el implacable acoso y la persecución, las torturas, las muertes “accidentales”, el exilio, la desacreditación moral, las constantes amenazas, el engaño, la desinformación mediática y la falaz adulteración de las tristes realidades que vivimos han sido otras de las perversidades con las que la “troika” ha manejado su relación con los venezolanos y, particularmente, con el mundo opositor.
El que se fue es el gran responsable de esta caótica situación. Los actuales segundones que forman la “troika” tratarán, por todos los medios lícitos e ilícitos, de continuar gobernando, pero ayunos de ideas y “auctoritas” y pletóricos de mentiras y banalidades. Por sus propias carencias no han podido ni podrán superar la grave crisis que causaron. Salta a la vista que no están resolviendo los problemas y que deben irse del gobierno. ¿Podrán seguir engañando al sufrido pueblo o este finalmente se dará cuenta de que el modelo del régimen es una utopía perdida e insostenible?
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