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El inusual caso del triple secuestro aéreo en Venezuela

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En diciembre del año 1981 ocurrió en Venezuela un suceso totalmente inusual para la época: el sensacional secuestro simultáneo de tres aviones comerciales de las líneas aéreas venezolanas Aeropostal y Avensa.

Fue uno de los casos más sonados de interferencia ilícita llevado a cabo en el mundo para esa fecha: tres aviones, dos Douglas DC-9 de Aeropostal y un Boeing B-727 de Avensa, los cuales transportaban en conjunto 248 pasajeros.

Los McDonnell Douglas DC-9-50, propiedad de la línea aérea Aeropostal Venezolana, estaban identificados con las siglas YV-21C y el YV-25C; y el Boeing 727-200, de la línea aérea Aerovías Venezolanas Sociedad Anónima, Avensa, tenía las siglas YV-74C. Su secuestro simultáneo es un hecho solo comparable con los secuestros aéreos llevados a cabo cuarenta años después, el 11 de septiembre del año 2001 en los Estados Unidos de Norteamérica.

Organizada por el grupo subversivo Bandera Roja, la acción que denominaron Operación Internacional de Solidaridad «Manuel Rojas Luzardo» fue ejecutada por razones políticas, en solidaridad con la guerrilla salvadoreña y con fines propagandísticos. Solicitaban un rescate en dinero efectivo y la liberación de algunos presos políticos en Venezuela.

Liderado por el subversivo de esa época conocido como Máximo Rojas Luzardo, y llevado a cabo por tres comandos, buscaban conseguir la liberación de presos políticos detenidos en Caracas. Los autores del secuestro exigieron también el pago de 10 millones de dólares y la publicación de una proclama en algunos periódicos latinoamericanos.

El sábado 5 de diciembre, entre las 6:15 y las 6:30 de la mañana, los tres comandos de subversivos despegaron de Maiquetía abordo de los vuelos programados originalmente con tres diferentes destinos: Barcelona, San Antonio del Táchira y Puerto Ordaz-Maturín-Porlamar.

El modus operandi de los comandos integrados por 3- 4 hombres fue hacerse pasar como integrantes de conjuntos de música navideña y una vez que el avión despegaba, sacaban las armas de los estuches de los instrumentos, secuestraban el avión y lo hacían cambiar de rumbo.

El comando 09 «Anastasio Aquino», compuesto por 4 hombres que utilizaban 3 pistolas 9 mm, 2 subametralladoras y 1 granada, se encargó del Douglas DC-9-50 con siglas YV-21C.

Con un total de 83 pasajeros a bordo, se dirigía a Barcelona al mando de la tripulación compuesta por el piloto, capitán Rafael Millán, y el copiloto, capitán Cabrera.

El avión fue desviado primeramente a Aruba y allí bajaron a 21 pasajeros, intercambiados por combustible y procedieron a Barranquilla, Colombia, donde liberaron a 12 pasajeros más. Luego de reabastecer se dirigieron a Tegucigalpa en Honduras, donde fueron liberados otros 10 pasajeros. Después despegó hacia El Salvador, donde intentó aterrizar, pero le bloquearon la pista y tuvo que irse al aire. De allí se dirigió a Panamá donde se reabasteció otra vez de combustible y luego rumbo a Cuba.

El comando 10 «Ramón Emeterio Betances», compuesto por 3 hombres que llevaban consigo 2 pistolas 9 mm, 1 subametralladora y 1 revólver cañón largo, calibre 38, se encargó del DC-9-50 con siglas YV-25C.

Con un total de 85 pasajeros a bordo, se dirigían a Puerto Ordaz, Maturín y Porlamar, al mando de la tripulación compuesta por el piloto, capitán José Vidal, y el copiloto, capitán Julio Maduro.

El avión también fue llevado a Barranquilla, Colombia, donde dejó a 33 pasajeros. Luego de poner combustible, se fue a Honduras y dejó libre a otras 10 personas; después se dirigió a Panamá, donde bajó a 1 pasajero y puso combustible, para luego volar a Cuba.

El comando 11 «Manuel Rojas Luzardo», compuesto por 4 hombres que cargaban 2 pistolas 9 mm, 2 granadas y 1 revólver calibre 44, se encargó del B-727-200 con siglas YV-74C.

Con un total de 87 pasajeros a bordo, se dirigían a San Antonio del Táchira, al mando de la tripulación compuesta por el piloto, capitán Frank Haendel; el copiloto, capitán Ricardo Mata; y el ingeniero de vuelo Manuel Álvarez.

El avión fue desviado a Barranquilla, Colombia. Allí desembarcaron a 22 pasajeros y luego de abastecerse de combustible despegaron con rumbo a Guatemala, donde liberaron a otros 23 pasajeros. Después se dirigieron a Panamá, pusieron combustible y se fueron a Cuba. En Panamá a uno de los secuestradores se le fue un tiro a bordo y el proyectil se incrustó en el fuselaje.

Después de haber permanecido 10 horas en Barranquilla, haber volado y aterrizado en Centroamérica, el YV-74-C y los dos DC-9 finalmente aterrizaron en Cuba, en el Aeropuerto José Martí, Rancho Bollero en La Habana.

Cada uno de los comandos fue supuestamente detenido sin oponer resistencia. Los secuestradores mantuvieron los rostros cubiertos con pasamontañas y el uso de guantes para mantener sus identidades encubiertas.

El 9 de diciembre las autoridades cubanas autorizaron el regreso a Venezuela de las tres aeronaves, así como todos sus pasajeros y tripulantes, no así los aeropiratas, que permanecieron en Cuba y nunca más se supo de ellos.

Casualmente el Douglas DC-9-50 distinguido con las siglas YV-21C, tres años después fue nuevamente protagonista de otro conocido secuestro que terminó en el aeropuerto de Curazao.

En ruta de Caracas-Curazao, fue secuestrado el 29 de julio de 1984 por dos sujetos, quienes mantuvieron como rehenes a 87 personas durante 38 horas, sobrevolando por Trinidad y Tobago, Aruba y Curazao. Aunque durante el secuestro una aeromoza embarazada abortó debido a la tensión de los eventos, el 31 de julio en una operación comando de la Disip y con ayuda de la Fuerza Delta estadounidense se tomó por asalto la aeronave. Una operación que fue dirigida por el entonces comisario general Henry López Sisco, que acabó con la liberación de todos los rehenes y la muerte de ambos secuestradores.

Si quieren saber más de esta increíble historia poco difundida les recomiendo el libro Primera parte, de la Editorial Planeta, donde el escritor Antolín Sánchez Lancho, un testigo de excepción, relata los hechos de forma novelada. Este se consigue en:

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