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Hace 80 años Hitler invadió la cuna de la democracia (I)

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Un día como ayer (6 de abril) pero de 1941 la Wermacht (el Ejército del Tercer Reich) invade Yugoslavia y Grecia de manera simultánea, hecho que retrasó en poco más de un mes a la Operación “Barbarroja”: la invasión alemana a la Unión Soviética (URSS) en la Segunda Guerra Mundial. El ataque a Yugoslavia no estaba en los planes de Adolf Hitler y menos aun cuando había logrado poco a poco ir incorporando a cada uno de los países de los Balcanes a su esfera de influencia. El último fue Yugoslavia, el cual firmó el Pacto Tripartito el 25 de marzo aunque a los dos días el general de la aviación Dušan Simović, junto a otros militares y con gran apoyo popular, derrocó al gobierno. El Führer en un ataque de cólera firmó la orden de la “Operación Castigo” que destruiría Belgrado y ocuparía el resto del país en once días. Grecia demoraría un poco más, pero el 27 de abril ya ondeaba la esvástica en la acrópolis de Atenas.

En nuestra primera serie de artículos sobre el que podríamos llamar Frente Sur (publicados entre el 21 de octubre y el 4 de noviembre de 2020) aclaramos el poco interés que tenía Hitler por el mismo. Él consideraba que sus aliados en el Mediterráneo (Italia, España y la Francia de Vichy) se encargarían de mantener a raya a los británicos. En el caso de los Balcanes obtendría su apoyo de manera pacífica por medio de una agresiva diplomacia basada en la amenaza de su Ejército. Pero existía una gran preocupación: la seguridad de los pozos petroleros de Ploesti en Rumania, principal abastecedor del combustible de su máquina de guerra. Si Grecia o Turquía caían en manos de los Aliados dichos campos estarían al alcance de la fuerza aérea enemiga.

La estrategia alemana era ganarse a Grecia pero su aliado Benito Mussolini “metió la pata” al atacarla sin consultarle. Ocurrió lo no deseado: la llegada de los ingleses a la península y la incapacidad del Ejército italiano para vencer a los griegos. Inevitablemente Hitler tenía que proteger su principal fuente de combustible de esta amenaza. A principios de diciembre de 1940 preparó dos operaciones: “Marita”, para invadir Grecia a finales de marzo de 1941 y “Félix” para ocupar Gibraltar (y de esta forma impedir el abastecimiento de los ejércitos británicos tanto en Grecia como en Egipto). Ambas dependían del permiso y cooperación que dieran dos países cercanos al Eje para llegar hasta sus objetivos por tierra. En el primer caso era Bulgaria y en el segundo era España. Como se sabe solo logró convencer a los búlgaros (el 28 de febrero se incorporaban al Pacto Tripartito). El dictador Francisco Franco, astutamente solo apoyaría al Eje en lo militar cuando el Imperio Británico estuviera totalmente vencido, mientras tanto mantendría una relativa neutralidad.

En esos mismos días de diciembre de 1940 en el cronograma de la guerra alemana se incorporó la meta fundamental: la Unión Soviética (URSS). De modo que Grecia no significaba retraso alguno para que el 15 de mayo comenzara la conquista del Este, pero el golpe de Estado en Yugoslavia cambió la situación y esta era la profunda rabia de Hitler. Ya había tenido otro percance no esperado en este flanco. Los italianos no solo fracasaron en Grecia sino que a principios de 1941 estaban a punto de ser expulsados del Norte de África (a esta campaña sobre la primera victoria británica en el Desierto le dedicamos nuestras entregas desde finales de enero hasta principios de marzo de este año) y por ello envió a su mejor general para resolver este problema. La guerra se le complicaba al Tercer Reich y el flanco Sur comenzaba a absorber fuerzas que este anhelaba concentrar frente a la URSS.

Los casos de Yugoslavia y Grecia representan una derrota de Alemania en lo que se refiere a la eficacia de los servicios de inteligencia y la diplomacia. A nivel diplomático Alemania logró acercar a Rumania, Hungría y Bulgaria sin disparar un tiro pero en los otros dos países se le adelantaron los británicos. El golpe de Estado, por ejemplo, se fue preparando con el apoyo de la Special Operations Executive (SOE), la organización recientemente creada por el primer ministro sir Winston Churchill a partir de la sección de sabotaje y operaciones clandestinas del MI6 (Servicio Secreto Británico). La SOE sería el núcleo para que la Resistencia contra el nazismo y en general contra el Eje recibieran un fuerte apoyo. Cuando los militares yugoslavos supieron que de actuar los Aliados estarían con ellos no se acobardaron. Posterior a la ocupación nazi de su territorio los partisanos se constituyeron de inmediato y sin duda la SOE tiene que ver con esto, además de otros factores que explicaremos la próxima semana que dedicaremos a explicar un nuevo capítulo de la Blitzkrieg (guerra relámpago).

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