Agobiados por las facturas médicas que genera la lucha contra el covid-19, decenas de personas en Venezuela están recurriendo a las redes para solicitar medicinas y ayuda monetaria, en medio del incremento de los contagios y las muertes por el virus, que no deja de escalar en el país.
«Esto ha sido horrible, es desesperante», dijo a Efe el joven José Pereira, quien lidera una campaña de recaudación de fondos para hacer frente a los gastos que están causando los contagios de su padre, abuelo y tío,.
Son parte de los 167.548 que se computan en el país desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020, entre los que se cuentan 1.678 fallecidos.
Cada día, Pereira, también con covid-19, pero asintomático, debe ubicar fármacos y hacer de enfermero de sus familiares en estado Vargas, cercano a Caracas, a quienes atiende en casa por el colapso en los centros asistenciales de Venezuela.
Es una situación que, hasta ahora, este estudiante de 23 años de edad ha podido sobrellevar, pero que reconoce se complica en demasía cuando tiene que recargar el cilindro de oxígeno medicinal que necesita su padre por la enfermedad.
En Caracas se pagan entre 70 y 250 dólares para volver a llenar de oxígeno una bombona.
Pero hasta el miércoles desembolsa unos 5 dólares por día para comprarlo. Podría parecer una cifra menor, pero para algunas familias venezolanas 35 dólares por semana representan una pequeña fortuna.
«Una persona con un sueldo de un dólar al mes no puede costear el covid-19», añadió Pereira. Pedir ayuda para las operaciones o comprar medicamentos es común en Venezuela, un país que atraviesa por la peor crisis de su historia moderna.
Pero el incremento de los contagios por covid-19 en las últimas semanas está llevando a centenares de personas a pedir donaciones, un fenómeno que, de acuerdo con la oposición, desnuda las carencias del sistema público de salud.
Y todo ocurre sin importar el estrato social o los ingresos de los que puedan disponer los enfermos.
Hace semanas, el presentador de televisión Dave Capella inició una campaña para costear los gastos por la atención contra el covid-19 que recibían él y su padre, pese a que sus ingresos se consideraban muy superiores a los del venezolano común.
Finalmente, Dave y su padre murieron por la enfermedad y sus casos dejaron claro que el covid-19 está causando estragos en todos los segmentos de la población venezolana y que los hospitales del país están al límite de su capacidad.
Sin oxígeno
El oxígeno es el insumo que más buscan los venezolanos para hacer frente al covid-19. Las redes sociales están abarrotadas de personas pidiendo donaciones para comprar o recargar cilindros, información sobre proveedores que puedan trasladar el gas hasta sus casas.
Pereira conduce su campaña de recaudación principalmente en Twitter, donde no está exento de correr riesgos.
En esa red social ha encontrado la mano solidaria de muchos venezolanos, pero también se ha topado con estafadores que se hacen pasar por doctores o fundaciones para ofrecerle equipos médicos -que nunca recibirá- a cambio de bajas sumas de dinero.
La ONG Médicos Unidos señala que nació al calor de la serie de protestas que protagonizó el gremio sanitario venezolano en 2018, la falta de oxígeno es uno de los principales problemas que tienen los hospitales venezolanos para atender a pacientes con covid-19.
«Si de buenas a primeras aumentas el gasto de oxígeno a niveles que superan 5 veces lo que tienes planificado gastar, ya tienes un problema de distribución inmediata», dijo a Efe el director de esta organización, Jaime Lorenzo.
Para Lorenzo, no se logrará el eficaz abastecimiento de oxígeno en los centros asistenciales del país ni se podrán llenar con rapidez los cilindros de los venezolanos que pasan el covid-19 en sus casas si no mejora la distribución de las empresas que producen el gas.
Y es aquí donde se asoma nuevamente la crisis compleja que atraviesa Venezuela, un país donde escasea el gasóleo que usan los camiones, el personal calificado y hasta las autopartes de estos transportes.
Mientras, los venezolanos como Pereira siguen luchando contra la peor pandemia que haya visto la humanidad en los últimos 100 años. Pero también contra la severa crisis de su país, una que es capaz de echar un pulso con el mismísimo covid-19.
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